Borgeanas. Clases teóricas de Sociología General
Lucas Rubinich
Las clases teóricas de Sociología general se proponen relacionar a los
estudiantes con conceptos básicos y centrales de la teoría del conocimiento de
lo social que de alguna manera son compartidos por las tradiciones (distintas)
que refieren a los grandes clásicos de la sociología. Y la propuesta no es
simplemente explicar esos conceptos escolásticamente, sino hacerlo encontrando
formas que permitan “verlos andando”. Se trata entonces de promover el
encuentro activo con un capital de conocimiento para permitir construir una
mirada sociológica pensándola, como sostendrá Ricardo Sidicaro- un maestro de
la sociología argentina-, desde su aplicabilidad.
Así es que cada una de las diez o doce clases teóricas de este
cuatrimestre, en empatía con las otras dos instancias de la cátedra (clases
plenarias llamadas teórico prácticos y clases de grupos pequeños llamados
prácticos) estarán dedicadas a pensar, tanto en los obstáculos que impiden
acceder a un conocimiento denso de lo social, como los posibles usos de los
recursos que permiten vencerlos. El
esfuerzo por ir más allá de la explicación en abstracto y recurrir a la
aplicabilidad tiene como objetivo, por supuesto. no fetichizar la teoría,
pelear contra las prácticas profesorales que transforman la tradición teórica
en cultura cosa, y reivindicar una relación vital con el conocimiento; la
cultura no como “opus operatum”, sino como herramienta, como “modus operandi”.
Por eso
la preocupación por construir situaciones, experiencias de la propia vida
cotidiana, de la historia, y de la literatura, que den cuenta de la
aplicabilidad de esos conceptos. Y allí es que, como se ha venido haciendo en
distintas cursadas a lo largo de varios años, se recurra a la mirada que sobre
algunos hechos y productos socioculturales se puede reconocer en la obra de
Jorge Luis Borges. Por la simple y contundente razón de que en varios de sus textos
se construyen imaginativamente situaciones que posibilitan una relación vital
con elementos centrales de la teoría social. Solo que en este año las citas no
aparecerán eventualmente en alguna que otra clase, sino que en cada una de las
clases el problema central tomará como referencia una situación planteada en un
texto de Borges, fundamentalmente algunos de los publicados en Discusión y en Otras
inquisiciones
No obstante, es pertinente recordar para no
eludir aspectos que a primera vista puedan oscurecer la anterior afirmación,
que, con motivo del cambio en la currícula de la Carrera de Letras de la
Universidad de Buenos Aires, Borges emitió opiniones poco amables hacia la
sociología. Ocurrió en esa ocasión- en el año 1984-, que se estaba dejando de
lado la condición de obligatorias de las materias dedicadas a las literaturas
extranjeras, transformándolas en optativas, por lo que los estudiantes las
podrían reemplazar, entre otras, por materias como sociolingüística,
psicolingüística, medios de comunicación, y también por sociología de la
literatura. Y allí Borges, sinceramente angustiado por el hecho de que un
estudiante de letras pudiese atravesar su carrera sin poner especial atención al
Dante, A Conrad, o a Las mil y una noches, se preguntaba “¿Qué será la sociología de la literatura?”
Es que eso que estaba sucediendo era vivido como un acto de banalización al que
se debía responder contundentemente. Si efectivamente se estaban deshojando las
mágicas formas del arte hasta equipararlo a simples objetos cotidianos, y se
estaba permitiendo su evaluación recurriendo a herramientas percibidas como vulgares,
era necesario volver a pronunciar palabras sagradas que le devolvieran su
potencia, su ambigüedad, si se quiere, su misterio. Y es por eso que se
habilitaba el recurso romántico afirmando, quizás con emoción, que “el hecho
estético es un brusco milagro”, que “no puede ser previsto”. Se pronunciaban entonces,
como en un ritual instituyente, casi a la manera de salmos, frases
reiluminadoras, como la del pintor Whistler, quien sostenía pura y
elementalmente que ”el arte sucede”; o, todavía con mayor pertinencia, la del
místico alemán Angelus Silesius, quien afirmó “la rosa es sin porqué”.
En sociología queremos creer que los
decires y los haceres de los seres humanos no son necesariamente explicables
por una visión del mundo escencializada, sino que se hace imprescindible para
intentar entenderlos, recurrir a las dimensiones histórica y relacional; y si
bien esto es generalizable para el conjunto de las interacciones humanas, esto
se hace muy evidente en los artistas empeñados en derribar los muros culturales
de la convencionalidad. Ante lo que se percibe como una trivialización del
hecho estético, como ocurre en el caso citado, se despliega como arma, una
visión escencialista del arte. Pero si se está analizando la literatura y el
imaginario lector es un par, lo relacional y lo histórico serán recursos
manejados con tranquila seguridad. Y no es otra cosa lo que afirma Borges en” Notas sobre ( hacia) Bernard Shaw”,
publicado en 1952 en Otras inquisiciones (Borges, 2005):“El libro no es un ente
incomunicado; es una relación, es un eje de innumerables relaciones. Una
literatura difiere de otra, menos por el texto que por la manera de ser leída:
si me fuera otorgado leer cualquier página actual-ésta, por ejemplo- como la
leerán el año 2000, yo sabría cómo será la literatura del año 2000” (Borges, 2005).
Del mismo modo está presente esa manera de mirar el mundo social cuando define
lo que es un libro clásico en “Sobre los clásicos”; o cuando sostiene que “cada
escritor crea a sus precursores”, en “Kafka y sus precursores”, ambos ensayos
también publicados en “Otras inquisiciones”. Y, por supuesto no se debería
omitir por demasiado explícita; la cita que, en más de una ocasión, utiliza
como cita de autoridad, del sociólogo norteamericano Thorstein Veblen, autor de
“Teoría de la clase ociosa” (Veblen, 2005) quien supo incomodar al mundo
académico de su país a fines del siglo XIX. Veblen, de padres noruegos, nacido
en una granja de Wisconsin, identificado como de ascendencia sueca por Borges,
habría dicho que la preponderancia de los judíos dentro de la cultura
occidental, no se debe por supuesto a una cuestión racial, sino a que los
judíos dentro de la cultura occidental están manejando una cultura que no es la
suya. Es decir, hacia la cual no deben ninguna lealtad y dentro de la cual
pueden obrar sin supersticiones y muchas veces de un modo revolucionario (Borges,
1960). Borges se valdrá de esa argumentación para explicar la preeminencia de
los irlandeses en la cultura inglesa, y señalará que más allá que alguno de
esos irlandeses tuvieran ascendencia inglesa, les basto sentirse irlandeses
para saberse diferentes, y actuar entonces con mayor libertad en una cultura en
la que se desenvuelven pero no sienten enteramente suya. Y también extenderá
este razonamiento al caso sudamericano. Dirá Borges “Creo que los argentinos,
los sudamericanos en general, estamos en una situación análoga; podemos manejar
todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia,
que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas” (Borges,2002). Lo
anterior es sostenido por Borges tanto en el ensayo “El escritor argentino y la
tradición”, de 1932, como en la conferencia sobre James Joyce en la Universidad
de La Plata en 1960.
En cada una de
estas afirmaciones y en otras más que incluyen a sus textos de ficción, y que se
analizarán en las distintas clases, está presente el problema fundamental de la
teoría social que es la compleja relación entre la determinación y la libertad
en la acción humana. Problema que algunos textos más contemporáneos llaman la
relación entre la estructura y la agencia, pero que muy tempranamente está
planteado en toda su complejidad, y a la vez con una elegancia que resulta en
amabilidad no condescendiente para con los lectores, cuando en el comienzo de “El
18 de Brumario de Luis Bonaparte” (Marx, 1995), Karl Marx sostiene lo
siguiente: “Los seres humanos hacen su propia historia, pero no la hacen a su
libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo
aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les
han sido legadas por el pasado”: Y para no subestimar el peso del poder
reproductivo que no hace fácil la posibilidad de cambios significativos en el
orden social, remata la argumentación anterior afirmando que la “tradición de
todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los
vivos”. ( Marx, 1995).
Por los
argumentos anteriormente sostenidos, pero también porque se entiende que es posible
mantener relaciones vitales con textos que plantean problemas complejos, aun
cuando estos textos sean no solo objeto de una consagración acotada, sino
también de un reconocimiento generalizado que amenaza con cosificaciones
superficiales incluidas en estrategias de distinción, es que se realiza esta
apuesta. Las clases teóricas de Sociología General se llaman este año Borgeanas
porque creo fundadamente que cada estudiante que participe de este curso podrá
apropiarse así de elementos profundos de la teoría social que le permitirán ir
construyendo una mirada desacomodadora sobre el orden social.
Bibliografía
citada
Borges,
Jorge Luis, 2002 El escritor argentino
y la tradición, en Discusión (1932), Obras completas, t 1 EMECE Buenos Aires.
Borges,
Jorge Luis, 1960 Conferencia sobre James Joyce. Universidad nacional de La
Plata
Borges,
Jorge Luis, 2005 Notas sobre (hacia)
Bernard Shaw, en Otras inquisiciones (1952), Obras completas, t II EMECE Buenos
Aires
Borges,
Jorge Luis, 2005 Kafka y sus precursores, en Otras
inquisiciones (1952), Obras completas, t II EMECE Buenos Aires
Borges,
Jorge Luis, 2005: Sobre los clásicos, en Otras inquisiciones (1952), Obras
completas, t II EMECE
Borges,
Jorge Luis, 2002, Las versiones homéricas en Discusión (1932), Obras completas,
t 1 EMECE Buenos Aires
Marx, Karl,
1995: El dieciocho de Brumario de Bonaparte, Ediciones de la Comuna, Montevideo
Uruguay.
Veblen Thorstein,2005:
La teoría de la clase ociosa. FCE México
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