lunes, 23 de septiembre de 2019


REBELDE E INCONFORMISTA
Entrevista a Guillermo Almeyra realizada por Marcelo Langieri
 Comparto a modo de homenaje una entrevista que le realicé a Guillermo Almeyra en el año 2016. Fue publicada en el libro "Rebeldes e inconformistas" coordinado por Pablo Pozzi y publicado por CLACSO e IMAGO MUNDI.
Tuve el honor de compartir durante la gestión de Emir Sader varios años con Guillermo. Recuerdo muy afectuosamente nuestras charlas. A su calidez y experiencia le sumaba una gran formación y cultura. Además de una vida militante de muchos años.
En los últimos tiempos, ya en Marsella, nos deleitaba con sus imperdibles posteros en Facebook. Guillermo fue un querido y gran maestro.
Con estas líneas honramos y despedimos a un gran revolucionario.
Entrevista a Guillermo Almeyra
La historia sería de naturaleza muy mística si el ‘azar’
no desempeñase ningún papel.”
Carlos Marx; La comuna de París
Pregunta: ¿cuáles fueron los debates de los años 60 en torno a la lucha revolucionaria y, específicamente, en torno a la lucha armada? ¿Y cuáles fueron los actores principales en esas discusiones, en esas luchas ideológicas?
Guillermo Almeyra (GA): Yo iría un poquito más atrás para ver la transformación social, porque una vez que se produce la revolución libertadora se derrumba todo el aparato del Partido Peronista, al cual nadie le había dado bola, salvo Nahuel Moreno que se relacionó con el Comando Superior del Consejo Peronista. Y la gente empieza la resistencia. ¿Cómo empieza la resistencia? Algunos poniendo caños o intentando el levantamiento, como el General Valle que planteaba una insurrección militar con apoyo popular. Después poniendo caños. Eran los sectores obreros, se ponían caños en todo el país, desde Jujuy hasta Buenos Aires.
Se inicia una resistencia que aunque estaba totalmente aislada tenía un apoyo muy grande, la gente no tenía cómo pelear porque no encontraba un centro; te pongo un ejemplo: cuando la CGT llama al paro general inmediatamente después del 55, es aplastada y meten a diez mil dirigentes sindicales presos, queda todo vacío, no hay quién organice. Entonces, la clase media que había creído que Perón era fascista, que se había opuesto incluso armas en mano al gobierno peronista, sectores que después confluirían en el frondicismo, harían alianza con el peronismo. Eran anti peronistas gorilas. Entonces, todo dependía del movimiento obrero. El movimiento obrero empezó a organizarse sin saber bien cómo, pero había un deseo grande de reorganizarse. Había un grupo de gente muy pequeño, estaban los comunistas, Rubens Iscaro, los dirigentes comunistas de gastronómicos, yo por aceiteros, ninguno representaba a nadie, estaban todos los gremios intervenidos, ninguno de nosotros estaba trabajando, ni los comunistas, ni yo ni nadie, organizamos un Comité Intersindical, que en el año 57 consiguió parar dos millones de trabajadores en el Gran Buenos Aires, con una huelga de dos horas de protesta, nadie sabía quién era el Comité Intersindical, no representaba a nadie el Comité Intersindical, pero la gente quería pelear y cuando encontró un punto donde apoyarse lo hizo. En todas las fábricas comenzaron a surgir tendencias. Hubo una efervescencia muy importante que tenía características diferentes según la provincia. En la Capital eran tendencias que trataban de recuperar los sindicatos intervenidos y como el sindicato estaba en manos de militares y no funcionaban, funcionaban directamente clandestinamente, hicieron una experiencia clandestina. Empieza la experiencia clandestina alrededor de los años 56, 57 y resistiendo por los problemas de las fábricas, porque inmediatamente por supuesto hubo un retroceso social enorme, las fábricas aumentaron el ritmo de trabajo, aumentaron el número de máquinas a atender. Entonces empieza una resistencia clandestina. En alguna provincia, como en Tucumán donde los sindicatos habían nacido al mismo tiempo que como instrumento peronista, obrero, la FOTIA por ejemplo, los sindicatos azucareros, esos van más lejos en la resistencia, se transforma también en grupos que están hablando de lucha armada y de otras cosas. Eso explicará por qué en Tucumán cuando Perón llama a votar por Frondizi los sindicatos sacan un partido local y no votan por Frondizi, mantienen la independencia de clase ¿no? En Córdoba, que era una provincia muy particular, donde había estado ese pre peronista que era Sabattini, el Gringo Sabattini, un radicalismo de clase media, reformista, con aspectos democráticos, laico, se produce la confluencia de un proceso donde todos los sectores de la clase media que había apoyado al golpe militar, porque era antiperonista y porque creía que Perón era un fascista, etc., etc., empieza a darse cuenta en un par de años que está apoyando un gobierno de la oligarquía, eso se expresó en el fracaso completo de la Constituyente y en el repudio al PC que entró en la Constituyente, en la fragmentación del PS, en ese tipo de cosas. Pero, simultáneamente sectores obreros no peronistas, pero que tenían muy buena relación, por ejemplo Atilio López de UTA de Córdoba. Los comunistas, una izquierda peronista incluso con tradiciones sindicalistas revolucionarias como eran los de Luz y Fuerza, sectores de un nuevo proletariado de origen obrero estudiantil, surgido de la industria automotor, que era absolutamente nueva y que concentra en Córdoba, gente de Rosario, de Buenos Aires de un montón de otros lugares y que eran obreros estudiantes o técnicos obreros u obreros intelectualizados, matriceros, y se generaliza la figura del obrero estudiante o del estudiante obrero, el estudiante pobre que trabaja en la fábrica y que después sigue estudiando. Entonces surge en Córdoba un proceso nuevo que es lo que permitió que en el 57 la CGT de Córdoba, una de las intervenidas convocase a la CGT del interior hiciera el programa de Huerta Grande y La Falda y luchara para la recuperación de la CGT, ¿no?, pero no eran peronistas, tenían una base entre los obreros peronistas todos ellos, ni Garzón Maceda el de prensa que estaba ligado al Partido Socialista Nacional, ni López, ni Tosco, ni yo que estaba por los metalúrgicos, ninguno era peronista, pero todos entendían el peronismo. Entonces surge eso. Cuando Frondizi en el 58 decide hacer un acuerdo con los yanquis, con la Standard Oil y con la iglesia, la protesta de los radicales es enorme, el laicismo, la protesta estudiantil, el laicismo de los sectores socialistas, radicales, que se sentían estafados por la llamada Libertadora confluye en torno a un eje obrero. Yo me acuerdo que había en Córdoba, concretamente, en el plenario de la CGT habíamos dicho los estudiantes tomaron por asalto esta CGT hace dos años, y trataron de romper la huelga de UTA, todo eso, pero en esta ocasión estaban peleando por un derecho que es el de todos, que es el derecho a la educación libre, laica y contra la iglesia y hay que apoyarlos y entonces la CGT salió a dirigir la huelga estudiantil y a la ocupación de fábricas y confluyeron obreros y estudiantes. De ahí surgió la idea de que dejen la clandestinidad, grupos ¿no?, en Córdoba, en Buenos Aires, de que había que organizar resistencia clandestina, ligados al movimiento de masas en primer lugar. El Lisandro de la Torre fue la expresión más directa ¿no?, Borro y la explosión del Lisandro de la Torre, la resistencia a toda costa adentro de la fábrica, largarle los bueyes contra la policía, las vacas contra la policía, todas esas cosas. La resistencia que unía todos métodos de lucha fabriles, barriales y semi insurreccionales. El gobierno no se engañó y declaró inmediatamente el CONINTES y con eso hizo dar una escalada a la lucha, porque si antes de la resistencia estalla la represión puntal militar y policial, la resistencia que ya era oculta pero con métodos gremiales, con huelgas que no se sabía quién las organizaba, pero que tenían un éxito bárbaro, luchas que imponían cambios en las fábricas, etc., etc., tenía que pasar a ser un instrumento ya, tenía que tener una coordinación. Eso impone una nueva dirección en el peronismo, una nueva dirección que será la 62, las 62 organizaciones, que nace en realidad de gente que estaba influenciada por posiciones revolucionarias, los acusaba de trotskistas, los trotskistas, Amado Olmos, Framini, sobre todo a Olmos lo acusaban de trotskista, porque la vieja burocracia peronista o estaba borrada, se había escapado o estaba presa, o no tenía volundad de lucha. Hay un cambio de generación en la burocracia sindical. Surgen dirigentes de gremios, incluso importantes, que eran muy combativos, muy derechos como Vandor en su momento. Surgen así y surgen en una resistencia y surgen como resistencia peronista. Y en el movimiento estudiantil como no estaban ligados a ese movimiento obrero sino empezaban a estar ligados, algunos sectores empiezan a pensar y lo pensarán después, y lo pensarán sobre todo a partir del 59, con la mala interpretación de la revolución cubana, de que el asunto era darle una forma de grupo revolucionario para la lucha ¿no? La revolución cubana impacto distintos a los obreros que a los estudiantes y a las clases medias. A los obreros al principio los confundió porque como eran peronistas y habían visto como al gobierno peronista lo derrocaban en nombre de la democracia, de la libertad, que sé yo, creyeron que el amigo de Perón Batista había sido derrocado del mismo modo, tanto es así que al principio los obreros rechazaron la revolución cubana, creyendo que eran gorilas. Cuando vino la delegación cubana acá, el primer país que visitó fue la Argentina, no pudieron pasar por la Gral. Paz porque los apedrearon, tuvieron que ir a alojarse en el Alvear Palace Hotel donde los metió el gobierno, yo me acuerdo haber discutido en ese momento con Dorticós, haberle dicho mire la gente que los apedrea a ustedes son sus amigos y la gente que los recibe a ustedes el PC y que los aplaude y el gobierno son sus enemigos, entonces pónganse en contacto con estos que los están apedreando, expliquen y no se vayan con estos tipos. Entonces, te digo que para entrar al Hotel Alvear recibimos tantas patadas en los tobillos…
P: Esto ¿a quién se lo dijiste?
GA: A Dorticós, porque él estaba rodeado por el PC de aquí, que se había opuesto a la revolución cubana y que estaba ligado también a Frondizi. Cuando ganó Frondizi en el periódico decían: El pueblo está en la Rosada, eran frondicistas. Entonces los trabajadores al principio tomaron a la revolución cubana hostilmente, porque a Perón le había pasado algo parecido según ellos, Batista era amigo de Perón, ese tipo de cosas. Pero después empezaron a ver de que no, que fusilaban a los torturadores, a los canas, que se tomaban medidas que fueron ganando confianza, pero no se hicieron cubanistas fidelistas, como sectores importantes de las juventudes de las clases medias, y del PS, el PS, Palacios a la cabeza. Palacios había sido embajador de la Libertadora y pasó a ser pro cubano, escisiones en el PS, sucesivas escisiones en torno al problema cubano y algunas de ellas con una mentalidad de puchistas o de insurrección, no sabían muy bien si organizar un puch u organizar un apoyo de más largo plazo y no es casual que esas escisiones del PS alguna de ellas después se transforman en maoístas. La revolución cubana, entonces, determinó eso y hubo quién sacó sus conclusiones. Ya en el año estallaron los Uturuncos. Los Uturuncos eran un grupo de tucumanos, simpatizantes trotskistas varios de ellos, uno de ellos dirigente. Unían a campesinos y a uno que otro cuatrero de burros, eran gente popular, campesinos tucumanos que se alzan en armas, es la primera guerrilla que se alza en armas, tenía una mezcla de obrerismo socialista o socializante y de peronismo, son los primeros. Después estuve preso con ellos y te digo que en parte me salvaron la vida, incidentalmente, yo estaba preso con los comunistas que me hacían la vida imposible porque decían que yo era agente del imperialismo, porque decía que Cuba tenía que romper completamente con la unidad con los antibatistianos. Y un buen día cae preso un dirigente del Comité Central del PC, un hombre viejo, de unos setenta y pico de años, polaco, o sea extranjero, comunista, judío, sastre, artesano y ninguno le quería dar su cucheta. Y estaban los nacionalistas, había dos o tres nacionalistas de la Alianza Libertadora que andaban con unos cuchillos hechos con flejes de cama diciendo que lo iban a matar, entonces yo les dije a los comunistas: ustedes son unos hijos de puta, este hombre es dirigente de ustedes, es viejo, es obrero, es un inmigrante y ninguno de ustedes jóvenes quiere desafiar a los tipos estos, yo le doy mi cama y yo me voy abajo con los nacionalistas, vamos a ver qué pasa. Entonces, lo primero que hice me junté con los Uturuncos y les dije estos dos tipos que andan ahí amenazando con el cuchillo se me van a venir esta noche, yo voy a dormir con una mano arriba del banquito cuando ustedes oigan boing vengan porque me achuran y entonces cuando los tipos vieron que éramos siete, ya no era uno solo, reflexionaron. Los Uturuncos eran así, los primeros que nacieron, incluso gente muy de derecha, como Masetti que venía del nacionalismo más reaccionario, de la Alianza, semi fachista, es influenciado por la revolución cubana y gente del aparato peronista también como Cooke, es influenciado. Pero la posición insurreccional de ellos, no de Cooke, pero de Masetti por ejemplo no era compartida por los sectores mayoritarios peronistas, éstos creían con justa razón que al gobierno lo iban a tirar con su resistencia organizada, con su resistencia de fábrica, con su resistencia política, y cada vez que Perón mandaba una orden que no les gustaba, no la acataban y además le votaban por otras direcciones sindicales y le hacían ese tipo de cosas. Entonces se fue formando en el movimiento obrero una idea de independencia y de auto organización frente al peronismo, eran peronistas sin dudas.
P: ¿Quiénes son los dirigentes que expresan esto?
GA: Mirá, Olmos, Framini. Framini venía de un peronismo conservador, pero que después de las elecciones, cuando gana en la provincia de Buenos Aires, aparece como un dirigente acusado de trotskista, porque se apoya en las conclusiones sociales que estaban explicadas del modo mejor posible en el Programa de Huerta Grande y La Falda, que era un programa a la vez nacionalista, obrero, y combatía al capital monopólico.
P: ¿El programa de transición?
GA: Sí, ahí había participado un muchacho en la redacción, su nombre era Saúl Hecker, que venía del PS con nosotros, después se murió. Hubo un obrero argentino-alemán, Pablo Schulz, que después combatió en Argelia, que era de nuestro partido y que había participado también, él era fruto de la CGT de Córdoba. La CGT de Córdoba hizo el Programa sin darse cuenta de la importancia que tenía, no lo mantuvo durante mucho tiempo y lo tuvimos que reanimar diez veces, veinte veces, en cuanto Congreso de la CGT había. Hay que sacar nuevamente el programa, no hay que rechazar el programa, no hay que esconder el programa, decíamos!!!.
Había figuras visibles, en Córdoba la cabeza era el Consejo Directivo de la CGT, Atilio López, que lo asesinó las Tres A cuando era vice gobernador. López era un radical pero estaba muy cercano a los peronistas, en su gremio lo elegían y cantaban la marcha peronista y él no era peronista. Yo nunca fui peronista pero me elegían los peronista, teníamos un bloque en la UOM con el apoyo de la izquierda peronista más los comunistas cordobeses que eran muy poquitos y dos o tres fabriquitas que eran muy chiquitas. Entonces se forma un núcleo colectivo, Tosco era el ideólogo de eso pero había otros ideólogos de ese mismo grupo, uno era Garzón Maceda, abogado, él venía de una familia de abogados defensores de los derechos democráticos, un tipo de la Reforma, todo eso. Entonces ese grupo, ligaba algunos aspectos como preparar la guerrilla en el norte con la evolución del movimiento obrero, porque le daba mucha importancia, por ejemplo, a la resistencia al CONINTES. En Córdoba se resistió muchísimo y después se sucedieron las grandes protestas como el Cordobazo, el Rosariazo, entre otras.
P: Cómo se desarrolla esta tensión entre el núcleo obrero y aquél otro que empieza a plantear otra forma de lucha que se despega un poco de la lucha obrera
GA: Claro, porque en el núcleo obrero lo que aparecía cada tanto, aparecían, nunca faltaba algún tenientito o sargentito que aparecía por ahí, porque hay que recordar también que el ejército fue muy depurado de los oficiales y suboficiales que venían de clases populares ¿no? que habían sido peronistas. Tanco por ejemplo o Valle, pero también depuraron un montón de otros tipos, mayores, capitanes que conspiraban a lo milico. Veían la salida pero como resultado de una cosa castrense o semi castrense, de discutir, de buscar apoyos civiles y militares, con la diferencia de que los sargentos estaban en los barrios populares, sobre todo cuando los habían echado. Entonces sargentos, cabos, todos ellos daban bastante manija a poner caños, a la resistencia. Pero el otro proyecto, porque en realidad no había un proyecto claro para nadie, pero había un proyecto instintivo del movimiento obrero “a éstos los vamos a echar con la huelga, con el movimiento, con la resistencia, con la movilización”.
Había una disputa con los que buscaban la solución por su propia cuenta, desvinculados en parte de las masas. Hay que tener en cuenta también que el movimiento obrero clandestino hacía tareas políticas clandestinas, por ejemplo nosotros pasamos a guerrilleros brasileños para que entrasen a su país, los pasamos a través de redes. Eran dirigentes sindicales, cuadros sindicales, que pasaban por Tucumán, Salta, Bolivia. Hacían también la experiencia política de hacer pasar militares brasileños o gente de Brizola que iba a realizar la guerrilla, no rechazaban la guerrilla, es más apoyaban guerrillas en otros lugares, pero no tenían como centro hacer una guerrilla aquí.
P: Y qué vinculación se establece con las organizaciones armadas de esta experiencia
GA: Las organizaciones armadas son posteriores, ¿no? en todos esos años no hay, te digo la primera es la de los Uturuncos, primera y por un rato única, después ya viene el guerrillerismo, no tanto por la Argentina pero viene porque con la influencia de la revolución cubana surge la idea absolutamente criminal de Régis Debray. El apoyo a Fidel, de generalizar el ejemplo cubano que era totalmente atípico, entonces se hacen guerrillas en México, algunas tienen cosas resonantes, lo mismo los brasileños, se hacen guerrillas después de los años 60, porque el golpe en Brasil fue en el 64 y ya había surgido la idea de Brizola de resistirlo con los llamados grupos de Once. Los grupos de once eran grupos, células político militares pero independientes que realizaban pequeñas acciones, pero había habido intentos anteriores en el 64, por ejemplo los infantes de marina brasileños y el cuerpo de tanques ya se habían opuesto armas en mano al golpe y fueron torturados, encarcelados.
Se generalizaron las guerrillas en buena parte de América Latina peros los obreros no se informaban demasiado sobre eso, pero la clase media aquí sí, los sectores que querían hacer algo, y sobre todo que querían acercarse a los obreros peronistas porque se habían dado cuenta que la visión primitiva que habían tenido hasta el 55 los centros estudiantiles, los estudiantes, de que Perón era igual a fascismo, era falsa. Perón podía ser todo lo derechista que quisieran pero la gente lo apoyaba a Perón por otras razones, por las conquistas obtenidas, estos sectores vieron que después del 55 pasaban años y la gente seguía resistiendo, seguía peleando, entonces se empezaron a dar cuenta de que había un problema político social y empezaron a respetar, a acercase, sobre todo cuando había coincidencias en algunos problemas como por ejemplo en la lucha contra la enseñanza religiosa, en la defensa de los derechos democráticos y el deseo de sacarse de encima la dictadura. Entonces comenzaron a acercarse, ese acercamiento hizo que muchos que habían sido anti peronistas creyeran que para estar junto a los obreros peronistas había que hacerse peronistas. El caso más claro fue el del PC, que había sido gorilas, que pasaron a una posición diferente ¿no?, es decir atraídos por la resistencia de los trabajadores y por la influencia de la revolución cubana y de la revolución china, que también en esos años 50, 60, la revolución china puso la idea guerrillerista en la clase media. Los obreros no sabían ni que existía la revolución China, imaginate vos, no es que fueran insensibles a lo internacional, yo me acuerdo muy bien, estaba trabajando en una fábrica textil cuando el primer Sputnik, eran las 10 de la noche estaba en plena dictadura y se supo lo del Sputnik y paramos espontáneamente, la fábrica a la noche paró, de alegría, fue un triunfo que aparecía como un triunfo anti imperialista, era un triunfo científico lo del Sputnik y la gente era peronista no comunista, no quería saber nada con el PC que había participado en el golpe del 55 dos años antes. Entonces la gente tomaba las cosas con beneficio de inventario, tomaba esta y te dejaba otra cosa, pero la revolución china no la tomó, en cambio la clase media sí. Surgieron importantes sectores pro chinos del PS, del PC, con la idea de que el partido es el que tiene que dirigir el proceso revolucionario, en consecuencia surgieron tendencias sustitucionistas. Siempre hubo resistencias parciales en los barrios, de repente desarmar algún policía, reunirse clandestinamente para organizar movimientos, todas esas cosas, eso había, había un gran conocimiento. Entonces eso pegó un salto cualitativo y se comunicó a sectores de clase media que ya empezaron a pensar en una lucha armada. El ERP en el sector de la izquierda nació precisamente de eso ¿no?, era un sector que venía influenciado más o menos por el trotskismo, Santucho por ejemplo, yo era dirigente entonces del único partido trotskista que se decía, del único que existía, porque Moreno se había borrado, se decía peronista, vino a vernos para una confluencia y nosotros le dijimos que podíamos actuar conjuntamente lo que quisieran, porque él tenía un Frente en Santiago, Indoamericano, solamente en Santiago podían pensar en indios porque en la Capital no había, ni en Córdoba tampoco, que podíamos llegar a confluir pero que no teníamos nada que ver programáticamente porque no era socialista, él creía que se podía hacer una mezcla y eso lo plasmó en el IV Congreso del PRT, una mezcla, él hablaba de algo sincrético, pero era una ensalada rusa, entre el maoísmo, tal como lo entendía él, lo que él aceptaba de Trotsky, que era la lucha contra la burocracia, el resto no lo aceptaba y un pensamiento nacionalista radical, bueno, y la lucha armada como conclusión para imponer eso.
P: Esto ya es, ya son los 70
GA: Los 70
P: Previo a eso está la muerte del Vasco Bengoechea, ¿no?
GA: El Vasco Bengoechea era uno que dejó de pensar como Moreno, que la cosa era entrar por la ventana, Moreno era un maniobrero de tomo y lomo, el que había dicho que el peronismo era agente del imperialismo inglés, lo había dicho en el 48 y lo siguió diciendo hasta el 50, en el 52 es uno de los fundadores del Partido Socialista de la Revolución Nacional con Abelardo Ramos, con el viejo Dickman y con Esteban Rey. Es más, él organiza la provincia de Buenos Aires. Ese Partido Socialista lo había inventado Perón ante la crisis de izquierda que tenía en el movimiento con los obreros había tratado de hacer un partido socialista peronista para impedir que los obreros peronistas fueran al socialismo y entonces él se mete ahí en ese peronismo a lo bruto, como siempre, mimetizándose de peronista y lo agarra el golpe siendo peronista, y sigue siendo peronista, saca un periódico clandestino, bajo la conducción del Comando Superior Peronista, con Perón y Evita en la foto. Mientras tanto hace mil maniobras, hubo un grupo importante que había sacado en cierto momento bastantes concejales en la Capital, que era Concentración Obrera, una escisión del PC de derecha, una escisión de los años 29, hace entrar a su gente en Concentración Obrera, como los otros eran diez, quince, no quedaban más, se apodera de todo, se queda con los bienes, se queda con los aparatos, lo mismo con el Partido Socialista de Coral. Entonces Bengoechea estaba harto de esa cosas, Bengoechea era un hombre de acción y decide crear una célula, él era un dirigente, él era el segundo después de Moreno, pero decide crear una célula propia de acción sin decirle a Moreno y empiezan a prepararla y ahí saltan por el aire antes de poder entrar en acción.
P: La famosa calle Posadas…
GA: En la calle Posadas vuelan por los aires, pero ya era una expresión de búsqueda en ese sector del morenismo de la lucha armada. Santucho se unirá antes con Moreno, antes de empezar la lucha armada, se une con Moreno y otros conocidos incluso por la IV Internacional de Paris que reconoce cualquier cosa ¿no? y en ese período la división es: Santucho que quiere ir a la lucha armada y Moreno que quiera mantener una acción legal, política, sindical con el PST. Santucho entonces después dará origen al ERP. Hubo un intento de cristianos como García Elorrio., un sector de Cristianismo y Revolución, sectores cristianos influenciados por el Concilio Vaticano II y por el Concilio de Medellín, sectores que evolucionan hacia la izquierda. Uno de los que todavía anda por ahí Enrique Dussel, el filósofo, era jesuita y después fue obispo y fue uno de los que intervinieron en darle forma al Concilio de Medellín, todos sectores cristianos. Camilo Torres en Colombia, el obispo de Cuernavaca (Méndez Arceo), cristianos que estuvieron en las guerrillas centroamericanas que optan por el camino de la insurrección, un poco por la idea cristiana, la prueba, el compromiso cristiano se lo tomaban en serio, era gente seria y otro poco porque pertenecían todos ellos a una intelectualidad muy influenciada por la revolución cubana, eran todos intelectuales de mucho valor, Camilo Torres era un intelectual de Lovaina, jesuita muy preparado.
P: Camilo Torres era sociólogo
GA: Claro, había un montón de esos. Entonces hay diversos sectores que van llevando a la idea de la guerrilla y por diversas razones también ¿no?, unos por la idea del foco otros por la idea medio maoísta, Argentina no tanto, porque Argentina no es un país de campesinos, pero en otros países sí y otros simplemente por la idea cristiana del acto de fe, del compromiso, de ese tipo de cosas así. Así que por esos años se va formando esa idea, todo eso confluirá con el derrumbe paulatino de la dictadura y al debilitarse políticamente la dictadura, sobre todo con tipos como Onganía que se echa encima a toda la universidad, con la noche de los bastones largos, va a crecer mucho el terreno para la idea de la insurrección armada y también por la influencia internacional que estaba en la época de eso, por todos lados había guerrillas y lucha armada lo que le dará un nuevo puntapié pero ya en los 70 es el fracaso de la salida democrática de la Unidad Popular y el gobierno de Torres en Bolivia y cuando la asamblea popular de Bolivia que era una verdadera constituyente fracasa y viene la dictadura y cuando la Unidad Popular chilena, fracasa y viene la dictadura, empieza la lucha guerrillera, esa es más o menos la conclusión y fomentada incluso por los cubanos de una modo irresponsable.
Los cubanos querían controlar todas esas guerrillas y apoyaban a todo el mundo que les fuera fiel y tienen un cierto eco y no hay nadie que le diga que hay que ver la característica de cada país, y lo que se puede hacer y cómo, combinar la lucha de masas con acciones militares, pero viendo los momentos. irresponsablemente la misma IV Internacional en su 9º Congreso Mundial cree que se acercará a los cubanos diciendo que la vía cubana y el ejemplo cubano es fundamental y adopta la idea guerrillerista para toda América Latina. Entonces se generaliza en Bolivia, en Perú y se generaliza en otros lugares de un modo irresponsable. Yo conocí a varios de los que empezaron la guerrilla antes de que las empezaran, por ejemplo Luis de la Puente Uceda en Perú. De la Puente Uceda venía del APRA, que era un movimiento masivo, nacionalista, incluso obrero en el norte. Él llega casi por exigencia cubana, porque él no quería hacer guerrilla, él quería hacer la experiencia aprista, la experiencia aprista era una experiencia que había tenido un levantamiento armado, un levantamiento armado de los marineros del Callao y otros, pero que no era una experiencia de guerrilla era una experiencia de movimiento de masas, él quería hacer eso pero le dicen que vaya a hacer la guerrilla y ahí muere trágicamente en el Cuzco, era el hombre menos apto para una guerrilla que yo conocí, tenía un asma espantoso, peor todavía que el del Che, era flaco y alto, parecía un poste de luz en medio de los cuzqueños que tienen un metro sesenta, este tipo del norte, mestizo de la oligarquía norteña, flaco, alto, lo veían a seis cuadras, no duraría mucho. Había un voluntarismo espantoso, a mí mismo me vinieron los cubanos a plantear que me sumara, me cita Pedro Asquini, del teatro independiente, muy buen director de teatro en el café de La Paz y me dice que estaba el Che en Bolivia y que había pensado que yo fuera para allá y llevara unos compañeros y que buscaban a Juan también para ver si iba alguno para allá, yo le dije Juan en estos momentos aparte de que lo debe estar buscando la policía, lo debe estar buscando el PC, en cuanto a mí vos venís a este café parece el Clarín el de mayor tiraje de la Ciudad de Buenos Aires, es irresponsable totalmente lo que me venís a decir y aquí, te agradezco la confianza, yo voy a transmitir, pero estás loco, absolutamente loco, las cosas no son así y si están preparados así, si es donde vos me decís y con esta preparación, pero eso va al muere, yo voy a informar y un consejo al Che que se raje de ahí, bueno la cuestión es que no sé si llegó a ponerse en contacto este, la cuestión es que era muy irresponsable la cosa, pero se basaba en un sentimiento que había que hacer alguna cosa indispensable, pasar a la acción ¿no? tenía una buena base porque la dictadura era frágil, desprestigiada, muy combatida.

miércoles, 12 de junio de 2019

Los sentidos comunes ante la metamorfosis de los políticos y la política


 Publicado en Revista Ciencias Sociales, facultad de Ciencias Sociales UBA Buenos Aires N 85 Marzo 2014

Imagen: Mujer embarazada cayendo dentro de un tacho de basura, Pomarola Talk, 2010

Los sentidos comunes ante la metamorfosis de los políticos y la política
Lucas Rubinich*
I
Quizás la desestructuración de los partidos políticos y el debilitamiento de las tradiciones hace que las miradas comunes sobre los cambios de lo que queda de los partidos en relación a su tradición y de los agentes políticos en relación a sus partidos, sea de alguna indiferencia mezclada con cierta percepción de un nuevo estado de cosas. No obstante, se podría aventurar que los sentidos comunes circulantes en el presente miran con tranquila desconfianza, aunque también descalifican,  por lo menos en el murmullo retórico, a aquellos agentes políticos que dan un salto de una a otra institución partidaria, de uno a otro agrupamiento político. También existe el mismo gesto de desconfianza hacia aquellos que dentro de un mismo espacio son los encargados de producir maniobras que llevan a lugares que parecen diferentes a los que marcaba una tradición proporcionadora de identidad. Sin embargo, el que se esos cambios se hayan vuelto más corrientes con la crisis del sistema de partidos, no inhibe las evaluaciones críticas, pero quizás las hace menos dramáticas y casi ausente de consecuencias prácticas.
II
¿Cuales son los elementos que conforman los sentidos comunes frente a estos cambios y cómo se estructuran? ¿Hay alguna regularidad en cuanto a las maneras de pararse frente a estas situaciones influenciados por creencias, sector social, genero, nivel educativo, etc? Claro que seguramente hay diferencias si se contemplan esas distintas variables. No obstante, lo que se quiere plantear aquí, es que la crisis de las identidades políticas probablemente habiliten formas de pararse frente a esas situaciones que coinciden, aún en las diferencias, en no asombrase frente a los cambios. Y también que es posible pensar estas transformaciones de una manera  conceptual apelando a dos tipos ideales antagónicos en las maneras de explicar la salida del individuo de un grupo. A partir de allí se podrían considerar las situaciones que harían más o menos intensas cada una de las posibilidades.
Simplemente porque son parte del capital moderno para explicar la acción humana, es posible imaginar, que en los elementos desplegados por esos sentidos comunes para dar cuenta de estos recorridos dinámicos, de estos cambios, pueden encontrarse dos formas que flexiblemente y en un ejercicio de condensación pueden describirse de la siguiente manera: las que se detienen en la singularidad del agente concreto que los ha llevado adelante, y las que le otorgan un valor determinante en relación a esa conducta individual a  alguna característica de identidad del agrupamiento.
De alguna manera pueden pensarse como los tipos ideales opuestos, como las concepciones puras ubicadas en cada punto extremo en relación a la indeterminación-determinación social de la acción humana  que han construido tradiciones diferentes en la teoría social. En un caso la acción social fuertemente influenciada por el individuo y en el otro la cultura marcando casi a fuego a ese individuo. Y es verdad que estas miradas opuestas en la teoría social pueden convivir en un mismo grupo cultural e inclusive en un mismo individuo en las evaluaciones cotidianas, porque forman parte de ese capital explicativo moderno de la acción humana, porque las miradas cotidianas sobre el mundo no se organizan necesariamente de manera orgánica en función de una ideología y menos de una teoría y, sobre todo, porque en momentos deshilachamiento de  instituciones y tradiciones que fueron productivas en un momento anterior y de ausencia o falta de legitimidad de las nuevas, las acciones y las miradas tienen menos contención y se entremezclan con retazos de distintas morales fragmentadas. De todos modos, elementos de estas dos formas  de explicar acciones de cambio presentadas como un tipo ideal, pueden encontrarse en la cultura de nuestras sociedades.
III
Por supuesto que hubieron sentidos comunes fuertemente legitimados en la modernidad occidental que pensaron al individuo como una determinación social. Sobre todo cuando algunas miradas modernas se preocupaban por consecuencias alienantes de los cambios que se producían. Ellos, los cambios, y entonces la entera sociedad, caían con un peso abrumador sobre ese sujeto de la época que era el individuo
Hay imágenes contundentes que refieren al individuo alienado que ha ingresado  en la soledad de la sociedad de masas y pierde su humanidad. Una pérdida que está en la soledad de la sociedad de masas que preanuncia una literatura de segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX. Los hombres solos en la multitud de las nuevas grandes ciudades, en los sistemas que son vistos con nostalgia de comunidad como “individualistas”, y que deterioran su humanidad hasta transformarlo en un mero insecto. La metamorfosis que la sociedad produce en los individuos, no el individuo que cambia, que se metamorfosea a sí mismo. Es, si se quiere una mirada con sensibilidad sociológica, la idea de la metamorfosis afectando al individuo, si se quiere a la humanidad del individuo como el resultado quizás irremediable de los cambios de época cuando se caen viejas instituciones y con ellas modelos de autoridad  que no son reemplazados inmediatamente. Desacomodamientos productores de seres desmembrados que potencialmente pueden conformar la tasa de suicidio anómico
Esta miradas junto a las grandes tradiciones de la teoría social contemporánea podrían acercarse sin esfuerzo a aquella máxima platónica que dice “nadie es malvado voluntariamente” . Efectivamente Marx puede sostener que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con las que se encuentran directamente, que existen y les  han sido legadas por el pasado” . Y una cita libre de Durkheim podría construirse de la siguiente manera: cuando se quiebran las instituciones los seres humanos que a ellas pertenecían, son más individuos
Pero es cierto que si se atiende a la variedad, seguramente no infinita, de sentidos comunes que evalúan a los individuos en relación a sus cambios de identidad grupal o institucional en la mayoría de los casos prima el sesgo que fuertemente  atribuye poder explicativo a la voluntad individual. Ya sea para saludar ese cambio, ya para condenarlo. La glorificación de la voluntad individual es un gesto de las miradas herederas de la tradición moderna, cuando el individuo abandona instituciones tradicionales: iglesias, estructuras familiares, identidades de género. Son menos complacientes y aun condenatorios, los sentidos comunes, también los provenientes de esa misma tradición, que se actualizan para juzgar a aquellos que abandonan una identidad política. El sentido común que refiere a los cambios de los políticos se asocia, fundadamente, a una voluntad individual violadora de un pacto de delegación de autoridad colectiva, y en tanto ese cambio es evaluado como respondiendo al interés personal hay una descalificación. Y son distintas las intensidades de la evaluación generalmente descalificadora, de acuerdo sea la fortaleza de la tradición y el espacio institucional abandonado. Entre los tipos ideales extremos de alta y baja  productividad cultural de un espacio portador de una tradición, los gradientes  de la actitud descalificadora van desde el uso pasional del calificativo traición, hasta la mirada tranquilamente crítica de los que miran algo sobre lo que todavía puede pesar el calificativo de incorrecto, pero de algún modo perciben como irremediable.
IV
Los sentidos comunes se construyen de manera compleja siempre, y más todavía en épocas de cambio donde hay deterioro de viejas miradas. Lo viejo no termina de morir y simbólicamente persiste, porque dicho quizás de manera un tanto exagerada, en este mundo contemporáneo, lo nuevo ya llegó, pero sin ninguna bandera trascendente. Es el predominio del individuo, pero no del individuo trascendente equilibrado por las consignas de la revolución francesa, es el individuo crudo, pragmático, moviéndose sobre la escenografía de un republicanismo liberal sin fuerza. Entonces hay que recurrir a las hilachas de alguna tradición para darle por lo menos la ilusión retórica de algo parecido a la trascendencia hasta que quizás se apague esa necesidad construida socialmente o probablemente resurja resignificada alguna tradición castigada por los nuevos aires de época.
En la política argentina elementos de estas dos formas mencionadas de explicar los cambios parecen actualizarse simultáneamente. En la que recurre a variables culturales atribuibles al colectivo (actuó así, porque los peronistas son así), el desfasaje en relación al deterioro de las instituciones políticas que informarían ese “ser así”, debería ser pensado como evidente. Porque, en verdad, ¿es posible actuar como peronista o como radical en el sentido fuerte cuando hay una importante fragmentación institucional y una poderosa debilidad simbólica? Para hacer esa evaluación se presume la existencia de ese colectivo con sostenes institucionales y culturales. Dadas las condiciones del presente, sería saludable, por lo menos dudar, sino sobre su existencia, sobre su efectividad, sobre su capacidad de ejercer fuerza simbólica. Del mismo modo ocurre cuando el cambio se atribuye al individuo y ese gesto es calificado como traición (traicionó o, quizás, decepcionó, al radicalismo) lo que presupone, del mismo modo que en el caso anterior, la existencia de un colectivo realmente existente o una tradición fuerte que se abandonan. Cuando lo que existen son instituciones y tradiciones que sobreviven como fantasmas agujereados hasta tanto se las suplante o eventualmente revivan bajo otras formas, el abandono de esas instituciones y de esas tradiciones, es apenas caminar hacia otro lado, y está bastante alejado del tipo de la relación que presupone el gesto fuerte y dramático de la traición.
Desde ya que no se trata de pensar en la existencia anterior de instituciones o tradiciones impermeables a los cambios, cristalizadas y poderosas. Si hay algo que no pueden pensarse así son los partidos políticos en Argentina que como corresponde han sufrido modificaciones en el tiempo y además han carecido de continuidad de funcionamiento en el marco de tranquilidades republicanas. No obstante hubo momentos que, con la ambigüedad de los grandes partidos y en el marco de esa inestabilidad republicana, tuvieron mayor organicidad y sus tradiciones flexibles pesaron sobre quienes estrictamente conformaban sus filas y también sobre sus adherentes. Lo cierto es que en el corto tiempo de los últimos veinte años estos gestos dinámicos (cambios de un grupo a otro, movimientos contrarios a núcleos de la tradición) han sobreabundado y en algunos casos han resultado significativos para el conjunto del sistema político.
”Peor que la traición es el llano” es la frase que según algunos viejos políticos habría pronunciado en un espacio de coloquialidad, un también veterano operador político de uno de los dos grandes partidos. Seguramente refería  en tono de broma, en una mesa nocturna y luego de alguna batalla electoral, a los reacomodamientos resultado de una interna partidaria. Elementos de la picaresca política que podía manifestarse de ese modo en el reconocimiento de seguir habitando un espacio más o menos común, con algunos elementos conformadores de la tradición que no era fácil ignorar y que seguramente no se encontraban en la letra escrita. Había solidaridades tejidas entre sectores heterogéneos en base a lazos armados en la experiencia que podían evitar, por ejemplo, el abandono total del derrotado en una interna o algún otro gesto que con tribuía a la reproducción del espacio. No se trataba de partidos ideológicos, pero si con algunas marcas culturales compartidas que podían atravesar heterogeneidades sociales, religiosas y hasta estilos de hacer política, contenidos en el amplio mundo de una historia y de flexibles banderas que sin embargo podían pensarse como aglutinantes de algo en común que se actualizaba en la confrontación con el otro.
Por supuesto no hay historia armónica, y hay momentos de quiebres y de confrontaciones dramáticas. Así y todo, hay prácticas relevantes en términos simbólicos y cuantitativamente extendidas, con capacidad de cohesión y reproducción de esos heterogéneos mundos. Por eso la frase que usa una palabra como traición, más corriente en el mundo peronista que en el radical, solo es posible de ser pronunciada, en un grupo de pares que forman parte tanto como él de ese algo flexible pero real que es su partido, de manera irónica. Y la ironía no inhibe que exista una referencia real. Los abandonos de unos y reacomodamientos con otros se hacen bajo la protección de esa difusa cultura común.
V
Claro que los cambios operados en los gobiernos de Carlos Menem, iban a resultar en transformaciones significativas en la economía, la política y la cultura. Cambios fortísimos que eran parte de una verdadera revolución neoconservadora a nivel internacional y que en términos político culturales construía una extraordinaria hegemonía que lograba inficionar a los partidos convencionales, por supuesto  al estado, al mundo de los negocios, y al campo cultural y científico. Y en términos de transformación simbólica quizás eran tanto o más relevante que los cambios impulsados por los nuevos aliados del peronismo en el ministerio de economía, los que pensaban e implementaban funcionarios técnicos y funcionarios intelectuales que se habían formado en los procesos de radicalización del mundo universitario de los años sesentas y setentas, y que formaban parte de las zonas más dinámicas del mundo académico y cultural. Uno de esos grupos llevaría a cabo en el ámbito de la educación la reforma  más regresiva que afectó a la educación pública argentina y que se armaba como parte de un proceso latinoamericano de reformas (que habían contribuido a diseñar ) implementado por un organismo financiero como el Banco Mundial La habilitación y continuidad de estas experiencias, primero con uno y luego con el otro gran partido, se asentaban, entre otras cosas en la percepción generalizada, construida desde la fortaleza política, cultural y económica, de estar ante un cambio de época irremediable.
A partir de esos momentos, no es que masivamente desertan las tropas y caen estrepitosamente banderas y otros símbolos. Hay situaciones inerciales que producen una paulatina dilución. Se continua marchando pero quienes lo hacen, a medida que las prácticas concretas van reafirmando esa nueva visión del mundo que ahora unifica a ambos partidos y a la centro izquierda, son cada vez menos peronistas o radicales, o ( lo que es más fácil) frepasistas,  y se convierten en individuos que hacen carrera política. Retóricas que refieren a la sensibilidad nacional popular o la ética republicana se pronuncian, no necesariamente de forma cínica, acompañando prácticas que son más deudoras del clima de época que coloca al individuo pragmático en el centro de la escena, que a las tradiciones que aquellas refieren.
VI
Y a medida que pasa el tiempo hay cada vez mayor habilitación para reafirmar esas prácticas y transformar esa retórica en meras guirnaldas de una escenografía de ritual cristalizado. Un hecho relevante para pensar en los quiebres de tradiciones ocurre un día de fines de setiembre de 1999 en el estadio Monumental de Nuñez donde se cerraba la campaña de los candidatos Eduardo Duhalde y Ramón Palito Ortega. Habló primero el cantante Ortega y luego Duhalde en medio de una lluvia primaveral que caía sobre 50.000 personas provenientes en su mayoría del conurbano bonaerense.El candidato habló centralmente a los empresarios. Carteles que referían a las intendencias del conurbano y a distintos gremios se levantaban en medio de la multitud. El final del acto, cuando ya amainaba la lluvia subió al escenario la actriz y cantante Nacha Guevara que había protagonizado una de las versiones del musical Evita y caracterizada domo Eva Perón cantó No llores por mi Argentina.
Ese ritual protagonizado por Nacha Guevara es en verdad fundacional en relación al la conformación de nuevos elementos de la cultura política que producirán un desfasaje entre la tradición hecha cosa pintoresca por un lado y la vida política práctica ( lo que verdaderamente hay que hacer más allá de las identidades) por el otro. Cuando los cambios operados en la política impiden la recuperación de aspectos de una tradición y sobre todo los aspectos  más rebeldes de esa tradición, ocurre que a la vez se hace necesario no desprenderse de indicadores de la pertenencia a esa tradición porque, al fin y al cabo, es sobre esas banderas descoloridas sobre los que se mantienen las formas organizacionales concretas que, aunque deterioradas, permiten seguir andando. Entonces se produce ese hecho de incorporación del ícono de la manera más despolitizada posible negando cualquier aspecto  de relaciones con el presente, de la lucha política, en tanto lucha.
El ritual del acto político es un ritual en que lo escenográfico y performático cumplen un papel relevante. Tiene algo de instituyente ya que se reafirma una diferencia entre el o los líderes y los seguidores, se confirma el papel del líder, de algún modo es un escenario de revalidación y fortalecimiento de la autoridad. Y las tradiciones están allí en la forma de interpelar en la misma escenografía, en las imágenes en las banderas. Pero el centro vital del ritual está en la performance del líder que cita nombres y frases familiares a la tradición  nombrando al presente, y así la actualiza, reafirma su autoridad y vivifica la identidad del espacio.  El cierre con una performance hecha por una actriz que es la actualización de un producto de la industria cultural internacional pone al ícono en una situación de extremo desfasaje con el núcleo conceptual de un ritual político, sobe todo porque es una performance en un escenario donde la performance ocupa un lugar central en la revivificación de la tradición. La performance allí, aun la menos eficiente simbólicamente, es siempre vital o se propone serlo. En este caso se desvitaliza de manera radical porque se trata de algún modo de un producto seriado, cosificado, producto de la industria (legítimo en un  teatro, pero no allí) que además , a diferencia de unas remera con imágen o un afiche, se propone generar emoción, ilusión de vitalidad. Y además en tradiciones sensibles a los liderazgos carismáticos, ocupa el escenario donde debe estar el líder 
Se podría abundar en situaciones de ambos partidos y en gestos sociales que con mayor o menor intensidad puedan pensarse como indicadores de la debilidad extrema de tradiciones que tuvieron potencia en la historia argentina en distintos momentos del siglo XX.  Y entonces vendría a cuenta citar lo que algunos veteranos del radicalismo comentaban con incomodidad en relación a uno de los jóvenes viceministros del presidente De La Rua, ex militante de la juventud universitaria,que al renunciar el ministro se negaba a abandonar su cargo de vice alegando que significaría un deterioro de su posición económica. Y aunque esto fuera solamente un murmullo el hecho de que resonara fuerte, lo convertía en un dato. Quizás tampoco sería irrelevante atender como un restaurante de la zona de Palermo en Buenos Aires se habilitó a jugar con los símbolos de la tradición peronista, desde el nombre del lugar, hasta las denominaciones del menú en donde se puede encontrar cerveza roja montonera y, traspasando los límites cualquier parámetro del buen gusto, una tabla de fiambres que se llama Pedro Eugenio.
VII
Sin apelar a un esfuerzo desmedido, es posible inferir que algo debe pasar en las organizaciones, en los grupos, en sus identidades, para que ocurran estas cosas que se parecen bastante a un fin de época que encima no promete alboradas gloriosas en reemplazo. Y quizás no sea demasiado difícil de ver. No obstante decretar la transparencia del mundo, aun ante los indicadores de la evidencia, suele convertirse en un movimiento arriesgado. Sobre todo porque hay una porción no desdeñable de voces diferentes, social y culturalmente hablando, que con sus respectivas estéticas,  parecen creer, o quizás hacen un esfuerzo por creer para no quedar al descubierto, que existen activamente algunas tradiciones que se encarnan en algunos individuos, en los restos de uno u otro partido, e inclusive en algún grupo social, y que las acciones, los movimientos de la política concreta, pueden ser explicadas en relación con ellos. Además es verdad que en el mundo dinámico de la política más allá de situaciones de verdadera hegemonía cultural, hay momentos de significativos desacomodamientos y siempre, filtraciones. Allí están las poderosas experiencias disruptivas de algunos países latinoamericanos. Y, específicamente en el caso argentino, los gobiernos de los Kirchner restituyendo gran parte de la autonomía perdida a la política e intentando con fuerza y consecuencias reales, la resignificación de aspectos de una tradición, aunque sin poder modificar la situación de extrema  fragmentación del propio espacio. Pero aun con estos movimientos que parecen negar lo anteriormente mencionado, algunas de las condiciones estructurales que generan los debilitamientos continúan teniendo presencia. Quizás en algún momento  se manifestarán con escasa fuerza y en otros con clara potencia, pero en verdad continúan actualizándose bajo formas diversas en la vida cotidiana  y no deberían subestimarse.
 VIII
Los sentidos comunes arman su mochila con los residuos de las tradiciones incorporadas, pero también producen procesos de adaptación creativa a los cambios, también a los no declarados y percibidos como tales. Somos moneda, dirá Norbert Elías, pero también acuñamos.
Porque es cierto, que en todo momento hay formas del sentido común que, de algún modo u otro, y en el medio de dinámicos idas y vueltas, dan cuenta de los cambios menos explícitos. Aunque sea de manera confusa y mezclando elementos de la receta aprendida junto con el sentido práctico que descubre  la legitimidad potencial de algunas nuevas prácticas. Que, en fin, resultan más compatibles con el clima de época o, si se quiere, con las nuevas formas de dominación. La explicación del que atiende a los movimientos del individuo saltando de unos a otros de los restos del sistema político y que retóricamente hace un gesto de descalificación frente al abandono de una identidad, también percibe que, aunque de ese lugar cuelguen guirnaldas que hacen referencia a una tradición, ya no tiene el poder culturalmente coercitivo de los espacios simbólicamente fuertes.
Porque tanto el agente concreto que produce ese cambio mayor o menor, como el que lo descalifica desde algún espacio social y cultural determinado, están participando en instituciones débiles y de algún modo u otro pueden percibir y vivir esa debilidad. Es lo que potencialmente harían otros que juegan el mismo juego de darse circunstancias similares y aun los ciudadanos que no participan directamente de ese juego y que inclusive pueden actuar alguna individualista retórica condenatoria. Más allá de los aires revitalizadores de la ultima década,  dadas las condiciones institucionales del sistema político en el presente, de un clima cultural asentado en prácticas cotidianas y en transformaciones estructurales profundas, no hay que forzar demasiado el análisis para dar cuenta, entonces, de que el cambio de bandera política no es algo que los distintos sentidos comunes circulantes puedan percibir como extraordinario.  Por el contrario, la relativa indiferencia parece volverlos gestos de algún modo consabidos, quizás dotados de alguna racionalidad y, acaso, cada vez más justificables socialmente.

*Lucas Rubinich es sociólogo, profesor titular de la Carrera de Sociología la FSOC UBA, investigador del Instituto de investigaciones Gino Germani. Fue director durante cuatro períodos de la Carrera de Sociología. Desde hace 14 años dirige la revista Apuntes de Investigación