martes, 26 de junio de 2012

Lorena Soler desde Asunción dice sin vueltas, algo sobre el momento complejo que vieve el pueblo paraguayob





La plaza de Las Armas quedó vacía

Por Lorena Soler *
Desde Asunción
Luego de dos días de convulsión política, Asunción despertó cobijada por una normalidad sorpresiva. Acaso no hay rastro alguno que indique que aquí ha sucedido un golpe de Estado. “Hoy por suerte ya estamos tranquilos”, susurró la chola en un extraño guaraní cuando compré mi religioso chipá diario.
Aquí no ha pasado nada. La brutalidad de los acontecimientos es la brutalidad del realismo político explícito. Quien gobierna con tanta normalidad en apenas horas de haber usurpado el poder, es porque lo gobernaba todo antes. En fin, Fernando Lugo no controlará los resortes básicos del Estado nacional, ni siquiera a una policía que hace apenas ocho días asesinó a varios campesinos, lo más querido de su origen y el último eslabón de su apoyo social.
Y así. Los canales locales de televisión, luego de 48 horas de transmisión en vivo, retomaron su programación habitual, una vez asumido el ahora nuevo presidente Federico Franco. El fin de la noticia es el final anunciado de un ciclo político que no deja de sorprender por la exactitud con la que se llevó a cabo, un guión en el que no hubo lugar para la improvisación. Y ahí tal vez radique la eficacia de las nuevas formas de ejercicio de los golpes de Estado en América latina. Un golpe de Estado en tiempos televisivos.
Las corporaciones del agronegocio (que el Estado paraguayo dejó crecer a falta de un proyecto regional de desarrollo económico alternativo) junto con una la clase política alienada borraron de un plumazo “legal” a un presidente constitucional. En aras de legitimidad de la legalidad, los golpistas se preocuparon por articular las tramas del sentido político en la utilización de las herramientas legales habilitadas por la Constitución y, con ellas, presentar una impecable continuidad institucional. En horas, Federico Franco ya tenía su nuevo gabinete y dos o tres medidas desempolvadas, entre ellas una alianza económica explícita con el mundo asiático.
La apelación a la legalidad para conservar el poder (incluso para violarlo) no es una novedad en el mundo occidental, pero mucho menos en estas tierras, donde gran parte del basamento y de la estabilidad stronista deben explicarse por ello. Sin embargo, la legalidad será el principal argumento con el que tendrá que batallar la Unasur, que adeuda al menos decir algo más de lo que implica no reconocer a Franco. Pues hasta hoy, los organismos regionales representan el único escollo a la gobernabilidad del nuevo presidente.
Sin embargo, la posibilidad de apelar a una legalidad abstracta, profundamente ideológica, pero disfrazada de imparcialidad, sólo es posible cuando no hay actores, sectores que disputen ese argumento. Por allí sólo quedan algunos ciudadanos de las redes sociales que son pura incógnita en su capacidad política.
Entonces, la normalidad se hace carne en una cotidianidad social. ¿Qué es lo que ha ocurrido para que los cambios políticos e institucionales, y su actual gravedad, no repercutan en la vida diaria de muchísimos paraguayos? Ahí se devela la gran deuda del luguismo. Por esa brecha amplísima entre dos mundos escindidos, desconectados, la vida política y la reproducción social, Lugo pudo ser presidente. Por la continuidad de esa misma brecha, es decir, una representación política hecha añicos, partió del gobierno, sin que su destitución interpele “la normalidad”.
Y como si no alcanzara, su por ahora último discurso desde el palacio presidencial exhibe precisamente la política en estado de tragedia: sólo se puede gobernar Paraguay si se pertenece a las mafias, la clase política o se pacta con el negocio del narcotráfico. En pocos minutos, la plaza de Las Armas quedó vacía. El sentido último de lo público ya no tenía derecho a existir.
* Socióloga Conicet-Iealc.

sábado, 23 de junio de 2012

El dolor paraguayo.

Lorena Soler, compañera de sociocontraataca, construye una crónica implicada  y sensible sobre la situación del hecho dramático que afecta al hermano pueblo paraguayo.
Paraguay: crónica de un golpe de estado, por Lorena Soler
SÁBADO 23 DE JUNIO DE 2012
Por Lorena Soler
Asunción amaneció extrañamente fría. También especialmente militarizada. Sólo algunos comercios se atrevieron a levantar sus persianas. La ciudad estaba silenciada, sin transporte ni caminantes. Los paradores de comida habían desaparecido. Sólo en las paradas de taxis, que conservan sus televisores colgados de viejas columnas, podían observarse manifestantes que pispeaban noticias en la procesión hacia la plaza. En ella, las campesinas reemplazaron la venta de chipá por viejas radios. Lo importe, sin duda, era la inmediatez de las noticias que corrían a un ritmo inesperado.

Para ingresar a la Plaza de Armas, la plaza de la “resistencia” frente al Congreso, era necesario atravesar varios controles policiales. Mayoritariamente, jóvenes y campesinos, con pancartas de cartón producidas bajo urgencia, expresaban odio, también de clase, contra los “senadores corruptos”. Los cánticos eran “Lugo, amigo, el pueblo está contigo”. Es que ese presidente es un hombre del pueblo campesino, origen privilegiado para ganar las elecciones en 2008.

En la Plaza se había improvisado un precario escenario con audio desafinado. Allí subieron varios ministros del frente político luguista, personalidades de la cultura y, paradojas de la historia, quien supo ser el gran líder del Partido Liberal en la transición a la democracia, Domingo Laino. En sus discursos, todos apelaron al guaraní y a la frase “dictadura nunca más”.

A la Plaza habían llegado manifestantes desde la tarde del jueves 21. Ese día, diputados y senadores habían aprobado por unanimidad el juicio político al presidente constitucional Fernando Lugo. Tres horas antes, los ministros y funcionarios del Partido Liberal que formaron parte de la coalición de gobierno renunciaron en su totalidad. La suerte del juicio político estaba cantada. El Partido Liberal y el Colorado, creados en 1887, han conservado a lo largo de toda la historia una predominancia en el sistema político. Juntos a la derecha modernizante Patria Querida y la escisión colorada que responde a Lino Oviedo (UNANCE), habían acordado destituir a Lugo.

La única esperanza era UNASUR. Los cancilleres mantuvieron reuniones maratónicas con las fuerzas políticas, cobijaron al presidente y pronunciaron un comunicado contundente. No reconocerán a un presidente surgido de un proceso indebido como el que se estaba cursando. Nicolás Maduro, como buen chavista, fue por más. Tomó el micrófono y gritó que Venezuela retira toda colaboración. Pero ello no alcanzó: acaba de asumir la presidencia el vicepresidente Federico Franco, primer presidente del Partido Liberal desde 1939.

Los sobrantes argumentos jurídicos acerca del “indebido proceso”, la inconstitucional de un juicio sin argumentos legales ni políticos, obliga a buscar la causas del golpe de estado en una clase política que, por lo menos desde el stronismo, sigue manteniendo el control del Estado, que Lugo no pudo controlar ni generar un grupo propio para alcanzarlo. Hasta la Iglesia le pidió que dejara la presidencia. Los otros pequeños movimientos y ciudadanos sueltos, por su propia condición, no inciden en estas urgencias.

Hoy, parte de esa clase política trasparentada en un decadente Congreso, sin representación social y aislada de los procesos latinoamericanos, se defiende aferrándose a los elementos más conservadores del sistema político: el control de la presidencia. Cree que con ello puede asegurar su reproducción en un sistema en una franca crisis de representación. Mientras, en cada uno de los rincones de este dolorido país, hay muchos que esperan de una fuerza política capaz de interpelarlos.

La reciente matanza de once campesinos miembros del Movimiento Campesino de los Carperos y cinco policías, brindaron los argumentos finales para responsabilizar al gobierno, según lo expresaron senadores y corporaciones mediáticas: “Lugo alentó la lucha de clases”. Se apeló al miedo como memoria muy vivida. No sólo de la dictadura, sino a las muertes en 1999 de jóvenes intentando defender otro orden democrático.

La destitución parlamentaria de Lugo ya había sido intentada otras veces. La diferencia fue el respaldo del sector del Partido Liberal que responde al vicepresidente Franco. Había obtenido el último lugar en las internas de su partido, inhibiéndolo de ser candidato en las presidenciales de abril de 2013. Fue entonces el último manotazo por controlar el proceso electoral. Nunca se convocó al directorio del Partido Liberal para consultar sobre el destino luguista. Por el contrario, se armó un comité político que respondía a Franco, para que le allanara el camino a la presidencia. Parte de todo esto es también la crisis interna del Partido Liberal.

Sin embargo, si la historia es cíclica, el próximo presidente será del Partido Colorado, y en el peor de los escenarios, el megaempresario Horacio Cartes. Si lo que quede de los partidos de izquierda que acompañaron a Lugo logran reposicionarse, entonces aprenderán que se debe ganar elecciones, pero también generar una nueva fuerza política. Llegar a la presidencia sin representación en las cámaras, sin adoptar decisiones que permitan una legitimidad amplia, confirma las consecuencias de otra frase mítica de la campaña luguista: “justo en el medio, como la ranura del poncho”.

La destitución de Lugo fue vertiginosa. Pero, después de su último discurso como presidente, no dejó otra opción que el vaciamiento de la plaza. Solo quedaron las radios de fondo y una espectral sensación de frío.
*La autora es socióloga y becaria de Conicet/ Iealc

viernes, 15 de junio de 2012

Tres solistas experimentales en el Sexto Cultural

Esta noche viernes 15 de junio 21hs. en el Sexto Cultural Federico Lacroze 4181. Tres solistas y la obra Uterotopo de Ophleié D'or. Alrededeor y dentro del Uterotopo tocarán sus singulares intervenciones en Bandoneón El Amateur, la guitarra de Germ, ECHM , y la otra guitarra y voz de Lola Travaille

jueves, 7 de junio de 2012

Cachafaz:Tatiana Santana y Claudio Pazos en la REA entrevistados por Pomarola Talk y Lucas.








Cachafaz:Tatiana Santana y Claudio Pazos en la REA entrevistados por Pomarola Talk y Lucas. Luisina de Recoleta, oyente habitual de Ni víctimas ni verdugos estaba con sus amigas y novia, y era la noche de su cumpleaños 23. Se destapaba el Cynar y se preparaba el mojito de cynar: Había calor humano para pelear el frio que penetraba por las vidrieras de la REA. Martín acomodaba las letras pertinentes para armar un afiche en la imprenta alemana de tipos Phoenix presse que perteneciera a Severino Di Giovani. Ophelié susurraba trozos de La marsellesa a capela porque Lucas había recordado el significado revolucionario a fines del XIX y principios del XX de la canción francesa. Los martires de Chicago la fueron cantando camino al cadalso y hoy resonaba en este ambiente con marcas del mundo libertario. Belén y Loló preparaban la salida al aire, cuando llegaron y le agregaron más onda todavía al lugar Tatiana y Claudio. Pomarola había seleccionado algunos momentos libertarios de Cachafaz y también los marcados por la fuerza mística de Almafuerte. En fin, una noche mágica en el triángulo mágico en el que confluyen Boedo, Pque., Chacabuco y Caballito

lunes, 4 de junio de 2012

"Ni víctimas ni verdugos" entrevista a Tatiana Santana, la directora de "Cachafaz" de COPI


Hace 2 segundos
Mañana martes 5 de junio, a las 22hs. en "Ni víctimas ni verdugos"(REA)www.realaradio.com.ar entrevistamos a Tatiana Santana y quizás a uno de sus geniales actores.Tatiana dirige una potente y conmovedora puesta de "CACHAFAZ" la ultima obra de Copi: sobre un alucinante grotesco se arman una rebelión popular que habilita al odio santo de los oprimidos a realizar de hecho una justicia pecadora practicando lo que la buena sociedad pudo legitimar en casos de apuesta de sobrevivencia: la antropofagia. Un héroe popular heredero del Moreira de Favio, de la Evita de Perlhonger, de la irrefrenable y trasgresora voluntad de justicia mística de Almafuerte y también una historia de amor sin correción política, con el dolor y el dramatismo que hay en los bordes de la sociedad y la cultura. Hay que ver esa obra y mañana a las 22 hs. escuchar nuestra entrevista a Tatiana.





FICHA ARTÍSTICA Cachafaz: Emilio Bardi La Raulito: Claudio Pazos Coro de vecinas: Rosario Albornoz, Catalina Lescano, Patricia Martínez y Pilar Rodríguez Rey Coro de vecinos: Andrés Granier y Marcelo Lirio Músicos en escena: Joel Maiante, Pablo Martínez y Eugenio Sánchez Escenografía: Rocío Matosas...


sábado, 2 de junio de 2012

El dark room construído con sensibilidad sociológica.

Sociología inteligente la de Ernesto Meccia. Construye objetos poderosos deteniéndose en algunos gestos de zonas particulares de la vida urbana: no folkloriza, ni tampoco lo mira desde el podio del saber. Con ese saber da cuenta de las mínimas y complejas formas de la acción social y permite con ello reflexionar-desde la sociología-sobre la vida.
Artículo de Ernesto Meccia, sociólogo sensible, amigo de sociología contraataca

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-2471-2012-06-01.html

Mi mundo

Elogio de la oscuridad

¿Qué puede hallar un sociólogo que se aventura en un dark room? Un lugar para ir de vacaciones: el espacio donde se busca y se encuentra a tientas puede ser un excelente lugar de veraneo para la presión de identidad que se vive todo el año.

Por Ernesto Meccia
Primero tendríamos que dibujar un plano de estos lugares para el esparcimiento: casi siempre existen tres sectores –o “territorios”, en el sentido más profundo del término– que dejan alternar entre la luz, la oscuridad y el limbo de la penumbra: el bar con su barra, las sillas y acaso algunas mesas, los pasillos que a menudo diseñan una cuadrícula a media luz que dan a cuartitos cuyas puertas pueden cerrarse y, por último, el mítico cuarto oscuro que suele tener la forma de un laberinto. Lo último no es broma: baste con recordar las veces en que los asistentes novatos chocaron sus narices con una especie de chapa blanda que, seguro, no oficiaba de muro sino de guía.
En segundo lugar, podríamos pensar qué hace la gente en esos lugares. Pero así, dicho en plural. Deseo demostrar que si pensamos en los espacios más iluminados y los menos podremos entender mejor lo que ocurre en el más oscuro de todos, que es el que más nos interesa.
Evitando cualquier malicioso equívoco moral, digamos que en el bar la gente está para “mostrarse”, para “exhibirse”, para dejar ante los demás un claro y visible testimonio de sí, del tipo “yo soy lo que ves”, lo cual equivale a decir que la zona luminosa es utilizada para individuarse. La individuación es posible en tanto y en cuanto se ostenten marcadores de “identidad social” y de “identidad personal” que –se espera– serán tenidos en cuenta por los otros si es que quieren establecer un intercambio sexual. Ejemplos de marcadores del primer tipo estarán en las conversaciones que se entablen (lugar de veraneo, nivel educativo, ocupación laboral) y si las mismas no tuvieran lugar podrían inferirse por intermedio de la ropa, y si la gente no tuviera la ropa puesta, por los accesorios. Los marcadores de la segunda, en cambio, hacen referencia a lo que esas personas serían capaces de hacer en los intercambios sexuales, y aquí no hay tutía: a diferencia de la web, donde puede emplearse hasta empacharse la expresión “versátil” o inducir pensamientos a través de fotografías expresamente trucadas, en los bares la gente se mira en vivo y en directo y, en consecuencia, de tal postura corporal, de tal actitud, de tal mirada pueden inferir si se está ante un codiciado “activo”, o un “pasivo”, o un fatalmente escaso “popperiano”, entre tantas otras marcas posibles.

Trapitos al sol

En esos lugares que favorecen intercambios que duran tanto como un suspiro, naturalmente, la última clase de marcadores tiene predominancia. En resumidas cuentas: es en la zona luminosa donde las personas se muestran (“pelan”, podríamos decir, sus atributos), presuponiendo que, en tanto individuos, recibirán un trato concordante. Pareciera haber en cada uno la esperanza, de que se ponga en acción una lógica de “responsabilidad sinecdóquica” como decía el sociólogo Erving Goffman, es decir, que los demás tomen una parte mía (la que mostré a la luz) como manifestación de mi todo, y si ello ocurriera, yo tendría que comportarme simétricamente, es decir, tendría que cuidar que ninguna de mis manifestaciones futuras contradigan la información que brindé. Por ejemplo: si alguien dio muestras por cinco segundos de ser “activo”, luego deberá serlo a tiempo completo.
Obviamente, si las cosas sucedieran así, entonces, el bar (la luz) estructuraría la dinámica de esos lugares: el activo iría a un cuartito con un (o unos) pasivos (claro que lo inverso es cierto también), un musculoso con un “ídem cero plumas”, y un sádico con un masoquista, y súper etcétera... porque todos harían lo que permitieron entrever.
Pero esto no tiene nada de obvio, porque la cuestión es que los humanos somos seres de impulsos variables que tenemos ganas de hacer más cosas (y/o otras cosas) que las previsibles, que las que dijimos que íbamos a hacer. Ello tiene estrecha relación con la problemática de la identidad: no somos nada, no nos reconocemos sin ella, pero al mismo tiempo sentimos que nos aprisiona con los dulzores de la seguridad existencial. En este sentido, todo bien con la responsabilidad sinecdóquica (cuyo propósito es el de “no me confundas”), pero hay que reconocer que a veces funciona como una cárcel.

Me tomo cinco minutos...

¿Y si nos tomamos unos minutos y nos olvidamos de nosotros mismos, nos desindividuamos? ¿Y si nos destituimos de los atributos que mostramos a la luz? ¿Y si nos invisibilizamos y nos dejamos llevar por el imán de la nada, tanteando carne por la oscuridad mientras se tiene la sensación de que la música electrónica suena a miles de kilómetros de distancia? ¿No sería un merecido descanso de los deberes identitarios? Y aclaramos que no estamos sugiriendo nada parecido al reniego de la identidad sino a descansar un poco de la misma (así como pensamos las vacaciones del verano).
Si volvemos a mirar el plano del lugar e imaginamos a la gente moviéndose dentro suyo, veremos cuán irresistible es el tránsito hacia la oscuridad destituyente. Y es que lo dicho debe ser muy cierto: ¿por qué, si no, quienes tiene todas las de ganar a la luz (remarco el sentido futuro) entran allí? ¿Por qué, quienes ya ganaron a la luz y con todas las de la ley, luego se dan una vuelta por el celebérrimo dark room?
Ahora tenemos más elementos para ver en la oscuridad: si el bar era el lugar para la individuación, el dark es el lugar para la fusión y la coalescencia, el sitio por excelencia donde lo social se vuelve, por un instante, más puro y colectivo, más deliciosamente casual y lúdico que nunca. Por eso mismo, los intercambios grupales (también llamadas “orgías”) se producen con harta más frecuencia en entornos sociales como éstos, que propenden al borramiento de fronteras en los cuerpos.
Probablemente, la asiduidad de la asistencia no le quite intensidad a la circunstancia de atravesar por las dos circunstancias (luz y oscuridad) en un mismo día. Tal vez por eso no sea infrecuente encontrarse en los pasillos a asistentes que están –aparentemente– sin hacer nada, con la mirada como perdida en un recuerdo o en una anticipación, frente a cuartitos que pueden estar vacíos, con las puertas abiertas. Así como el dark les permitió descansar de la luz, la penumbra de los pasillos pareciera dotarlos de coordenadas necesarias para encarar la tercera circunstancia de salir a la calle.