jueves, 22 de julio de 2010

Sociocontraataca en la rosada igualitaria. Entrevista a Ernesto Meccia




Sobre la ley de matrimonio igualitario y la iglesia católica: LA DERROTA DE LA MÁQUINA DEL MIEDO. Entrevista a Ernesto Meccia
Por feduba prensa el 22 Julio 2010
En el marco de las entrevistas realizadas a actores claves del mundo académico, FEDUBA dialogó con Ernesto Meccia, Licenciado en Sociología y Magíster en Investigación Social (UBA). Es autor del libro “La cuestión gay. Un enfoque sociológico” (Gran Aldea Editores, 2006). En la actualidad se desempeña como Profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional del Litoral.
¿Cuáles son los sentidos más importantes la ley que aprobó el Senado que habilita el matrimonio entre personas del mismo sexo así como la adopción de hijos?
En mi opinión, es trascendente desde una doble perspectiva: en primer lugar, es saludable que la clase política de nuestro país no tape más el sol con el dedo; mejor dicho, es saludable que se haya dado cuenta que el sol existe con independencia de su voluntad.
Los cambios que se aprobaron en el Código Civil no inventan absolutamente nada, esta nueva legislación viene a reconocer una realidad preexistente. Para aquellos que se asustan, que se queden tranquilos: las familias homoparentales (también llamadas “nuevas familias”) no representan el invento de las organizaciones LGTB, sino que representan una realidad silenciada e invisibilizada.
En segundo lugar, este cambio es trascendente porque se vincula directamente al quehacer propio de la clase política que tiene que ser estrictamente “político” y no vinculado a cuestiones extra políticas, sobre todo de tipo religioso.
Los políticos tienen la Iglesia para rezar y el Parlamento para legislar. El casamiento entre personas del mismo sexo que ahora contempla la ley no es un asunto sacramental ni sagrado. Esto debemos destacarlo en un país como el nuestro en el que la Iglesia Católica -a pesar de no ser la religión de Estado- tradicionalmente tuvo (y en muchos aspectos sigue teniendo) una capacidad de presión muy importante sobre las discusiones políticas y sobre los contenidos e implementación de las políticas públicas.
Yo vengo estudiando este tema ya hace tiempo y te puedo asegurar que lo ocurrido marca un antes y un después. La derrota que sufrió la Iglesia Católica no solo no tiene precedentes sino que no tiene marcha atrás. Cuando en los días previos, escuchaba como el cardenal Bergoglio y otros personeros de la jerarquía católica incurrían en el delito de discriminación demonizando a los demandantes, y cuando luego se pusieron a organizar la movilización frente al Congreso y hablaban de plebiscitar la iniciativa parlamentaria, me decía que todo esto tenía que ver con un final, que comenzaban a escucharse los acordes de un maravilloso réquiem, que estábamos en las vísperas de la culminación definitiva de un largo y ominoso ciclo de dominación política y cultural de la Iglesia Católica que se confunde casi con la historia misma de nuestro país. Esas reacciones previas eran estúpidas estrategias típicas de quien patalea inútilmente para no ahogarse.
Pero el problema de esta religión no consiste que tiene que vérselas solamente con una clase política que puede decidir en condiciones de relativa autonomía. El gran problema, en realidad, es que no encuentra el modo (porque ese modo no existe) de enfrentar un clima cultural general de reconocimiento de las diferencias, de secularización de la vida social y de valoración de los proyectos de vida individuales. Destaquemos que aquello con lo que no puede la Iglesia es con una franja importantísima de su feligresía, cuya sensibilidad es contraria a la de su jerarquía. Si esta institución fuera un poco democrática, Bergoglio debiera haber presentado su renuncia y adelantar las elecciones. Ya sé que eso es imposible. Pero me queda la compensación de que Bergoglio ya no es más un candidato “papable”, con lo cual nos ahorramos una vergüenza argentina en el exterior (ya hemos tenido unas cuentas).
Los argumentos de diputados y senadores que se escucharon a favor y en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo ¿suelen coincidir con los de la sociedad en su conjunto? ¿fueron representativos?
Sin dudas, seguramente. Pero tenemos que partir de una premisa muy profunda: toda representación política es siempre imperfecta. Hay muchísimas demandas de los colectivos LGTB, o de otros colectivos sociales, que no están representadas del todo en los debates parlamentarios. Esta incompletitud estructural de la representación podríamos asociarla al carácter “reciente” de un debate. Pero nos equivocaríamos. La profundidad de esta premisa, en realidad, va más allá del tiempo, es atemporal: todo tema social o político (por más que se discuta desde siglos) siempre va revelando nuevos aspectos que los discursos políticos nunca llegan a capturar just in time.
Es muy importante que pensemos esto así, de lo contrario, caeríamos en una visión simplista y tranquilizadora de la representación política. Por favor, no creamos que porque existe esta modificación en la ley ahora el colectivo LGTB que festejó emocionado se quedará tranquilo. No, existen muchas otras demandas que no representó este debate. Recuerdo que cuando los gays obtenían una porción de ciudadanía los políticos pensaban: “bueno… ahora ya está”. Fijémonos qué lejos está eso de la historia real: siempre surge una nueva dimensión de la problemática que busca su lugar en el lenguaje político.
Bien esas nuevas demandas no solamente son infinitas sino que no sabemos cuáles son. La vida “pura” en la sociedad tiene que ver con esto: con la indeterminación –que en este caso quiere decir “apertura”- de los asuntos sociales, de qué somos, de qué queremos. El que tiene todo “cerrado” tendrá dogmas. Pero el dogma no es una representación, es una “re-citación” casi ritual de lo que alguna vez se pensó. Por eso, el político que quiere hacer política con dogmas se destituye a sí mismo. Estas personas tienen que ir a la Iglesia, no a un palacio legislativo.
Hecha esta aclaración, digamos que tanto los que estuvieron a favor y en contra expresaron sentires sociales generalizados de distinta intensidad. Sin embargo, estamos en un momento en que cual el reconocimiento de las diversidades de la vida social en general -no solamente de las diversidades en términos sexuales- viene marcando muy fuertemente el sentir social. Ese sentir social se va trasladando de la esfera social a la esfera política, se siente encorsetado allí. Fijémonos –en consecuencia- cómo con el tiempo la clase política tiene que hacer frente a un repertorio de temas relacionados con este clima cultural que era inimaginable 25 años atrás.
Pienso que –efectivamente- el matrimonio es representativo del sentir de muchas personas pero también tenemos que meternos en la cabeza que existen otras formas de entender la vida en pareja y la nuclearidad familiar que no se reconocen en la alternativa matrimonial. A mí me interesa pensar en la multiplicación de las diferencias y en la multiplicación de las formas de reconocimiento de las diferencias. Es necesario decir esto desde dos puntos de vista: primero, porque estaría bueno que ni se nos ocurra pensar que ahora el matrimonio tiene que ser una norma –un “deber ser”- de convivencia entre los homosexuales y lesbianas. Lo que se aprobó fue la extensión de un derecho que no tenían quienes debían tenerlo. Ese es el sentido de la “igualdad jurídica”. Nada más. Los miembros de los colectivos LBTG debían tener el mismo repertorio de derechos que el resto de las personas y –al igual que ellas- pueden hacer uso de algunos de ellos o no. Lo importante es –ni más ni menos- que se lo tenga. Así como el Estado es universalista a la hora de reclamar el pago los impuestos es que tiene que serlo a la hora de la elección de la vía matrimonial.
Pero no tenemos que ser ingenuos y pensar que para la sociedad está todo bien con la diversidad sexual. Tenemos que ver las famosas dos caras de la moneda. Hay mucha gente que tiene miedo, inclusive mucha gente que dice estar a favor de lo que se aprobó. Desde un punto de vista sociológico es lógico que eso ocurra. Y aquí, nuevamente la responsabilidad es de la Iglesia Católica, esa vieja creadora y recreadora de miedos en la sociedad.
Para que entendamos el modus operandi de la Iglesia relativo al miedo hacia la homosexualidad te propongo que pensemos la homosexualidad como una “muñeca rusa”. Cada muñeca representa un miedo que en su momento la Iglesia –a través de curas y laicos que manda a la televisión- supo explotar. Tengo mucha memoria… el primer miedo (la primera muñeca) fue que si se aprobaban derechos para la homosexualidad, la homosexualidad se diseminaría por la sociedad. Cuando le negaron la personería jurídica a la CHA (primeros años 90) la Corte Suprema de la Nación pensaba así y el cardenal Quarracino en televisión también. A la sociedad le costó mucho vencer ese miedo. Luego vino el SIDA… sin palabras. Luego la Unión Civil: que si se permitía que se unan dos personas del mismo sexo, al día siguiente se iba amanecer con la noticia de que alguien quería unirse con un hermano o con un animal. Luego, cuando la Iglesia ya no pudo contra esto, le pidió a sus personeros en el Congreso que se pongan más cercanos a la Unión Civil que tanto había combatido y contrarios al matrimonio porque –claro- las luchas de los colectivos LGTB habían llegado a la muñeca rusa más medular: los niños que podían adoptarse. Este fue el último gran miedo que agitó la Iglesia Católica, extraño agitamiento de una Iglesia rebosante de casos de pedofilia.
¿Por qué cree que circula la necesidad de justificar el hecho que de padres homosexuales no tienen por qué salir hijos homosexuales, al mismo tiempo que se expresa que no hay nada de malo en ser homosexual?
Por lo mismo que estábamos diciendo: el fantasma homosexual como una muñeca rusa, donde el pensamiento discriminador –que no tiene límites- siempre encuentra una muñeca de donde agarrarse. En este caso, el contagio sería directo, de padres a hijos. Qué increíble todo lo que hace pensar el miedo. Ni los que dicen eso pueden verse a su alrededor y pensar que la gran mayoría de nosotros somos hijos de padres heterosexuales. Pero esa es la lógica profunda del pensamiento discriminador. A la irracionalidad del pensamiento discriminador no podés pedirle una lógica “lógica”, no podés pedirle una especie de feedback entre imaginación y realidad, porque el pensamiento discriminador se alimenta solamente de la fantasía, y es justamente más fantasioso cuando la realidad le sopla la nuca para contradecirlo. Es meramente imaginativo y por eso tan peligroso. Jean Paul Sartre decía algo que no me canso de repetir: “si el judío no existiese, el antisemita lo inventaría”. Es una frase increíble que nos habla de la obstinación del pensamiento discriminador que siempre quiere fabricar al otro como un monstruo para confirmar la “normalidad”, la “seguridad” de quien discrimina que –por definición- es un inseguro… ¿por qué -si no- tanta invención? ¿por qué -si no- tanto terror hacia personas con las cuales nunca ha tomado un café? Seguro que existirá en la mirada del discriminado algo que ilumine alguna verdad muy humana al discriminador que –como vemos- además de inseguro tiene miedo. No obstante, la sociedad viene demostrando un importante grado de madurez, aprendió a verse a sí misma, a tratar de poner entre paréntesis muchas cosas, darse a pensarlas, en vez de levantar el dedo índice para señalar, acusar, enclasar, clasificar. Yo estoy convencido de que la sociedad está mucho más sensible hacia muchos temas, sobre todo, aquellos que se relacionan con las elecciones de vida, con los sentimientos, con las decisiones personales. Bergoglio representó por estos días la exacta contracara y, en este sentido, ha colaborado inmensamente para ampliar la sensibilidad social. Esa gran máquina del miedo ha sido duramente derrotada.
¿Qué papel juega la educación en un país que se pretenda reconocedor y defensor de los derechos de toda su población teniendo en cuenta su diversidad?
Es fundamental, yo soy muy fanático de hablar, de visibilizar. El pensamiento discriminador se alimenta de la fantasía, se alimenta a sí mismo, y como es un pensamiento que no quiere tener relación con la experiencia porque muy probablemente la experiencia lo refute, el otro que construye la imaginación es un otro paradojalmente concreto porque es muy abstracto. Justamente, como es un estereotipo muy fijo, con atributos bien marcados, el modo de desabstractizar esto y concretizarlo en sus propios términos es hablar, es mostrar esas cosas. Es, sobre todo, hacer hablar a los que serían eso, hacer que se vea a los que serían eso, de manera de retorcer el argumento de la discriminación. En este sentido, el rol del educador tiene que ver con desarmar la famosa asociación entre diferencia, extrañeza y otredad. Hay que educar en el rompimiento de las diferencias artificiales y para reconocer diferencias reales. Hay que educar en el sentido de mostrar que lo más universal es la diferencia, por más que haya mayorías. Por más que haya un diferente, tenemos que pensar la diferencia como un universal porque ese diferente necesita el mismo respeto que tienen las mayorías y todos sus derechos. Todos. No caigamos en la trampa de los números y los porcentajes. El otro día estaba en la televisión la senadora Negre de Alonso –esa otra gran perdedora- diciendo que el proyecto alternativo iba a generar el 99% de los derechos que el proyecto que había aprobado diputados. La lección de matemática le salió mal, muy mal.

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miércoles, 14 de julio de 2010

LA MOVIDA DEL DIABLO











Roberto Jacoby, Mariela Scafati, Syd Krochmalny, Nacho Marciano, Lola, Lidia Aufgang, Adriana Minoliti, Víctor Florido, Alina Perkins, Paula Bugni, Julia Ramírez, Santiago Villanueva, Andrés.

martes, 13 de julio de 2010


Tecnologías de la amistad y tecnologías de la confrontación: ¿ni un metro cuadrado de sociabilidad?

Sobre una experiencia de artistas visuales trabajando con el contexto y los conflictos de la militancia estudiantil en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA
por Syd Krochmalny

publicado en

véase en el texto completo




miércoles, 7 de julio de 2010


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Del 10 al 30 de julio

FOREWORD CUBISTA
Cecilia Szalkowicz, Gastón Pérsico y Mariano Mayer

Con la participación de

Ezequiel Alemián, Rafael Cippolini, Sema D'Acosta,
Rubén Fernández-Costa, Mariano Grassi,
Claudio Iglesias, Syd Krochmalny, Fernanda Laguna,
Valentina Liernur, Luis Lindner,
Iván López Munuera, Ianko López Ortiz de Artiñano,
Román Padín Otero, Manuel Segade.

Todo proceso de traducción resulta permeable y esta cualidad
permite que en su pasaje muchas cosas queden fuera o se
incorporen otras. En ningún caso se trata de una traslación
directa sino de un proceso de creación, cuyo resultado produce
un desplazamiento diferente. El proyecto FOREWORD
CUBISTAen su totalidad puede ser visto como un comentario
tanto sobre los mecanismos de producción del campo del arte
y la necesidad de generar nuevas situaciones y herramientas
como sobre las diferentes proposiciones que un mismo trabajo
es capaz de contener.


Inauguración:
Sábado 10 de Julio, 2010
19.30 hs


Espacio Abisal
C/Hernani 14, bajo
48003, Bilbao
www.espacioabisal.org

Abierto de martes a viernes de 17.30 a 20.30 hs
Hasta el 30 de julio.