domingo, 28 de marzo de 2010

Fernanda Laguna, Villa Fiorito y el secundario de artes





Estéticas desacomodadoras para pequeñas épicas

El jueves 25 de marzo a las 11 de la mañana llegamos, luego de haber cruzado el Puente de La Noria y empezado a andar un poco por el camino Negro y la calle Ejército de los Andes, a una escuela de Villa Fiorito. Edificios de alguna de las ultimas cuatro décadas: malos materiales, agrietamientos. Sin embargo, un espacio limpio que en el día soleado, con chicos corriendo de un lado para otro, adolescentes risueños y maestros preparados para un acto, permite la construcción de una postal costumbrista ingenua. Es verdad eso que está pasando, y es verdad que ocurre en el último de los espacios estatales que luego de una catástrofe social, logra con esfuerzos singulares en cada caso conservar el respeto de los vecinos. Detrás de eso hay estadísticas de desempleo que generaron destrucción de grupos familiares y en el ámbito comunitario más amplio rupturas literales del lazo social. El deterioro del valor de la vida humana se enmarca en ese proceso general, y se refuerza por acciones ilegales de obtención de recursos en asociación con sectores de la agencia policial. Distintos sectores de la sociedad argentina se vieron afectados por esta verdadera catástrofe de crecimiento exponencial del desempleo, deterioros dramáticos de los sistemas de salud y también del sistema educativo público, pero a las zonas más subalternas de la estructura social, que hasta los setentas había generados formas de integración, las afectó de manera trágica.

Estábamos en ese lugar con esa historia asistiendo a lo que puede ser un evento con alguna particularidad, pero que en principio se manifestaba bajo la forma de rituales más o menos rutinarios. Lo extraordinario de este hecho es observar como se produce una experiencia de ruptura de barreras culturales, de poderosos obstáculos de sentido común cristalizado que operan como verdaderas murallas de concreto en las miradas y acciones extendidas a diversas zonas del mundo social. Pero, insisto, este experimento de ruptura se da de una manera que parece no interrumpir para nada la lógica del fluir cotidiano del lugar en el que se está realizando. Ocurre como si nada se estuviera alterando las actividades corrientes del barrio y la escuela Un aviso en papel y correo electrónico contaba que la Escuela secundaria N 49 y Belleza y Felicidad invitaban a la inauguración del Secundario orientado en Artes Visuales. Agregaba además que con motivo de ese evento se inaugurará una muestra de Heliografías del artista León Ferrari.

En el pasillo, luego de traspuesta la entrada, los chicos andan un poco alborotados por el acto y las visitas, y un perro del barrio se encariña con el primero que le hace un gesto. Allí se pueden ver los originales de León Ferrari que en algún momento estuvieron colgados en las paredes de prestigiosos museos del mundo. Fernanda Laguna movilizadora de la experiencia de “Belleza y felicidad”- que fue mucho más que una galería-, artista con reconocimiento en las zonas más prestigiosas y dinámicas del arte contemporáneo nacional e internacional, es quien ha promovido la creación de este secundario superior orientado en artes visuales. Ha invitado a artistas que participarán como profesores y ha convocado también a arquitectos con gran reconocimiento y sensibilidad artística y social, como Gustavo Dieguez y Lucas Gilardi, para construir un espacio en la escuela que se convierta en taller para las actividades de artes.

En el acto, el director de la escuela le da la palabra a Fernanda Laguna quien cuenta porque es buena esta experiencia, y produce toda una definición del arte que en la situación generada resulta mucho más que simples palabras. Fernanda con una estética de presentación de su persona que no altera el ambiente, le cuenta a los estudiantes de manera calma y como si no estuviera ocurriendo nada, que el arte puede estar en todos lados, en el acto de elección de la ropa cuando nos vestimos, en qué formas y colores tiene una zapatilla, en la forma que adquirió ese parlante, en las frases que repetimos con cariño porque la escuchamos en una cumbia. Y eso dicho por la artista prestigiosa que además tiene una inserción real en Fiorito, es un verdadero hecho estético político. Sobre todo, en momentos de sobreactuaciones discursivas radicalizadas, sin el complemento efectivo de movimientos sociales politizados y con una extraordinaria crisis de las izquierdas. Y aunque no pueda ser respondida acá, lo hecho por Fernanda habilita la pregunta acerca de si ¿son efectivamente productivas las acciones que juntan arte y política con la reproducción indignada y de modo sensacionalista de discursos de sentido común radicalizado? Quizás puedan serlo. Sin embargo, se me ocurre que esta manera de hacer y narrar una experiencia puntualmente transformadora, bajo formas lo menos parecida a la estética de La Pasionaria que se nos pueda ocurrir, es portadora de una potencialidad política extraordinaria. Y allí es donde Fernanda Laguna se inscribe en una gran tradición de relación entre arte y política de algún modo creada y seguramente revivificada permanentemente por Roberto Jacoby: la que quiebra obstáculos simbólicos casi impercetibles que resultan en opresiones cotidianas cualquiera sea el espacio en el que se presenten y, por supuesto, que rompe sentidos comunes estéticos como se hace en este caso. Se elige para narrar esta verdadera épica que rompe sentidos comunes sobre la circulación producción y apropiación de bienes artísticos, una forma en la que no hay banderas imponentes flameando al viento, no está la figura arriba de una mesa con el grito ronco y el brazo en alto. Es una chica que le habla a los otros con la misma forma que puede narrar cualquiera otra acción cotidiana, como si estuviera explicando como se hace mejor una ensalada de lechuga y tomate. En esa figura oximorónica para la expectativa convencional, está el poder desacomodador y entonces su potencialidad política.

LR

viernes, 26 de marzo de 2010

Ernesto Meccia contra todos los sectarismos

En el suplemento Soy, de este viernes 26 de marzo, se ha publicado este artículo de nuestro amigo Ernesto Meccia el que, con criterios universalistas, da cuenta de la situación compleja en la que activistas militantes por la causa de grupos oprimidos reproducen formas de dominación.
La canasta familiar
Una mirada crítica a ese sector del activismo que para destacar la “excelencia de las familias homoparentales” rescata argumentos reaccionarios, sectarios, precarios.
Por Ernesto Meccia
Sinceramente nunca imaginé que algún día iba a escribir este artículo. Mientras lo hago, me domina un estupor que aún no logro saber si proviene del contenido de una nota que leí esta mañana o de haber descubierto mi miopía ante algunas torsiones macabras de una parte importante de la política gay y lesbiana.
Resulta que a través de Facebook una entidad promotora de los derechos Glttbi publica una nota de la Agencia EFE con el título “Las parejas homosexuales ofrecen un ambiente ‘excelente’ para criar niños”, que es, en rigor, la comunicación de los resultados de una investigación realizada en España por la Universidad del País Vasco y la Universidad de Sevilla, asesoradas por Cambridge. Las conclusiones son contundentes: “En la comparación de la calidad del entorno familiar, han destacado la ‘excelente’ evaluación que lograron las parejas de homosexuales, las cuales mayoritariamente son de mujeres, con buena solvencia económica, grandes deseos de ser madres y que dedican mucho tiempo a su hijo, que suele ser único”.
Ultimamente son varias las entidades gays y lesbianas que, con tal de avanzar en el terreno de la igualdad jurídica, se respaldan en informes de cualquier tipo y en representantes políticos de la más diversa calaña. En fin, serán cuestiones relativas al juego de las tácticas y estrategias propio de la política. Con todo, creo que las cosas están llegando a un punto patético. Dejar entrever que la solvencia económica es condición para lograr una excelente “evaluación” como padres y madres no heterosexuales —que, si no lo dice la investigación, es lo que la nota que difundió la entidad quiere significar— y agarrarnos de eso para que se nos crea que somos capaces de serlo, representa la antítesis del respaldo ético que debe tener una lucha política, porque tiene la reminiscencia del peor racismo económico, cultural y social.
Tal vez ningún activista crea en esa barbaridad, pero piensan (peor que peor) que en estos momentos puede producir resultados y llenar la agenda de legisladores y jueces. Si esto fuera así, seguiríamos en problemas porque en el medio de la lucha, además de pragmáticos, tendríamos que ser cínicos.
La verdad es que tendría que cruzar la vereda, pero... ¿a dónde voy, si enfrente hay más progresismo de papel? Qué terrible descubrir que entre ambas veredas se yerguen dos espejos que reflejan exponencialmente esa misma figura que es todo un símbolo: la familia decente y de buena posición económica, ideal para que sea visitada por algún inspector de almas que le entregue un niño en adopción.
¿Qué hago? ¿Cómo sigo? Por el momento, por default, me quedo en esta vereda, pero no sin antes gritar que gran parte de la política gay y lesbiana está confundiendo torpemente la lucha por la igualdad jurídica con la lucha por la igualdad simbólica.
Link a la nota:http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/soy/1-1302-2010-03-26.html