viernes, 25 de noviembre de 2011

Fiesta.Qué fantástica, fantástica esta fiesta...





















El programa "Ni víctimas ni verdugos" se escucha todos los martes de 22 a 23hs. por
http://www.realaradio.com.ar/. Allí, en la noche, están Pomarola talk (creadora del concepto del programa), junto a Lucas y Pancho. Este martes 22 de noviembre, en el espacio singular de la REA se festejaba el cumpleaños de José Luis. Allí en la vereda de la calle angosta empedrada se habían sacado mesas y sillas. En la vereda de enfrente donde hay un edificio de lo que fue una gran fábrica de zapatos, se hacen los asados. Esa noche había asado. Adentro Martín tapaba con una lona la vieja imprenta alemana de tipos del año 1900, en el techo estában colgados algunos de los afiches que diseña Superabundan haut. La mesa donde están sentados los conductores está al lado de una de las viejas vidrieras que separan la REA de la vereda. Hay un público que son los invitados al cumpleaños, Marina Oybin que vino con su amiga natalia quien prometió escuchar el programa desde París, tres amigos brasileños ( que los conductores prometieron serían obsevados lombrossianamente para ver cada comportamiento del ser biológico brasileño, ante la situación de fiesta. Como mecanismo de control el experimento atendería también a Nicolás Bohler, francés abrasilerado con influencia alemana - Alsacia y Loena). En el comienzo del programa que tiene como cortina La marcha de San Lorenzo por Billy Bond y la pesada del rock and roll, Pomarola leyó unas frases de Bachtin, porque hablaba de la fiesta y para complacer a un oyente que escucha en su mañana de Vladivostk el programa. Leyeron fragmentos de Filosofía en el tocador, y Nicolás Bohler, invitado, habló de Baudrillard y de Baudelaire. Pero esas pequeñas frases eran los pies para posteriores intervenciones que negaban lo anterior y hablaban de lo sentidos comunes sobre la fiesta y volvían a repetir que estaban observando a Sacha Manoela y Nubia. Sobre todo en el fin de cada bloque, cuando con una introducción de Fiesta de Raffaella Carrá, se escucharon temas de Carmen Miranda. Hablaron de Carmen Miranda, de su experiencia en Hollywood, y que ella dijo "diseron que voltei americanisada". Bueno, en fin, hay que escucharlo ( está en el blog de la radio) porque fue muy intenso, divertido, cínico, etc, etc. Las fotos de mi amiga Manoela Cardoso dicen algo del buen clima de NVNV y de la magia de la REA.

Geraldina Dean, que en reacción a su padre académico se dedica a indagar en los sentimientos de la gente común, presentó la sección Consultorio sentimental, en la que además de Geraldina, todos responden las preguntas de los oyentes sobre las angustias del amor y el deseo.

Patricio Dean

domingo, 13 de noviembre de 2011

Experimento de ruptura: clase performance de Lucas en Socio general

Video de la Clase performance en Youtube

http://www.youtube.com/watch?v=NYuXeMx__h4


Me habían contado de esas verdaderas performances sociológicas que hacían unos sociólogos en California hacia los años sesentas. Experimentos de ruptura las llamaban y consistían en quebrar el fluir naturalizado de la vida cotidiana, precisamente para desnaturalizar, para producir una atención sobre todo lo que se da por supuesto en las más pequeñas cosas de la vida cotidiana y en todo tipo de relaciones sociales. Ahora leí que Harold Garfinkel proponía ejercicios a sus estudiantes que consistían, por ejemplo, en comportarse como extraños en su propia casa y otras cosas más que a la par de provocar conflictos entre los experimentadores y su entorno, resultaban divertidas. Lucas hizo eso o algo parecido en su clase performance que queda registrada en este videoclip tranquilo. Y solo se lee así (como experimento de ruptura) si se incorpora la dimensión temporal, la historia, lo que viene pasando hasta ese momento como rutina en ese lugar.
Lucas nunca usa traje, por lo menos para ir a la facultad (dicen que fue de traje a un casamiento reciente). El traje, sino en toda la facultad, seguramente en Sociología es una indumentaria extraña. No es esperable ver a Lucas dar clase de traje y tampoco portando clásicos anteojos de sol. Mucho menos es que una chica rubia amable, mesurada y bella anuncie al profesor como lo que es: profesor titular, y también el título de la clase que es algo así como: “La Doxa como sinónimo de alienación. Los experimentos de ruptura etnometodológicos”. Tampoco es lo corriente que Lucas hable todo el tiempo tan serio, como un profesor. Además, está el ambiente: la estudiante bella y correcta, expresándose con extrema formalidad y el traje y la formalidad relativa que pudo sostener Lucas, contrastan con la escenografía de mayo del 68 parisino. También contrasta con un viejo escritorio de madera roto, ventanas deterioradas y sillas poco elegantes. En esa situación Lucas lee esa pequeño texto de Macedonio Fernández que exactamente construye una situación en la que el quiebre contundente con lo esperado, provoca en el sujeto de la experimentación, la pérdida de su vida. El cuento, su lectura, la llegada de Lucas a la facultad son una verdadera performance, que es ni más ni menos que lo que hace casi siempre: clases performances con distintas estéticas y entonces diferentes sentidos.
Pomarola Talk

martes, 1 de noviembre de 2011

WINDOWS, de Mariela Scafati








TODAS LAS FOTOS EN

https://picasaweb.google.com/sociologiacontraataca/MarielaEnAbate?authkey=Gv1sRgCKPVoviDx4OaRQ#

Se vienen las rojas


La obra Windows de Mariela Scafati- 36 afiches, pegados en la pared con fondo en variaciones de rojo y frases dibujadas en letras blancas, y otras cosas más-, dice algo, y de manera tranquila pero a la vez vital, sobre los gestos de voluntad, armados sobre el fin de una época, que se imaginan mejores formas de vida colectiva. Y se reafirma lo de de fin de una época porque hay elementos en la obra de presunción fuerte sobre que eso es así. A la vez que no se trazan horizontes luminosos. Ni regodeo construyendo algo que de cuenta de un mundo que oprime, ni futuros esperables Hay una mochila con pedazos de tradiciones rebeldes y un futuro no configurado; y con ella al hombro, se camina vitalmente y con alegrías tranquilas no exentas de desconciertos, el mundo incierto que se va armando sobre la marcha y en el que se desea participar. Los objetos artísticos se construyen con elementos de las tradiciones múltiples del propio campo artístico a la vez que con cualquier otro elemento de la vida. La manera de relacionarse con eso otro remite también a una u otra tradición. Esta es una obra conceptual, y política, que se vale de un recurso común para decir cosas al mundo, los afiches. Pero lo hace reivindicando elementos clásicos y diversos de tradiciones fuertes del campo artístico. En un gesto de implicación con elementos cotidianos de algunas tradiciones políticas, pero construidos desde tradiciones estéticas. Están los rectángulos, sin bordes totalmente explícitos, pero marcados por la diferencia de rojos y por el mismo límite del papel; están las frases que no son el concepto con soporte intrascendente, sino que se asientan sobre esos rectángulos en rojos variados y pintadas con pincel blanco. Y para reafirmar su materialidad clásica están las obras de Scafati recostadas sobre una pared y la materialidad densa de los colores en las obras pequeñas. Obra conceptual que recurre, o cita, a la materialidad específica densa del color; obra política que levanta banderas, o mejor, propone ventanas ambiguas, portadoras de una calma alegría.

Scafatti pegó los afiches de 1,10 por 1,40 cm., desde el piso hasta los tres metros treinta en una sala rectangular que corta alguna de las paredes con puertas y ventanas: seis en cada una de las paredes cortas y dieciocho en la larga sin puertas ni ventanas. Esos tres lados son una continuidad de 30 afiches en papel con distintas variaciones del rojo. Sobre ellos hay diferentes frases en letra de imprenta de distinto tamaño dibujadas en blanco con pincel. Son una unidad. En una de las esquinas el afiche se continúa 20 o 30 centímetros en la pared pequeña. Sus contornos se pueden adivinar por la culminación de la frase, o el cambio de tonalidad, en las variaciones del rojo. En la pared larga en la que hay puertas de doble hoja y ventanas a cada costado, están pegados otros seis afiches más, uno de los cuales no tiene dibujada una frase. En el piso, una alfombra rectangular de aproximadamente 4,40 por 1,40, con tres rectángulos centrales y seis laterales pequeños. El del centro es rojo y tiene la palabra MAR en letra de imprenta en el medio y los dos grandes de los costados son de un anaranjado claro, amarronado. Los dos pequeños del centro son rosas y los cuatro laterales de las puntas son de color azul.

Sobre una de las paredes pequeñas y cubriendo parcialmente los afiches que están pegados desde el suelo hay un mueble de madera. Una especie de mesa repisa y al lado una tabla de planchar también de madera. Debajo de la mesa, y recostados sobre la pared empapelada de afiches, cuadros de Mariela Scafatti de hace diez años atrás. Figuras abstractas geométricas de pulso sin regla. Gruesas líneas marrones con bordes más claros y fondo azul, otra una cruz marrón gruesa entrelazada con una equis bordó con borde amarillo oscuro y fondo rosa. Dos o tres más atrás de esta y otras dos detrás de la anterior. Delante de la primera dos o tres cuadros pequeños con figuras del mismo estilo. La repisa tiene dos estantes. En el de arriba hay tres obras; pequeñas, de marco grueso, que dejan ver al color hecho forma, en su materialidad espesa. El estante de abajo está dividido en tres: un espacio amplio en el medio y dos pequeños a los costados. En uno de los costados una caja de madera que puede ser un marco, pero puesto en posición horizontal y allí nuevamente la densidad de los colores hecho pura materia espesa, en el otro una masa a lo que no se la ha dado forma supuestamente trabajada por las manos, sostenida y envuelta por un papel metalizado. En el espacio del medio tres juegos de platos blancos que tienen el fondo circular intervenido con variantes claras del rojo.

El conjunto no es el resultado de una curadoría que organiza el material del artista en una sala. Este conjunto, obviamente, es la obra, en el sentido más unívoco. En este objeto, en la sala intervenida por la artista, hay al menos, tres elementos que permiten organizar una argumentación para decir algo sobre Windows. En primer lugar las frases dibujadas en blanco sobre esos fondos rojos diversos; en segundo lugar el color, ese color rojo más precisamente, y sus variaciones, y; en tercer lugar, la pared pequeña en donde están la repisa con sus obras y los telas abajo, recostadas en la pared.

Las frases como es obvio dicen algo y por supuesto cada una de ellas dice algo. Pero quizás todas en esta obra se organicen a partir de una de ellas que está dibujada-escrita, en inglés: “it's the end of the world, as we know it (and we feel fine)”.Es el título de la canción del grupo de rock alternativo de Georgia EEUU, R.E.M y es de 1987. Es una cita porque son todas citas: de la web, del habla de la vida cotidiana, de una canción, del heterogéneo que da cuenta de un clima que no tiene programa pero que intuye terrenos comunes. Quizás es la frase más potente y esta escrita en la lengua más universal del presente porque trasciende a la propia sociedad aunque se percibe con fuerza en la propia sociedad. Los afiches con frases, con consignas forman parte de la lucha política revolucionaria desde los albores del siglo XIX y todo el XX. Se transformaron en objeto de consumo luego del mayo de 1968 y en reflexión irónica por parte de un artista conceptual latinoamericano. Los chinos se valieron de los afiches pegados en la pared con caracteres manuscritos, los dazibao, como forma de proponer a la lectura pública temas morales y políticos desde la china imperial. Los dazibao se difundieron como objeto exótico con fuerza en el occidente moderno en época de la revolución cultural Las universidades en argentina que albergan carreras humanísticas y sociales continúan con la presencia de tradiciones de izquierdas y en ellas también la tradición cartelística artesanal. La obra de Mariela Scafati podría, por ejemplo, ser un readymade del hall de la Facultad de ciencias sociales de la UBA, y a primera vista puede parecerlo, pero no lo es. No lo es porque los construyó la artista, pero no lo es porque los significados son diferentes. No solo porque estos elementos que arman la obra están en una galería de arte, sino porque el objeto en su totalidad es otra cosa, aunque es un objeto político y a diferencia de los carteles, es de fuerte productividad política. Es arte político porque construye ventanas ambiguas y alegres para dar cuenta de una zona ambigua, pero con potente potencialidad, que forma parte de un clima cultural con vocación alternativa sin identidades claramente delineadas. Su potencia, está, paradójicamente, en su ambigüedad. No hay consignas fuertes, contundentes, salvo la que anuncia que se ha terminado una época y que eso puede ser motivo de alegría. Hay subjetividades personales en las frases y también palabras de otra época. Se dice “prensa burguesa” y “barricada” pero asociados a otros significantes no habituales a las viejas tradiciones políticas: Hay mención a acontecimientos políticos recientes mezclados con citas de la vida cotidiana y subjetividad individual: “que bueno lo de cristina”, “mi corazón está en la cancha de Huracán”. Está la palabra “peronismo”, pero también la frase ”Soledad constante, incluso entre la multitud” que puede remitir a Baudelaire o a un análisis de Durkheim. Y los afiches son rojos, pero no un solo rojo, sino variaciones del rojo hasta el rosa.

Los que han estudiado el significado histórico de los colores en base a experiencias sociales concretas, recuerdan la centralidad del rojo, tanto que se puede hablar de un pleonasmo dirá Michel Pastoreu uno de esos estudiosos. Coloratus en latín y colorado en castellano significan a la vez rojo y coloreado. En ruso Krasnoi significa tanto rojo, como bello, hermoso. Es el rojo importante en el mundo católico y símbolo de poder, pero también es pecado, lo prohibido. Aunque esté el rojo de Mondrian, la génesis del rojo que aquí interesa para decir algo de la obra Windows, de Mariela Scafati que tiene como uno de los elementos centrales las variaciones sobre el rojo, es la del rojo político moderno de la revolución francesa. En octubre de 1789 la Asamblea Constituyente decretó el uso de la bandera roja colocada en los cruces para señalar la prohibición de formar grupo y advertir sobre la intervención de la fuerza pública a quien violara esa regla.. Cuando el 17 de julio de 1791 una muchedumbre de ciudadanos de París se reunió en el Campo de Marte para exigir la destitución de Luis XVI detenido en Varennes, el alcalde de París ordenó izar la bandera roja presuponiendo una amenaza de motín. Ante esa señal los guardias nacionales dispararon sobre la muchedumbre y hubo cincuenta muertos que se transformaron en mártires de la revolución.
Esa bandera roja, teñida con la sangre de los mártires, es invertida en su significado, apropiada por el pueblo rebelde, y convertida en emblema de ese pueblo y de la revolución en marcha. Los revolucionarios de 1848 adoptaron esa bandera roja y la propusieron como bandera de Francia. Una obra de Henri-Félix-Emmanuel Philippoteaux (Lamartine devant l'Hôtel de Ville de Paris, le 25 février 1848) muestra a un pueblo alzado frente al ayuntamiento portando una bandera roja y a Alphonse de Lamartine, poeta, miembro del gobierno provisional, rechazándola como pabellón del terror y reafirmando la tricolor. En marzo de 1871 cuando los revolucionarios de la Comuna de París tomaron ese mismo lugar enarbolaron en los mástiles del edificio nuevamente ese símbolo rebelde y Marx observó como entonces el “ viejo mundo se retorció en convulsiones de rabia ante el espectáculo de la Bandera Roja” Roja será la bandera de la revolución moderna, tanto que la rusia soviética la adoptó como bandera nacional en 1918 y la revolución china como la de la república popular en 1949.
No es el rojo fuerte de la tradición revolucionaria, en el sentido unívoco, el color predominante en la obra de Mariela Scafati. No es el único rojo, porque ese que asustaba y producía rabia perdió productividad y recolocarlo sin más hubiese significado colgar íconos rebeldes del pasado que actúan en el presente como objeto exótico, posible de ser admirado en tanto ornamento por quien en momentos de su productividad política le hubiera temido Son variaciones del rojo las que hay. Distintos rojos, múltiples rojos que incluyen los rosas. No hay contundencia ni afirmación agresiva en el color como no la hay en las frases que tampoco son consignas en el sentido político más clásico. No se escapan de la pared en forma amenazante con el puño en alto. Están allí en la pared como objeto reflexivo y productor de reflexividad. Intervienen en el presente porque son familiares, pero incluidas como elementos de este objeto, problematizan, dicen algo, en el sentido más fuerte. Pero al fin y al cabo, porque están en un afiche y rojo, aunque disgregado en distintas variantes, hay citas a una tradición poderosa en partes de los siglos XIX y XX. Hay pedazos significativos de esa tradición en el objeto que construye Scafati, como también necesidad de reafirmar zonas imaginadas como más específicas del mundo artístico contemporáneo, en las mismas líneas y tratamiento del color en los afiches, pero muy explícitamente en las obras recostadas en la pared, en la materialidad del color de las obras pequeñas, en los platos intervenidos.
La alfombra, además de una de las obras de hace diez años recostada en la pared, es el único objeto que tiene el color azul al que el gusto predominante puede caracterizar como sobrio. Es donde nos sentamos a escuchar a Orquesta Roja y la lectura de poesías. Quienes estábamos allí realizábamos de manera contundente el aspecto central reflexivo de la obra. Porque no son afiches para levantar, sino ventanas múltiples que recortan una zona ambigua de un mundo complejo en reacomodamiento. Y esa zona ambigua no es cualquier cosa, se arma con pedazos de tradiciones rebeldes en descomposición y con experiencias del presente. Interviene como arte político calmo dando cuenta de un mundo que se está yendo, tanto como de múltiples formas, relaciones y sensaciones atadas con alambre, que están siendo parte de un nuevo momento y cuyos sentidos se irán configurando en la práctica concreta. También es arte político porque interviene proponiendo implicaciones a formas más encerradas en sí mismo del arte contemporáneo. Scafati, la de los afiches, es la Scafati abstracta y la que recupera la materialidad del color, la que se mueve sin inhibiciones entre la pequeña serigrafía de agitprop en una remera, el dibujo naif en un rollo para empapelar y la fortaleza de sus abstractos en papeles o telas cosidas. Por supuesto que se ha construido y se “lee” Windows desde el arte contemporáneo, pero Mariela quizás ha necesitado reafirmar que desde ninguna zona específica dogmatizada, sino de cualquiera de ellas.
L.R




XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Intervención rosa en situaciones de peligro extremo

“Hay rosa Dior, rosa Luxemburgo, rosa Sandro, rosicler, rosa chicle, rosa brumoso” me dice Mariela. Se deleita diciéndome los nombres de los colores y mostrándome los grandes paneles “rosas, rojos, corales” que empapelarán las paredes de la galería de su próxima muestra, Windows. A medida que habla, entreveo que hay en la muestra un goce todavía mayor que el de decir y mostrar: se trata del goce que anuda la percepción del color con las expresiones de las palabras. ¿Por qué hay algo más ajeno a los colores puros que las palabras, que vienen a escindir, a molestar lo que se presenta como el grado cero de la pincelada en los monocromos? Entre una cosa y otra, entre el color y la palabra, en ese nudo que sólo se produce en las transversales inesperadas y a la vez deseadas que en la obra de Mariela Scafati fundan la promesa de la política. Pero vamos por partes, porque antes de hacer el nudo, antes de entrar (o salir) en el arte y en la política, hay que ver con qué contamos.
Por un lado, los monocromos: empapelan las paredes, crean el receptáculo, la tabula rosa, la ceremonia, revisten nuestra percepción para hospedar el lugar por el que nos desplazamos. Las referencias estéticas son, curiosamente, las mismas que las de la abstracción de los años cincuenta: Piet Mondrian, Kazimir Malévich, Mies Van der Rohe (¡less is more!). Pero si en los cincuenta lo que importaba era la experimentación artístico-científica, la relación entre el color y la geometría, lo que interesa ahora es la liberación energética de los colores. ¿Qué pueden hacer los colores en un acto o en una marcha? No la ciencia sino la política, no el cálculo sino la acción. Una liberación de la pintura para acceder a la pincelada, a su grado cero: observen de cerca los paneles rosas. Hay algo frenético y a la vez sumamente calmo, adivinamos una obsesión pero también queremos acostarnos en la alfombra para descansar con los colores. Observar la pintura suspendida, la vocación suspendida, la evocación suspendida, el suspense de lo que quedó, del resto, de esos colores que son el último orejón del tarro. Amenaza y promesa: el acontecimiento.
Retorna la tradición geométrica y sus colores puros pero la geometría es desplazada hacia los bordes, a los marcos de las telas y de las ventanas. La pregunta ya no es la misma de los años cincuenta cuando todo giraba alrededor de la esencia de la pintura. Ahora los interrogantes son: ¿dónde comienza / termina una obra y qué significa un marco? ¿cuándo ya no es posible la pincelada? ¿cómo se pone una cosa al lado de otra? Por ejemplo, el color y la palabra, el arte y la política, la obra que terminó ayer y la que hizo hace diez años. En un momento de su vida, a principios de este nuevo siglo, Mariela comenzó a agregar tela a sus cuadros, a desplazar los soportes de madera, a seguir sus geometrías hasta el borde último del cuadro. Ahora hace lo mismo pero ligeramente diferente y esa diferencia es esencial: pinta los paneles, construye una maqueta de la galería y después deberá montar todo no mucho tiempo antes de la apertura. En el montaje, habrá que ajustar obra y galería hasta llegar a los bordes mismos: porque eso es lo que importa en las ventanas, lo que se ve a través de ellas se define por los bastidores que la unen y la separan con el afuera. Windows, ventanas, superposición de tiempos. Por eso el rosa, el monocromo, que es un comienzo, un recomenzar, y la mesa con los cuadros previos a la debacle del 2001, como si en esas abstracciones geométricas coloridas ya estuviese empujando la catástrofe y los nuevos modos de hacer política, porque no hay mal que por bien no venga y porque “la melancolía no es siempre un mal sentimiento”. Por eso también los platos, con su geometría circular y su connotación alimenticia, espacio también de la calma furiosa de los monocromos. Lo que hay que ver en este cuarto rosa-rojo-coral son las relaciones, los juegos entre los bordes. Porque si en los cincuenta para un artista todo sucedía dentro del cuadro, ahora el artista es el que logra combinar la cantidad elefantiasica de información que recibimos y hacer de ella una tabula rosa y también reinscribirla.
“Muchos bordes”, me dice Mariela. “Muchos bordes” y supongo que se refiere tanto a sus estudiantes borders del taller como a sus experiencias de carpintera de los bastidores de sus propios cuadros. Ir con la pincelada hasta que la tela se acaba y extenderla mediantes pincelazos, preguntarse sobre esos límites que se desplazan, se contraen, se expanden.
¿Y la política? ¡Ah, la política! A no apresurarse. No sabemos por dónde va a aparecer la política, aunque es posible que lo haga por los borders. Ese es la primera consigna: el arte no se apoya en una política sino que busca el lugar en el que se produce. Y no sabemos con exactitud dónde sucederá esto: Mariela está atenta a los mensajes de sus amigos, a su trabajo con los niños, a sus apuntes en las libretas. Sus materiales, su campo de acción, lo constituyen diarios personales, periódicos, e-mails, radio, TV, internet, anotaciones en libretas. No sabemos por dónde aparece la política, puede ser en el “streaming permanente” o en la contemplación del rosa. Ahí están las frases que admiten y provocan diversas lecturas: “que sueñes lindo”, “la tristeza de la tierra”, “primavera árabe”, “Amsterdam / Fiorito”, " “it's the end of the world, as we know it (and we feel fine)”, “de retraso” (se refiere a un vuelo), “mar” (rara inscripción del nombre en la obra). Frases que sacadas de contexto adquieren la ligereza impactante del slogan y el misterio de la metafísica. Frases que no entorpecen los colorados rosáceos sino que los liberan. Homero decía que la aurora tenía “rosáceos dedos” y Mariela Scafati nos descubre en ese liminar (aurora rosa) el anuncio de un mundo que ya no será como el que conocemos. La alegría humana sobrevive.

Gonzalo Aguilar


domingo, 23 de octubre de 2011

Los últimos homosexuales

"Marcel Proust", de Pomarola Talk ( papel recibo de lavadero, con marcador y pintura de uñas)


Publicamos el reportaje que el Suplemento Soy de Página 12 le hace a nuestro amigo Ernesto Meccia, uno de los grandes sociólogos contemporáneos, con motivo de la aparición de su libro "Los últimos homosexuales".
Un compañero y maestro de la sociología le decía a los estudiantes de grado que cuando desde la sociología, los indios escriben sobre indios y los judíos sobre judíos, en la mayoría de los casos resulta en un producto reduccionista. Porque el analista no es ( o no debe ser en tanto sociólogo) el propagandista de los indios o los judíos. Omitía mencionar que cuando hay gran capacidad analítica, ser parte de lo que se analiza produce un encuentro extraordinario del producto intelecual con la vida. De la mejor manera: produciendo conocimiento. Que por supuesto no es hablar bien, ni siquiera de uno mismo como bicho social. Ernesto dice, estoy allí, en las páginas del libro. Y eso, lejos de ser un obstáculo, convierte a su trabajo analítico en una obra compleja y vital.
Página12 suplemento SOY
Viernes, 21 de octubre de 2011

¡Paren el mundo!
La experiencia de la homosexualidad, marcada por la clandestinidad, la solidaridad entre pares y los códigos del erotismo, se desvanece ante la llegada de la cultura gay, tiempo amigable y de reconocimiento de derechos. ¿Qué pasa con las personas que quedan entre un mundo y otro? En su libro Los últimos homosexuales. Sociología de la homosexualidad y la gaycidad (Gran Aldea Editores), Ernesto Meccia propone responder a la pregunta sobre cómo será la vida para los homosexuales el día después de la desaparición de la homosexualidad.
Por Liliana Viola
El último mohicano, El último de los amantes ardientes, Los últimos homosexuales... La palabra último asigna a todos los personajes una combinación de heroísmo y derrota. Entre el último orejón del tarro y la especie en extinción, los que quedan de la serie cargan con una concentración plus de ADN que los convierte, de pronto, en más raros que lo que ya fueron. Por fuerza del destino o por obstinación, son la prueba viviente de que las cosas cambiaron. Los últimos homosexuales, es decir, los representantes de una época sin mojones temporales, larguísima, dominada por la afrenta, ingresan a la era gay, un tiempo que si aún no es perfecto, mantiene una distancia abismal con el pasado de la injuria. Antes de que la experiencia homosexual ya no tenga cuerpos, el libro que acaba de publicar el sociólogo Ernesto Meccia recoge las voces de señores mayores de 45 años “que la vivieron”, “que son del palo”, con el objetivo de dar cuenta de esta transición de la homosexualidad a la gaycidad, las dificultades y las diferentes estrategias para alinearse. Caído el velo de todo lo que tenía códigos pero no nombres, queda en evidencia un entorno encantador y expulsivo, que ofrece restaurantes, publicaciones especializadas, representaciones artísticas, salas de chat, matrimonio igualitario, padres atentos a no meter la pata, pero que además ofrece descuentos a los menores de 25 años en sus saunas y se reserva el derecho de admisión. “Si eso no es un síntoma de las condicionalidades de la sociabilidad gay... –reflexiona Meccia– Porque de algún modo parecería que el precio del reconocimiento es segmentarnos como ocurre en la lógica heterosexual. Creo que es algo que merece ser discutido.”

Ni homenaje a los caídos, ni un réquiem a los yires y a las teteras, aunque se les eche de menos (“¡Cerraron los baños de Constitución que aparecen en Plata quemada en la escena esa de Sbaraglia! ¡Eran 40 mingitorios en hilera, nada que ver con estos nuevos baños llenos de Durlock...!”, se lamenta uno de los que dan su testimonio de este libro). Como tampoco se trata de una condena a esos viejos que no se integran, o que insisten en mantener gestos de homofobia internalizada. Meccia lo advierte ya desde el prólogo: abstenerse quienes esperen un veredicto sobre quién es mejor que quién, y ante la pregunta por una posible nostalgia responde con buenas coartadas: “No creo que sea un trabajo nostálgico, ni tampoco es un retrato estático. Vas a ver que elaboro una tipología de sentires donde podemos encontrar dos extremos de acuerdo a la relación con la gaycidad, desde el más incorporado al más rebelde”.

Efectivamente, el libro propone dividir estos dos últimos siglos en tres períodos: el homosexual, que culmina en 1983 y donde predomina un imaginario de una colectividad sufriente, la etapa del miedo; el período pre gay, que llega hasta mediados de los ’90, donde se empieza a hablar de una colectividad discriminada, la etapa del Gay Power; y finalmente, la era gay, el siglo XXI, donde el lenguaje de los derechos ya no es el de las minorías sino el de los individuos, se disuelve la colectividad, es la etapa de la globalización. Y en el tránsito de esos tres momentos, el autor caracteriza seis tipos de “últimos homosexuales”, de acuerdo con su proximidad con el modo de ser gay: el incorporado, el sensato, el extrañado, el neutralista, el replegado y el contestatario.

“Trato de poner en evidencia los distintos estados de ánimo al día después a la desaparición de la homosexualidad. ¿Qué quiero decir con desaparición de la homosexualidad? Que ya no se puede hablar de homosexualidad como experiencia social. Y si no hay cabida para la nostalgia, sí para una aproximación crítica a la sociedad gay. Por todas partes leo festejos acríticos, indulgencias para con nosotros mismos, un hacer la vista gorda. La vida no tiene final feliz, el conflicto hace al desenvolvimiento de la sociedad. Toda forma de liberación trae aparejadas nuevas formas de opresión, estamos mejor que antes sin dudas, pero detesto la fábula.”

¿Cómo no leer este libro como un trabajo sobre “todas esas locas que se obstinan en el closet y el sufrimiento”, Meccia reacciona categórico: “Rotundamente no. ¿Qué es eso de hacer mal un coming out? En esa sugerencia, que ya me han hecho algunos colegas, está implícita la presuntuosa hipótesis de que ese afamado proceso no pudiera salir mal, como si sus beneficios fueran automáticos. Me parece que verlo de ese modo es otra forma de castigo hacia esas personas que el heterosexismo ya castigó durante años. Y además no entender que no se trata de un enjuiciamiento moral sino un trabajo de escucha de sensibilidades”.

¿Qué significa hacer una sociología de la homosexualidad?
–Hablar de una sociología de la homosexualidad es casi hablar de una sociología sobre una colectividad, trabajar sobre un colectivo humano, en este caso el colectivo homosexual. Un grupo relativamente unificado en torno de ciertas características, algunas reales y otras que son invenciones fantásticas de la sociedad. En este caso, esa relativa unidad se debe a una situación de clandestinidad.

¿Y cuál sería el rasgo que identifica al colectivo homosexual?
–Si estamos hablando de que hay un grupo unificado y que esta unificación se debe a que la sociedad lo clasifica en los escalones más bajos de las categorías sociales, no existe mucha posibilidad de desarrollar estilos de vida, de diferenciación biográfica. Eso significa hablar de homosexualidad.

¿Y la gaycidad?
–Por el contrario, hablar de la gaycidad implica consecuencias a nivel de biografías individuales, la posibilidad de individualizarse, de construir un propio estilo de vida. Ya no se puede hablar de colectivo sino de una categoría social.

¿Cómo llegamos hasta aquí?
–Por el incesante trabajo de las organizaciones sexo-políticas, por un cambio de la sensibilidad contemporánea, que valora cada paso hacia la diversidad. Concomitantemente a ese trabajo de las organizaciones y a esta sensibilidad social que legitima las relaciones entre personas del mismo sexo, está la política de la visibilidad. Va descongelando eso que antes estaba fijo en el espacio social.

Por momentos parecería que le estás encontrando la quinta pata a la visibilidad.
–No, lo que digo es que la visibilidad produjo un lado oscuro, que es la movida comercial. Hoy por hoy, hay procesos de diferenciación social dentro de la gaycidad que pasan por el consumo. Con bastante frecuencia, la capacidad de distinguirnos está relacionado con enclaves de sociabilidad gay distintos. La pauta de sociabilidad de la gaycidad es una pauta de distinción, se establecen distinciones que operan como fronteras simbólicas que ubican en el espacio social distintas clases de gays. Esto contrasta con aquella pauta de homosexualidad, que era una pauta ecuménica, que está presente en los trabajos de Pasolini, Perlongher, Modarelli y Rapisardi.

¿Quiénes son “los últimos” de los que hablás en tu libro?
–Bueno, en el libro hago un recorte muy concreto. Son habitantes de sectores urbanos, de ciudad y provincia de Buenos Aires, que tienen más de 45 años. Trato de elaborar enunciados muy dependientes de tiempos y de lugares. Me concentro en un período que a su vez es un no tiempo y un no lugar. Los años de la experiencia muda. Que no se entrega a decírsela y que no está por fuera de la lógica de lo que no sea el discurso opresivo. Es la época de la colectividad. En este momento, con la aparición de Facebook y todas las tecnologías digitales, se disolvieron aquellas temporalidad y especialidad estáticas. Las tecnologías disolvieron la temporalidad y espacialidad. Esto, a su vez, por fuera de las grandes ciudades, plantea un interrogante. Hasta qué punto estos recursos van o no de la mano con las nuevas sociabilidades. Por ejemplo, a raíz de la publicación de mi libro anterior, La cuestión gay, desde la gobernación de Santiago del Estero me invitaron a dar una charla. En la sala, con toda la publicidad y las tecnologías disponibles, tenía entre el público unas cuantas travestis (que por razones obvias ya son visibles) y unas prostitutas que, como yo iba a hablar de la tolerancia, me hicieron algunas preguntas sobre la relación con la policía. No había ningún gay.

¿Los testimonios que fuiste consiguiendo confirmaron tus hipótesis o además te sorprendieron?
–Me sorprendieron los testimonios. Me sorprendió Antonio, cuando lo primero que me dice es una bravuconada: “Yo no necesité ir a un sauna para ser puto”. Me pareció una respuesta sintomática a las condicionalidades que la sociedad gay te pone. Si antes era meterte en el baño y jugártela a suerte y verdad, ahora hay una serie de condiciones que tenés que cumplir. Me sorprendió también el comentario de Gabriel, sobre la ley de matrimonio igualitario, cuando dice “es algo que la Presidenta dispuso” y que a él le hubiera gustado esperar a que la sociedad hubiera acompañado, que en un punto es provocar a la sociedad. Me parece sintomático el tema de la provocación, que es muy de la era homosexual. Los homosexuales, en términos muy generales, éramos expertos en un saber regulativo de la tensión con el medio ambiente, para no provocar reacciones éramos capaces de hacer ejercicios insoportables para contener las reacciones de la gente.

Ubicás en los ’80, en el regreso de la democracia, el comienzo del cambio. –Me peleo con colegas que dicen que en la época de los baños había resistencia. Y no, lo que había era una pasmosa adaptabilidad. Se gestaban esos medios de sociabilidad segura. Una normalidad que no se cuestiona: si un tipo, en el lugar más sucio del mundo, me guiña un ojo y nos relacionamos a partir de eso, yo ya no me pregunto por nada más. Esta adaptación a contextos de opresión son situaciones. Y también me da un poco de impresión cuando leo historias de la política sexual en Argentina y se habla del Frente de Liberación Homosexual, de un modo ahistórico. Porque por supuesto que fue una experiencia valiosa y revolucionaria en su momento, pero la política referida a la cuestión homosexual es dable a partir de 1983.

¿Por qué?
–Porque no podés hablar de una política de liberación en tanto y en cuanto no hayas construido ese objeto del que te tenés que liberar. Es decir, mientras la homosexualidad no dejara de ser una experiencia muda. Las luchas del Frente, a nivel del impacto social que tuvieron para los damnificados, creo que son incomparables con las otras luchas que estaban acompañando en ese momento. Se enciende el almanaque cuando los homosexuales, a nivel de vida cotidiana, se ven a sí mismos en Clarín, en el programa de mierda de Mirtha Legrand, cuando empiezan a circular en tapas de revistas de la familia. Ahí es cuando entran en la historia. En un principio construidos como una minoría, los que eran del palo, se construyó la opresión. Y cuando decís “una minoría”, estás diciendo que son tantos, que tienen tales características, que les suceden tales cosas, tenés que argüir una diferenciación de política identitaria.

La minoría tampoco es la misma ya...
–Ahora no tiene buena prensa el tema de lo minoritario porque te hace pensar en una especie de raza, de estirpe, algo muy concreto en el mapa social. Hoy por hoy, convicción teñida de lecturas ideológicas mías, la condición socioeconómica de gays y lesbianas permite tramitar cierta disolución del lenguaje de la minoría. La pertenencia económico-social abre puerta con relativa independencia.

Y la aparición de familias homoparentales en el panorama de los reclamos, ¿cómo la leés?
–Yo ahí sinceramente sigo viendo actos de resistencia para defender la legitimidad de vinculaciones que no son espejo de las familiares predominantes. Un acto de pararse para defender algo... Hay que bancárselo.

En este libro, que es un libro académico, escrito por un sociólogo, aparecen marcas de tu primera persona. Por momentos parece que también estás hablando de vos. ¿Puede ser? ¿Hablás de vos?
–Sí, buscame en algunas de esas páginas, que me vas a encontrar. Yo estoy adentro.

lunes, 22 de agosto de 2011

MELERO Y LOS FANTASMAS DEL MUNDO OBRERO






























Melero con los fantasmas del mundo obrero

Atrás del Parque la zona de Parque Patricios tiene todavía, luego del proceso de desindustrialización, inmensos galpones. Algunos son depósitos de importaciones y otros quizás albergan algún resistente establecimiento industrial. A la vuelta del barrio autoconstruído que el MTL organizó con desocupados de distintas zonas y que fue diseñado por prestigiosos arquitectos (y allí la radio Sur conducida por los compañeros de El Andamio de la Facultad de Ciencias Sociales), está el edificio de lo que hace más de treinta años fue la fábrica Bruno y Cia, productora de Amianto, gomas y afines. No fue necesario esperar a las disputas que el reducido mundo trabajador de occidente entabló en relación con los peligros de los productos que contuvieran asbesto como el amianto, para cerrar la fábrica. La política económica de la dictadura promotora del Terrorismo de Estado comenzó a vaciar fábricas antes de los años noventa.
En ese barrio, entre el parque y Amancio Alcorta, las madrugadas se poblaban de obreros que iban temprano a su trabajo, hasta los primeros años setentas. “A las cinco de la mañana, había por estas cuadras más gente que un domingo en la calle Florida”, dice un viejo vecino. “Claro todos vestidos de mameluco” Y allí había una continuidad. Los obreros caminaban esas calles desde principios del siglo XX. En alguna vieja fonda se celebró con un brindis el acto vindicatorio de Simón Radowitzxky; y el entero barrrio se conmovió en el trágico enero del año 19, El 17 de octubre se vivió como una fiesta popular como todas las movilizaciones del primer peronismo y en esa época la población creció y la alegría popular inundó esas calles empedradas. Hasta los primeros años setentas las asambleas obreras expresaron un proceso de radicalización quebrado violentamente por el terrorismo de estado.
Esos fantasmas construidos con maximalismo libertario, la rebeldía y la celebración peronista, el sufrimiento, las luchas y un lazo social fuerte, caminan hoy por las calles del barrio y su herencia concreta quizás está hoy en las luchas de los desocupados, hecha barrio digno. Quedan los restos de una potente cultura obrera. Sobre esos restos y acompañado de esos poderosos fantasmas es que Diego Melero realizó su performance en la ex fábrica Bruno y CIA, productora de amianto, convertida hoy en un centro cultural. Quiebra, unión obrera metalúrgica y amianto en Parque Patricios es el título de esa performance.
Horacio torres fue coordinador de este proyecto y sus buenos resultados no son independientes de que ya en otras oportunidades este artista, curador y director de museo, había curado obras de Diego Melero.
La ley de quiebras es la división que arma la performance de Diego melero convertido en un representante de la Unión Obrera Metalúrgica. Y es aquí que la obra de Melero adquiere la forma de paradoja construyendo un objeto que problematiza la historia argentina, o, si se quiere, una parte dramática de la historia de los trabajadores en Argentina. La primera parte de la performance se desarrolla en un entrepiso de la fábrica que desde el galpón donde estábamos los espectadores se veía a través de tres grandes ventanales de vidrios cuadriculados que estaban densamente empañados. Veíamos la sombra de Melero y escuchábamos su voz. La sombra hablaba de la cesación de pagos, el concurso, la hipoteca, y escribía en los vidrios empañados esas palabras que eran dibujadas al revés desde atrás de esa improvisada pizarra de vidrio para que quienes estábamos abajo pudiésemos leer correctamente. La sombra nos cuenta desde otro momento una historia que se hace difícil de convertir en un relato legible. Algo percibimos, pero, como siempre, solo algo, aunque las voces que sufrieron el derrumbamiento de una cultura obrera gesticulan y tratan de llamar la atención sobre lo que fue el final de una forma de vida. Esa sombra se movía de uno a otro ventanal escribiendo y hablando y nos decía muchas cosas de lo que provocó la Ley de Concurso y de Quiebras, la 24 522, como dicen los abogados. Esa es quizás la línea jurídica y simbólica que divide dos momentos. Pero, es verdad no todo se esfuma hay obreros y hay nuevas luchas. Las instituciones sindicales actúan sobre un mundo que entre otras cosas les ha sacado miles y miles de obreros y con ello parte importante de su fuerza política y cultural. Un gesto de la UOM en los años cincuenta, sesenta y primeros setentas era escuchado con atención por distintos sectores de la sociedad, por factores de poder y el gobierno que fuera. La UOM le hizo un célebre paro al primer peronismo en la primera mitad de los años cincuenta. Hoy la UOM es un sindicato importante, pero en una población que ha perdido miles y miles de puesto de trabajo industrial. Hoy la UOM no “para” el país. En las décadas mencionadas antes si podía hacerlo. Sin embargo, ahí está el viejo sindicato y algunas franjas de obreros como sus representados. Lo que es verdad es que la cultura sindical aprendida por sus dirigentes en otras épocas sirve para negociar, pero para negociar en retirada.
Por eso en la obra de Melero la lucha contra el amianto que contiene asbesto que produce cáncer de pulmón es una lucha justa que resulta extemporánea. Y allí es que baja Melero al primer piso y se lo ve ya no como sombra, sino como ser humano que se calza el casco amarillo y se enfrenta a los que éramos su público. La sombra era la voz confusa de la historia, el hombre de casco amarillo es el mundo presente con actores desacomodados. La lucha que escenifica el artista Melero es la lucha que debía haber ocurrido en los años noventas cuando se comenzó a debatir sobre el amianto como productor de cáncer de pulmón. En esos años las leyes laborales habían arrasado con los derechos de los trabajadores y antes el proceso de desindustrialización había provocado el cierre de esta misma fábrica convertida ahora en centro cultural. Hay momentos en los que el pasado no termina de morir, aunque el escenario sea claramente otro y lo que puede ser nuevo no queda plenamente configurado. En esos momentos se actúa con conocimiento de receta. Se habla del asbesto a los fantasmas de obreros que probablemente hayan muerto de cáncer sin poder atribuir esa enfermedad a sus condiciones de trabajo. Y se recuerdan las grandes luchas obreras desde un discurso peronista, se recuerda la semana trágica y el 17 de octubre, se canta la marcha peronista y los obreros ya no están en Bruno y CIA y en decenas de otras fábricas de amianto. Esos lugares que los enfermaban les permitían también a algunos soñar con un mínimo mundo mejor producto de esa integración y seguridad laboral y a otros soñar con enteros nuevos mundos. Pero ese discurso fantasmático aquí como elemento potente de una obra de arte sea quizás no solo la ironía sobre los gestos extemporáneos, sino también las formas en que se condensan en un trato mano a mano, igualitario, alejado de las maneras pomposas y grandielocuentes, los núcleos significativos que permiten la reinvención de una tradición ligada a las posibilidades de la emancipación humana.
Es arte político el arte de Melero, no porque prometa algo a futuro o porque parta de un modelo preconcebido que es necesario alcanzar, lo es porque cuestiona lo dado, problematiza lo cercano, desacomoda.
LR



viernes, 24 de junio de 2011

Presentación del libro "01 10 Creatividad, economía y cultura en Buenos Aires"





























La presentación del libro compilado por Paulita y Lucas se realizó en la sala Abuelas de Plaza de Mayo del Centro Rojas de la UBA. Adelante de la sala había una muestra en el mismo horario que era de nuestro amigo Fernando Goin. Aprovechamos y los organizadores de la presentación del libro promovieron el intercambio con el vino del libro y el fernet de la muestra. había mucha gente entre ello los autores del libro que están todos en las fotos. Casi todos porque Diego Vecino no pudo venir y entonces Pomarola fotografió a un flaco de barba que bien podría pasar por él. Entre todas los autores sobresalieron dos que escriben juntos y se llaman igual Martín y Martina, un verdadero dúo dinámico. Entre los invitados estaban Susana, Erica y Pancho, además de nuestro amigo Bernardo. Bernardo le explicó a Sonia que es del Quebec que el peronismo es quebecuá y que los del quebec, entonces son peronistas. Recordó que cuando llegó Degaulle que pronunciaría la frase "viva el quebec libre", los militantes peronistas habían elaborado una consigna en francés: "Degaulle y Perón Troisieme position" . Una de las autoras principales, Paulita tuvo la siempre grata compañía de Maya,la economista, su única amiga, que nunca falla. Maya fue un aporte fundamental en la post presentación cuando hubo que hacer las cuentas y demostró, en medio de una cantidad incontable de doctores, que las operaciones básicas no salían con facilidad y debió asumir un papel manolítico para el que obviamente estaba sobrecalificada.


En la presentación contamos con el aporte valioso de nuestros amigos Gabriel y Claudio quienes aportaron polémicamente a que la presentación fuese un ritual efectivamente intelectual

Performance de Blanca Rizzo en el Obelisco





El domingo anterior a partir de las 14s, en la plaza del Obelisco la artista Blanca Rizzo, amiga de sociocontraataca construyó una experiencia decididamente singular. Un muchacho vestido como un elegante camarero interceptaba a los paseantes en el día cubiero de niebla y les hacía una oferta que era un regalo singular. Se les proponía una danza a la carta. Las personas elegían un tema de una carta y Blanca danzaba para esa persona cada uno, con un auricular, la artista y el privilegiado espectador y escucha. Solo escuchaban ellos. A un costado los ocasionales paseantes, los amigos de lo que fue El Entre y este cronista disfrutaban de la elegancia y vitalidad de Blanca que danzaba acompañada por una melodía que no escuchábamos.

Seminario experimental de Diego Melero en Sociales







El jueves anterior fue la ultima de las cuatro reuniones del Seminario Experimental dictado por Diego Melero en la sede de la Facultad de Ciencias Sociales, en la Carrera de Sociología. Ya hace cuatro años que Diego viene implementando esta experiencia realmente singular. Por el seminario han pasado muy distintas y relevantes figuras del arte contemporáneo argentino y se han abordado cuestiones centrales para pensar la relación arte-sociedad. En esta oportunidad estuvieron los hermanos Alemian, Fernando Goin, Frank Paredes, Daniel Kurij, Lucas Rubinich, Pomarola Talk, Lux Linder, la curadora, galerista y verdadera armadora cultural Pelusa Borwitk.


Poesía, performance, dibujo, mundo editorial alternativo, obras en múltiples soportes, curaduría, gestión cultural nacional e internacional, en fin, en el seminario de Diego Melero se producen encuentros mágicos entre agentes de distintas zonas del mundo del arte que no es habitual encontrar reflexionando en un espacio común.







lunes, 30 de mayo de 2011

El Remate


“¡Porque sigue dando criollos,
Muy lindos criollos, el tiempo!”

Yamandú Rodriguez, “El remate”

El domingo 22 de mayo un día después de su apertura, el stand de la Galería De’ll Pete realizó un remate que ya en sus anuncios vía mail prometía un hecho, en principio poco común en estas ferias de arte: rematar obras de artistas (“los mejores artistas vivos de la feria) con base única de 200$. El Flyer enviado por correo electrónico explicaba que el stand de galería De’llPete era el 101 y a pie de página se veía el auspicio: se trataba de ACAVA (Asociación de críticos de artes visuales de argentina). La llegada de dos miembros de sociología contraataca con la intención de participar en el evento mencionado se encontraba con algunos obstáculos quizás propios de la organización de ARTEBA. Las encargadas de informes en la entrada del pabellón tenían dificultad para encontrar el stand de De’llPete. ¿Del Prete podrá ser?, preguntó amablemente una de las encargadas de informe, “porque De’ll Pette como vos decís no está en la lista”, y volvió a mirar con algún asombro el mapa de la feria en el que no encontraba la respuesta a mi pregunta En ese mismo momento llegó Roberto Jacoby a saludarnos. El era el alentador de esta galería nueva, pujante y quizás efímera. Le aclaramos a la informadora que Roberto era el dueño-artista de la galería y ella se sintió desconcertada a la vez que amable y risueña mientras Roberto marcaba en el mapa el lugar: Acá, dijo, el 101.

No encaminamos al stand 101 y efectivamente vimos el cartelito que indicaba “De’ll Pete” y abajo se aclaraba la nacionalidad de la galería: Italia. El espacio del stand resultó ser muy pequeño, casi un baúl de los stands vecinos. Allí adentro estaban guardadas las obras que se rematarían. Faltaban 15 minutos y Jacoby fue a buscar algo así como un mostrador, una mesa, o algo que sirviese para hacer caer el martillo en el remate. Volvió un tanto transpirado por el esfuerzo arrastrando un tambor o tubo con tapas de metal y un martillo común de clavar clavos. Se instaló en el pasillo frente a la puerta pequeña del stand de De’ll Pete y comenzó a convocar al remate con el martillo en su mano derecha: “Los mejores artistas vivos de la feria” decía, y además: “En las galerías van a pagar estas obras 800 pesos o más. Acá salen a 200”. Y comenzó con una pequeña obra en papel del ganador del premio en ARTEBA Carlos Herrea. “Carlos Herrera, ganador del premio Petrobras de Arteba. Quién da 200 pesos?”. Levantaba la pequeña obra y la gente que se había detenido en el lugar no terminaba de entender qué pasaba. Insistía el rematador sosteniendo la obra en alto y a veces revoleando el martillo: ¿“Nadie quiere dar 200 pesos por el ganador de Petrobrás”? y entonces comenzó a bajar el precio con el acuerdo del artista. Y llegó al límite: ”¿ Nadie quiere en 14 pesos la obra del ganador del premio de este Arteba?” Mariela Sacafati con cara de “no puede ser que nadie compre esto a este precio” levantó la mano y Roberto Jacoby bajó el martillo: “Vendido a Mariela Scafati en 14 pesos”. Siguió el remate: “Obra de Virginia Negri artista rosarina, feminista, alternativa, etc.” Y no se vendía. Luego vinieron dos obras de Diego Melero. “¿Nadie compra a Diego Melero?”, decía Jacoby. “En cinco años Melero va a valer una enormidad, es un gran artista” No había respuestas. Mariela Sacafati, la gran compradora del remate, dijo “la compro”, y dirigiéndose al artista le solicitó si podía pagar los 200 pesos en cuotas a lo que Diego Melero accedió con placer de que su obra quedase en manos amigas y de artista.

Otra obra de Melero, luego de las reiteradas interpelaciones al público que miraba y no se animaba. En realidad parecían no conocer a los artistas prestigiosos cuyas obras estaban siendo vendidas con una base de 200 pesos. Al fin levantó la mano Maxi Jacoby, curador del Centro cultural Ricardo Rojas y se llevó el otro Melero. El artista Dudú presentaba en el remate una serie de cinco forografías. Primero se intentó vender la primera serie de tres y luego el rematador Roberto ante una sugerencia el artista propuso todas las fotos por la misma base. Había llegado el lugar el coleccionista de arte contemporáneo Iconikof a quienes todos los que lo conocían miraron de manera expectante. Sobre todo los artistas. Iconikof dijo: Sí, compro todas a 200 pesos”, y fue su única intervención. Varias otras obras fueron ofertadas y algunas no se vendieron. Compró también la artista Florencia Cabeza, y sociocontraataca adquirió (adquirimos) una obra de Vicente Grondona que consiste en dibujos en negro en un sobre de papel madera de ambos lados.

“Marrone: Artista de bienales internacionales, residente en Barcelona. Marrone vale mucho más. Sus obras se venden por lo menos en dos mil dólares”, decía Jacoby mirando con firmeza al público que se congregaba en torno al hecho que estaba ocurriendo en la puerta del stand de De’ll Pete. Apareció el comprador del Marrone por el precio de base y se vendió.

“Lux Linder, quién no compra por apenas 200 pesos un Linder. Vale más”, dijo Jacoby y subió a 220, alguien ofertó 230 y el rematador comprador intervino subiendo más 240. Nadie intervino y el rematador dijo: “Me la quedo yo para mi colección privada”. Luego acercó a la mesa de remate una inmensa caja de cartón que habría albergado obras y comenzó a sacar una serie de papeles y etiquetas hasta que quedaron solamente dos en las que se leía FRÄGIL. "Esta es una obra de Roberto Jacoby" decía el rematador jacoby."Se llama Frágil.El artista está exponiendo actualmente en el Reina Sofía. Doscientos pesos ¿Quién oferta?" Desconcierto, sonrisas y ausencia de ofertas.

“Tenemos que terminar porque ahora a las 20hs se hace la performance de Mariela en Barrio Joven”, anunciaba el rematador, quien tenía todavía obras en las manos y continuaba ofertando. Apareció Marta Minujin en el final del remate. Saludó a Jacoby y éste le dijo:
- Comprá estas obras de artistas jóvenes con base de 200 pesos...
Marta Minujín respondió mientras se iba rápidamente:
-Yo no compro arte. A mi me regalan.

Pomarola Talk y Patricio Dean

viernes, 27 de mayo de 2011

Mariela Scafati y el "Kamishibai de campaña" en ARTEBA



















Video del Kamishibai de campaña
http://www.youtube.com/watch?v=-V2Gdpb5CKY&feature=player_embedded

¿Hubo arte político en ARTEBA?: Sí, acá

Cómo se hace arte político directo sin ser fagocitado por el discurso político, como se hace arte panfletario, directo, potente, sin que eso sea un simple y, por supuesto, legítimo panfleto político que, obviamente no es arte político. Como producir un objeto que a la vez de intervenir decididamente contra una posición defendiendo otra en un espacio determinado, no sea, en la síntesis, la condensación, mediados por algunos elementos artísticos, de los sentidos comunes descalificatorios de la posición enfrentada. Cuando es así, ni los adherentes ni adversarios de esa posición se sorprenden, actúen como actúen en función de esa intervención.

La artista Mariela Scafati el domingo 22 de mayo en el sector barrio joven de la feria de arte ARTEBA realizó una experiencia en la que se puede encontrar una respuesta imaginativa a las preguntas planteadas. Acompañada por la artista visual Florencia cabeza y por la guitarrista de Orquesta Roja, Lola Granillo, realizó una performance a la que llamó “Kamishibai de campaña” valiéndose de los recursos del viejo teatrote papel ambulante japonés

Dicen que el kamishibai o teatro de papel o quizás más literalmente drama de papel parece poder encontrarse por el siglo XII en Japón y revivido fuertemente en la primera parte del siglo XX-. Los gaito kamishibai eran andantes que establecían sus pequeños teatritos y relataban historias que iban siendo acompañadas por ilustraciones en papel que cambiaban en la pequeña pantalla en función de esa historia. En esa pequeña pantalla delineada por un marco de madera que no es mucho más grande que una carpeta oficio, Mariela comenzó su tarea de gaito kamnishibai argentina interviniendo en el debate de campaña por la elección del jefe de gobierno de la ciudad. La artista no hablaba, simplemente pasaban las láminas de papel que en principio no contenían imágenes. Colores, pura pantalla de color que cambiaba. Cuando llega al amarillo, Mariela saca ese papel y lo entrega a Florencia que esta parada muy seria, detrás de una mesa que alberga a un aparato destructor de papel que se usa en las oficinas. Florencia lo rompe en partes y lo introduce en el aparato y el “relato de colores” continúa hasta que llega otro amarillo, en este caso con algún símbolo pequeño que identifica al partido del actual jefe de gobierno. En ese momento se repite la misma ceremonia que se realiza con alguna ostentación. Distintas etapas en las que por fin aparecerán frases que ya claramente no dejan dudas sobre esa identidad que está siendo enviada al destructor de papeles. Sin encuesta, pero con sensibilidad sociológica sostenida en las vivencias por estos mundos en esta ciudad, es posible imaginar que entre el público de esa feria hay un porcentaje importante de votantes del partido que actualmente está en el gobierno de la ciudad. Ese partido se relaciona con sus votantes y potenciales votantes con pocos argumentos y mucha performance de sentido común: alegría exigida de fiesta animada por profesionales, algunos globos y frases de sentido común. Por supuesto, también hay propuestas concretas, pero hay un discurso superficial sobre la nueva política, la no confrontación y la buena onda. El partido que censuró a un candidato a la secretaría de cultura por gay, tiene no obstante, un discurso central por la nueva política y por la no confrontación y una recurrente preentación en clima de fiesta y buena onda..

En ese espacio donde hay un alto porcentaje de votantes del PRO, Mariela Scafatti construyó un objeto performático bajo formas artísticas no convencionales de alta confrontación. Los objetos estéticos de intervención directa no andan con vueltas y este no anduvo con vueltas. Para decirlo también sin vueltas, fue agresivo en el sentido vital que tiene la agresividad simbólica en la lucha política. El relato del Kamishibai de campaña era explícitamente "no sos bienvenido",“no queremos ese partido ni a sus políticas, decididamente los rechazamos y se lo hacemos saber al mundo”. Claro, el objeto, por decirlo rápido, tenía algo de angelical. La guiarrista con un look fifty’s rasgueaba una melodía que se tornaba creadora de suspenso en los momentos de destrucción de los papeles, Mariela con su vestimenta singular, centelleante, pensada por una artista, pasaba las láminas con su natural onda de amabilidad y decisión, Florencia, en todo caso era el ángel malo. Pero se trataba de tres chicas que no son las clásicas militantes políticas; que eran parte de ese mundo naturalmente, con la posibilidad de ser singular que otorga el ambiente, y que se valieron de un recurso artístico no convencional para hacer arte, arte político, e implicar y quizás confrontar con una parte del público y seguramente con un clima de ARTEBA. Que haya sido un objeto artístico el que se construyó, que no sea la simple mimetización con el discurso político, le dio a esa experiencia, en ese lugar, algo de lo que algunas acciones políticas carecen: fuerza política.

LR

jueves, 26 de mayo de 2011

Video de la muestra "Kurt Wilckens and Baby Jane" de Pomarola Talk en Sociologia


http://www.youtube.com/watch?v=KifxBWLNpUY


Muestra "Kurt Wilckens and Baby Jane" de Pomarola Talk.

La muestra se realizó el día Jueves 5 de mayo de 17 a 19 en el aula 512 del 5º piso de la Facultad de Ciencias Sociales en Marcelo T. de Alvear 2230 durante las dos horas de la clase teórica de la cátedra Sociología General, de la Carrera de Sociología de la UBA dictada por Lucas Rubinich.
Fue documentada en video por el joven realizador de TV cultural Lucas Rubinich III.

Pomarola talk (1963) es una artista que realiza obras en cartones desarmados de envases de productos masivos, en papeles pequeños que encuentra en el andar cotidiano y utiliza, además de témpera óleo y acrílico, simples marcadores, lápices y esmaltes baratos para uñas. Pomarola es relativamente autodidacta, aunque pasó un par de años hace casi dos décadas por la carrera de letras; en los últimos tiempos estudió pintura con Dante Saganías, serigrafía con Mariela Scafatti, concurrió a la clínica de Fabián Burgos y desde el año anterior asiste a la clínica de Daniel Joglar. Participó de la muestra colectiva "El encantamiento de los apuntes,"realizada en 2009 en la cátedra de Sociología General, en la Carrera de Sociología en la muestra colectiva en Mapa Líquido curada por Mariela Scafatti y Marina Decaro. En la reciente marcha del orgullo realizó una performance que consistió en repartir junto a unos compañeros una estampita. La estampita es la fotocopia de su obra el cristo travesti que consiste en un pequeño dibujo a lápiz con letras doradas hecho sobre una también pequeña hoja de libreta blanca.

La cancion es "Não Chore Mais (No Woman, No Cry)" que forma parte del disco tributo a Bob Marley de Gilberto Gil intitulado "Kaya N'gan Daya" del año 2002

domingo, 8 de mayo de 2011

Fiesta en Socio General: muestra de Pomarola

Estuvimos en la muestra de Pomarola Talk que presentamos en el anterior artículo de Sociocontraataca. Todo empezó a las 17hs. que es el horario de la clase teórica que dicta Lucas en la cátedra Sociología General. Allí los estudiantes colaboraron con Pomarola, Meligold y Lucas que no habían terminado de acomodar las cinco pantallas de tela blanca donde se colgarían (pegarían)las obras de Pomarola. Las paredes eran los suficientemente resistentes como para resistir los clavos que habían traído los trabajadores de la facultad. Uno de ellos, el que trajo la escalera, le dijo a Lucas que él apoyaba " todas estas cosas que hacen, porque es bueno que haya arte en la facultad". Con buena voluntad de los estudiantes y todo no se pudo con la pared, así que se optó por colgarlos de unas salientes de la ventana, del pizarrón, y otra, con uno de los clavos en la escalera de madera. Mientras se armaba la muestra se escuchaba desde el equipo de sonido la música electrónica de Matthew Herbert. Un estudiante preguntó, en broma, donde vendían las entradas. A un costado, una mesa cubierta con un mantel blanco albergaba unas cuantas botellas de vino y vasitos cancheros anunciando, como prometían los folletos y los mails de invitación, que al final se tomarían unas copas. Cuando comenzó la clase algunos estaban mirando las obras y llegaban los invitados, el hombre del cine documental Guillermo de Carli, la profesora de Ciencia política Marina Farinettí, los artistas Dante Saganías, Santiago Villanueva y Diego Bugallo, el fotógrafo artista francés y muy porteño Nicolás Bohler y otros amigos de Pomarola y de Lucas. Lucas hablaba en esta clase de la construcción del objeto científico y del objeto artístico. El otro Lucas, Lucas III, filmaba el evento con el objetivo de armar un videclip. Serían casi las 18,20hs y lucas finalizó la clase agradeciendo a Pomarola e invitando a todos a mirar la muestra y a tomar vino. Hubo un aplauso y todos se levantaron a mirar la obra con su copa en la mano y a charlar con la artista que contestaba mil y una preguntas con buena onda y alegría. Se escuchaba ahora con fuerza La Internacional cantada en francés y había clima de fiesta. Luego de las 19hs. habían llegado estudiantes del curso posterior que también se integraban a la muestra. Luego de 15 minutos más todos ayudamos a levantar las pantallas y a acomodar lo que se había desacomodado antes de que comience la otra clase. Lucas había dicho al final que estas invitaciones a la que los artistas respondían con toda la buena onda, contribuían a armar comunidad y y a rearmar relaciones de la universidad con zonas del mundo del arte. No sé si no es un poco exagerado, simplemente ocurrió que en un lugar de conocimiento se desarrolló un evento que con alegría relaciona el arte y la universidad muy vitalmente. No sé que es eso, pero, me basta.
Patricio Dean