sábado, 22 de diciembre de 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
"Budgegrinpis", videoarte de Pomarola Talk y Lucas Rubinich con la colaboración de Ophélie Dorgans en FASE IV
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Xilografías de Diego Bugallo, jueves 20 de setiembre
miércoles, 15 de agosto de 2012
Nuevo libro de poesía de Lucas Rozenmacher
viernes, 3 de agosto de 2012
lunes, 9 de julio de 2012
Las negras cuñas de la terrible historia del Paraguay
Las negras cuñas de la terrible historia del Paraguay atravesaron nuevamente la potencialidad vitalidad de un pueblo marcado por el dolor. El martes a las 22hs. en "Ni víctimas ni verdugos" entrevistamos a Lorena Soler, socióloga implicada con la historia del pueblo paraguayo y sagaz analista de su vida política.www.realaradio.com.ar (OBRA:Sin título, papel sobre de carta con lápiz acuarelable, de Pomarola Talk)
miércoles, 4 de julio de 2012
Destino Sudamericano (Fin d' époque), performance a cargo de Jorge Porcel de Peralta, con concepto de Lucas Rubinich
"yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas;
pero me endiosa el pecho inexplicable
un júbilo secreto. Al fin me encuentro
con mi destino sudamericano"
.....-
El viernes a las 18hs. en el Centro Cultural de la Universidad de General Sarmiento, en San Miguel, performance "Destino sudamericano (fin d' époque) ", a cargo de Jorge Porcel de Peralta y con concepto de Lucas Rubinich.

martes, 26 de junio de 2012
Lorena Soler desde Asunción dice sin vueltas, algo sobre el momento complejo que vieve el pueblo paraguayob
La plaza de Las Armas quedó vacía
sábado, 23 de junio de 2012
El dolor paraguayo.
Paraguay: crónica de un golpe de estado, por Lorena Soler
SÁBADO 23 DE JUNIO DE 2012
Por Lorena Soler
Asunción amaneció extrañamente fría. También especialmente militarizada. Sólo algunos comercios se atrevieron a levantar sus persianas. La ciudad estaba silenciada, sin transporte ni caminantes. Los paradores de comida habían desaparecido. Sólo en las paradas de taxis, que conservan sus televisores colgados de viejas columnas, podían observarse manifestantes que pispeaban noticias en la procesión hacia la plaza. En ella, las campesinas reemplazaron la venta de chipá por viejas radios. Lo importe, sin duda, era la inmediatez de las noticias que corrían a un ritmo inesperado.
Para ingresar a la Plaza de Armas, la plaza de la “resistencia” frente al Congreso, era necesario atravesar varios controles policiales. Mayoritariamente, jóvenes y campesinos, con pancartas de cartón producidas bajo urgencia, expresaban odio, también de clase, contra los “senadores corruptos”. Los cánticos eran “Lugo, amigo, el pueblo está contigo”. Es que ese presidente es un hombre del pueblo campesino, origen privilegiado para ganar las elecciones en 2008.
En la Plaza se había improvisado un precario escenario con audio desafinado. Allí subieron varios ministros del frente político luguista, personalidades de la cultura y, paradojas de la historia, quien supo ser el gran líder del Partido Liberal en la transición a la democracia, Domingo Laino. En sus discursos, todos apelaron al guaraní y a la frase “dictadura nunca más”.
A la Plaza habían llegado manifestantes desde la tarde del jueves 21. Ese día, diputados y senadores habían aprobado por unanimidad el juicio político al presidente constitucional Fernando Lugo. Tres horas antes, los ministros y funcionarios del Partido Liberal que formaron parte de la coalición de gobierno renunciaron en su totalidad. La suerte del juicio político estaba cantada. El Partido Liberal y el Colorado, creados en 1887, han conservado a lo largo de toda la historia una predominancia en el sistema político. Juntos a la derecha modernizante Patria Querida y la escisión colorada que responde a Lino Oviedo (UNANCE), habían acordado destituir a Lugo.
La única esperanza era UNASUR. Los cancilleres mantuvieron reuniones maratónicas con las fuerzas políticas, cobijaron al presidente y pronunciaron un comunicado contundente. No reconocerán a un presidente surgido de un proceso indebido como el que se estaba cursando. Nicolás Maduro, como buen chavista, fue por más. Tomó el micrófono y gritó que Venezuela retira toda colaboración. Pero ello no alcanzó: acaba de asumir la presidencia el vicepresidente Federico Franco, primer presidente del Partido Liberal desde 1939.
Los sobrantes argumentos jurídicos acerca del “indebido proceso”, la inconstitucional de un juicio sin argumentos legales ni políticos, obliga a buscar la causas del golpe de estado en una clase política que, por lo menos desde el stronismo, sigue manteniendo el control del Estado, que Lugo no pudo controlar ni generar un grupo propio para alcanzarlo. Hasta la Iglesia le pidió que dejara la presidencia. Los otros pequeños movimientos y ciudadanos sueltos, por su propia condición, no inciden en estas urgencias.
Hoy, parte de esa clase política trasparentada en un decadente Congreso, sin representación social y aislada de los procesos latinoamericanos, se defiende aferrándose a los elementos más conservadores del sistema político: el control de la presidencia. Cree que con ello puede asegurar su reproducción en un sistema en una franca crisis de representación. Mientras, en cada uno de los rincones de este dolorido país, hay muchos que esperan de una fuerza política capaz de interpelarlos.
La reciente matanza de once campesinos miembros del Movimiento Campesino de los Carperos y cinco policías, brindaron los argumentos finales para responsabilizar al gobierno, según lo expresaron senadores y corporaciones mediáticas: “Lugo alentó la lucha de clases”. Se apeló al miedo como memoria muy vivida. No sólo de la dictadura, sino a las muertes en 1999 de jóvenes intentando defender otro orden democrático.
La destitución parlamentaria de Lugo ya había sido intentada otras veces. La diferencia fue el respaldo del sector del Partido Liberal que responde al vicepresidente Franco. Había obtenido el último lugar en las internas de su partido, inhibiéndolo de ser candidato en las presidenciales de abril de 2013. Fue entonces el último manotazo por controlar el proceso electoral. Nunca se convocó al directorio del Partido Liberal para consultar sobre el destino luguista. Por el contrario, se armó un comité político que respondía a Franco, para que le allanara el camino a la presidencia. Parte de todo esto es también la crisis interna del Partido Liberal.
Sin embargo, si la historia es cíclica, el próximo presidente será del Partido Colorado, y en el peor de los escenarios, el megaempresario Horacio Cartes. Si lo que quede de los partidos de izquierda que acompañaron a Lugo logran reposicionarse, entonces aprenderán que se debe ganar elecciones, pero también generar una nueva fuerza política. Llegar a la presidencia sin representación en las cámaras, sin adoptar decisiones que permitan una legitimidad amplia, confirma las consecuencias de otra frase mítica de la campaña luguista: “justo en el medio, como la ranura del poncho”.
La destitución de Lugo fue vertiginosa. Pero, después de su último discurso como presidente, no dejó otra opción que el vaciamiento de la plaza. Solo quedaron las radios de fondo y una espectral sensación de frío.*La autora es socióloga y becaria de Conicet/ Iealc
viernes, 15 de junio de 2012
Tres solistas experimentales en el Sexto Cultural
jueves, 7 de junio de 2012
Cachafaz:Tatiana Santana y Claudio Pazos en la REA entrevistados por Pomarola Talk y Lucas.
Cachafaz:Tatiana Santana y Claudio Pazos en la REA entrevistados por Pomarola Talk y Lucas. Luisina de Recoleta, oyente habitual de Ni víctimas ni verdugos estaba con sus amigas y novia, y era la noche de su cumpleaños 23. Se destapaba el Cynar y se preparaba el mojito de cynar: Había calor humano para pelear el frio que penetraba por las vidrieras de la REA. Martín acomodaba las letras pertinentes para armar un afiche en la imprenta alemana de tipos Phoenix presse que perteneciera a Severino Di Giovani. Ophelié susurraba trozos de La marsellesa a capela porque Lucas había recordado el significado revolucionario a fines del XIX y principios del XX de la canción francesa. Los martires de Chicago la fueron cantando camino al cadalso y hoy resonaba en este ambiente con marcas del mundo libertario. Belén y Loló preparaban la salida al aire, cuando llegaron y le agregaron más onda todavía al lugar Tatiana y Claudio. Pomarola había seleccionado algunos momentos libertarios de Cachafaz y también los marcados por la fuerza mística de Almafuerte. En fin, una noche mágica en el triángulo mágico en el que confluyen Boedo, Pque., Chacabuco y Caballito
lunes, 4 de junio de 2012
"Ni víctimas ni verdugos" entrevista a Tatiana Santana, la directora de "Cachafaz" de COPI
sábado, 2 de junio de 2012
El dark room construído con sensibilidad sociológica.
Artículo de Ernesto Meccia, sociólogo sensible, amigo de sociología contraataca
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-2471-2012-06-01.html
Mi mundo
Elogio de la oscuridad
¿Qué puede hallar un sociólogo que se aventura en un dark room? Un lugar para ir de vacaciones: el espacio donde se busca y se encuentra a tientas puede ser un excelente lugar de veraneo para la presión de identidad que se vive todo el año.
Evitando cualquier malicioso equívoco moral, digamos que en el bar la gente está para “mostrarse”, para “exhibirse”, para dejar ante los demás un claro y visible testimonio de sí, del tipo “yo soy lo que ves”, lo cual equivale a decir que la zona luminosa es utilizada para individuarse. La individuación es posible en tanto y en cuanto se ostenten marcadores de “identidad social” y de “identidad personal” que –se espera– serán tenidos en cuenta por los otros si es que quieren establecer un intercambio sexual. Ejemplos de marcadores del primer tipo estarán en las conversaciones que se entablen (lugar de veraneo, nivel educativo, ocupación laboral) y si las mismas no tuvieran lugar podrían inferirse por intermedio de la ropa, y si la gente no tuviera la ropa puesta, por los accesorios. Los marcadores de la segunda, en cambio, hacen referencia a lo que esas personas serían capaces de hacer en los intercambios sexuales, y aquí no hay tutía: a diferencia de la web, donde puede emplearse hasta empacharse la expresión “versátil” o inducir pensamientos a través de fotografías expresamente trucadas, en los bares la gente se mira en vivo y en directo y, en consecuencia, de tal postura corporal, de tal actitud, de tal mirada pueden inferir si se está ante un codiciado “activo”, o un “pasivo”, o un fatalmente escaso “popperiano”, entre tantas otras marcas posibles.
Trapitos al sol
En esos lugares que favorecen intercambios que duran tanto como un suspiro, naturalmente, la última clase de marcadores tiene predominancia. En resumidas cuentas: es en la zona luminosa donde las personas se muestran (“pelan”, podríamos decir, sus atributos), presuponiendo que, en tanto individuos, recibirán un trato concordante. Pareciera haber en cada uno la esperanza, de que se ponga en acción una lógica de “responsabilidad sinecdóquica” como decía el sociólogo Erving Goffman, es decir, que los demás tomen una parte mía (la que mostré a la luz) como manifestación de mi todo, y si ello ocurriera, yo tendría que comportarme simétricamente, es decir, tendría que cuidar que ninguna de mis manifestaciones futuras contradigan la información que brindé. Por ejemplo: si alguien dio muestras por cinco segundos de ser “activo”, luego deberá serlo a tiempo completo.Obviamente, si las cosas sucedieran así, entonces, el bar (la luz) estructuraría la dinámica de esos lugares: el activo iría a un cuartito con un (o unos) pasivos (claro que lo inverso es cierto también), un musculoso con un “ídem cero plumas”, y un sádico con un masoquista, y súper etcétera... porque todos harían lo que permitieron entrever.
Pero esto no tiene nada de obvio, porque la cuestión es que los humanos somos seres de impulsos variables que tenemos ganas de hacer más cosas (y/o otras cosas) que las previsibles, que las que dijimos que íbamos a hacer. Ello tiene estrecha relación con la problemática de la identidad: no somos nada, no nos reconocemos sin ella, pero al mismo tiempo sentimos que nos aprisiona con los dulzores de la seguridad existencial. En este sentido, todo bien con la responsabilidad sinecdóquica (cuyo propósito es el de “no me confundas”), pero hay que reconocer que a veces funciona como una cárcel.
Me tomo cinco minutos...
¿Y si nos tomamos unos minutos y nos olvidamos de nosotros mismos, nos desindividuamos? ¿Y si nos destituimos de los atributos que mostramos a la luz? ¿Y si nos invisibilizamos y nos dejamos llevar por el imán de la nada, tanteando carne por la oscuridad mientras se tiene la sensación de que la música electrónica suena a miles de kilómetros de distancia? ¿No sería un merecido descanso de los deberes identitarios? Y aclaramos que no estamos sugiriendo nada parecido al reniego de la identidad sino a descansar un poco de la misma (así como pensamos las vacaciones del verano).Si volvemos a mirar el plano del lugar e imaginamos a la gente moviéndose dentro suyo, veremos cuán irresistible es el tránsito hacia la oscuridad destituyente. Y es que lo dicho debe ser muy cierto: ¿por qué, si no, quienes tiene todas las de ganar a la luz (remarco el sentido futuro) entran allí? ¿Por qué, quienes ya ganaron a la luz y con todas las de la ley, luego se dan una vuelta por el celebérrimo dark room?
Ahora tenemos más elementos para ver en la oscuridad: si el bar era el lugar para la individuación, el dark es el lugar para la fusión y la coalescencia, el sitio por excelencia donde lo social se vuelve, por un instante, más puro y colectivo, más deliciosamente casual y lúdico que nunca. Por eso mismo, los intercambios grupales (también llamadas “orgías”) se producen con harta más frecuencia en entornos sociales como éstos, que propenden al borramiento de fronteras en los cuerpos.
Probablemente, la asiduidad de la asistencia no le quite intensidad a la circunstancia de atravesar por las dos circunstancias (luz y oscuridad) en un mismo día. Tal vez por eso no sea infrecuente encontrarse en los pasillos a asistentes que están –aparentemente– sin hacer nada, con la mirada como perdida en un recuerdo o en una anticipación, frente a cuartitos que pueden estar vacíos, con las puertas abiertas. Así como el dark les permitió descansar de la luz, la penumbra de los pasillos pareciera dotarlos de coordenadas necesarias para encarar la tercera circunstancia de salir a la calle.
viernes, 18 de mayo de 2012
"Ni víctimas ni verdugos" desde LA MULTISECTORIAL INVISIBLE en ARTEBA, hacia el mundo.
lunes, 14 de mayo de 2012
"Ni víctimas ni verdugos" el clásico programa de realaradio.com.ar en ARTEBA el jueves a las 19,20hs.
Este jueves en ARTEBA entrevista a effymia, artista conceptual,performer y feminista queer
domingo, 6 de mayo de 2012
¿De qué oligarquía me hablás?.
Mitos y verdades del público del Colón
UEVA YORK.- Una tarde de 2002, Claudio Benzecry subió en un ómnibus frente al Teatro
Colón y viajó más de 50 kilómetros con un grupo de fanáticos de la ópera hasta el Teatro
Argentino, de La Plata, para ver el estreno de una puesta de La Bohème . Durante el
trayecto, una mujer se le acercó y le preguntó quién era: "Acá nos conocemos todos y
nunca te había visto". Cuando el sociólogo Benzecry le explicó que estaba en aquel ómnibus porque
quería estudiar al público de la ópera en la Argentina, especialmente el público del Teatro Colón, la
mujer le respondió: "Muy inteligente de tu parte. Hiciste muy bien en venir acá".
Y después le dio una recomendación que terminaría siendo clave: "También deberías ir a la parte del
teatro donde la gente asiste de pie. Ahí aprenderás unas cuantas cosas. Los que van al gallinero son
los que realmente aman la ópera y saben todo sobre ella". Benzecry, que estaba preparando su tesis
de doctorado en sociología para la Universidad de Nueva York (NYU), aceptó el consejo de la mujer y
dedicó los años siguientes de su vida a estudiar al público del Colón en general, pero en particular al
muy peculiar e inclasificable grupo de gente que llena los tres pisos más altos del teatro. La
investigación y el esfuerzo de Benzecry se vieron recompensados el año pasado con la publicación de
un libro en inglés, editado por la editorial de la Universidad de Chicago, y su publicación, este mes, de
la versión en castellano, El fanático de la ópera: etnografía de una obsesión , editada por Siglo XXI
Editores.
A mitad de camino entre el libro académico y la crónica periodística, Benzecry, de 40 años, narra su
propio descubrimiento del submundo que habita en los techos del Colón (en la tertulia, a donde sólo
pueden ir hombres; la cazuela, sólo habitada por mujeres, y el paraíso, donde pueden ir parejas) y
descubre que la pregunta más interesante es: ¿qué quiere decir "enamorarse" de algo como la
ópera? Hijo del director de orquesta Mario Benzecry, el autor incorpora también sus recuerdos como
niño y adolescente entre las bambalinas del Colón -donde su padre dirigió varias veces a la
Filarmónica de Buenos Aires y, durante dos años, a la orquesta del ballet- para poner en duda
algunos de los preceptos de la sociología. Leyendo a Pierre Bourdieu y otros autores clásicos,
Benzecry había aprendido que el público de alta cultura quiere "distinguirse" socialmente y
moralmente de otros grupos. Pero Benzecry, recordando a las personas que se acercaban a su padre
en los años 80 y las personas que conoció en los primeros tramos de su investigación, como aquella
mujer en el ómnibus a La Plata, sintió que en el público del Colón había algo más que pretensiones
sociales. Eso es lo que quiere probar en el libro: que el público de los pisos altos del Teatro Colón -
normalmente de clase media, formado por personas solitarias y algo tristonas que saben muchísimo
de ópera- no sólo va al teatro para ganar estatus social, sino también para expresar una variante
extraña del amor: el amor por la ópera.
-¿En qué momento empezaron a chocar sus recuerdos de infancia con sus lecturas
académicas?
-Mi recuerdo de cuando era chico era que la gente que se acercaba a mi viejo o a los músicos
después de la función era gente con la ropa gastada, pitucones en los hombros y que hablaba como
los viejos hinchas de fútbol: «Yo lo vi debutar a usted con el violín en 1954». Cosas así. Después,
cuando empecé a leer a Bourdieu y otros autores sobre los gustos de las elites, vi que aparecía todo
el tiempo la asociación entre música clásica, ópera, alta cultura y capital cultural. Y sentí que había un
desajuste entre lo que la sociología dice sobre cómo funcionan esos mundos y mi experiencia y mi
recuerdo. El registro de estatus y clase social también existe, por supuesto, pero no es el único.
-O sea que hay algo más. La gente no va al Colón para aparentar.
-Exacto. Hay una relación con el estatus, pero funciona muy distinto. La versión de la sociología más
clásica es: yo cambio esto por otra cosa. Yo acepto ir al Colón y cambio eso por figuración social o
conocer gente para conseguir un trabajo o un negocio. Yo me encontré con algo que era incambiable,
porque si vos decís que vas al Colón cuatro veces por semana, es probable que lo vean como medio
raro.
-¿Cómo definiría a estas personas? En el libro dice que la mayoría es de clase media, desde
abogados hasta empleados estatales.
-Socioeconómicamente no me terminó de quedar claro. Con la que hablé, me decían que habían
nacido o tenían familia en Arrecifes, Salto, Colonia Pringles, las afueras de Bahía Blanca. Se repetían
los mismos nombres, donde probablemente paraban compañías itinerantes que hacían fragmentos de
óperas. En la Capital, aparecían muy mencionados barrios clásicos de clase media, como Flores,
Floresta y Devoto; además de Avellaneda y Lanús. Y también está la cuestión italiana, cuyos
inmigrantes tenían una fuerte tradición de afición por la ópera. Algunos te cuentan que ingresaron en
la ópera yendo al viejo teatro Marconi, que estaba en Once.
-¿Los de arriba son más fanáticos que los que tienen abono?
-No, no. Es algo que se dice, pero yo, de hecho, conocí arriba a personas que tienen abono, pero que
cuando quieren ver una ópera por segunda vez, van arriba. Porque es imposible sacar cinco abonos.
Quiero decir: a diferencia del público tradicional y de los fundadores del Teatro Colón, que eran las
viejas familias tradicionales, la gente de arriba no tiene la fantasía de ver a una Argentina potencia,
moderna, integrada al mundo y a la alta cultura. Además, en los últimos 20 o 30 años el Colón dejó de
ser un lugar importante de circulación social, en términos políticos y socioeconómicos. Los
presidentes y los jefes de gobierno ya no van a la ópera. La red de las familias tradicionales todavía
existe -Amalita donaba plata todos los años-, pero eso financiaba el 10%, como mucho, del
presupuesto del Colón.
-¿Hubo algún afecto de la crisis de 2001-2002 en el público del Colón?
-Los fanáticos de la ópera durante mucho tiempo sintieron que el Colón era una especie de isla, o de
refugio, de la decadencia del país. Ni el peronismo ni la dictadura, por ejemplo, se metieron
demasiado en el Colón. Ya no lo es más. O por lo menos no lo era cuando yo hice las entrevistas, en
2005 y 2006. Me decían que los músicos ahora «tocaban en mangas de camisa». O me marcaban la
suciedad, la decadencia del edificio, los vagabundos durmiendo en la puerta, los volantes de «cambio
cartucho de impresora» pegados en las paredes. Sentían que había una degradación de afuera hacia
adentro del Colón. Y aparecían muchos de los reclamos de la clase media de esa época: «Esto es el
Colón piquetero». O: «Esto es una oficina pública con escenario».
-En el libro dice que el público del Colón valora mucho "saber" de ópera. ¿Saben de verdad
o fanfarronean?
-En general, saben de verdad. Tienen ese ethos de la clase media de ganarse el mérito, de «hago
esto y lo hago bien porque me esfuerzo». Pero, además, algo que ocurrió específicamente en el
Colón es que el público de arriba se desarrolló casi al margen del público de abono, en buena parte
porque el Colón tiene puertas de entrada distintas para cada uno de estos grupos. La gente de los
palcos entra por Libertad y los de arriba entran por Viamonte o Tucumán, según el sector. Y nunca se
cruzan. Nunca dicen: «Vamos a toa tomar un café» y están mezclados los de los palcos con los de
cazuela y tertulia. Y eso significa que se armaron normas de reclutamiento y etiqueta propias, sin
necesidad de copiar las de la elite.
-Da la impresión de que les gusta hablar de sí mismos.
-Mucho. Cuando me veían con el bloc o se enteraban de que estaba estudiando al público, venían y
me decían: «Anotá esto», o «Acá lo importante es...». Para mí fue superdisfrutable, en parte porque el
público del Colón es gente que no tiene a quién contarle esto. Hay mucha gente sola, o que va al
Colón empujada porque no tiene otros espacios dónde compartir su pasión por la ópera y eso a su
vez refuerza el ir al Colón, que es el único lugar donde puede hablar del tema. Algo que me decían
mucho era: «Acá me entienden y me respetan».
-¿Charlan mucho entre ellos, se hacen amigos?
-Sí, pero los momentos de sociabilidad son cortos. La gente va un rato antes a sacar la entrada.
Conversan ahí y durante los intervalos, pero no durante la música, porque está supermal visto. A mí lo
que me llamó la atención es que a la salida no se habla. Hay un desagote fuertísimo de hablar en la
escalera, yendo hacia la salida, pero después cada cual se va por su lado. Yo tenía la fantasía de que
iba a tener unas cenas buenísimas, pero no había nada de eso.
-¿A ellos les gustaría que la ópera fuera más popular, o les gusta sentirse exclusivos?
-Es raro, porque, por un lado, creen que la ópera es lo máximo, y por eso debería gustarle a mucha
más gente. Pero la ópera no es una marca de clase, es una marca de espiritualidad. Les gusta que
vayan chicos de las escuelas al Colón, y al mismo tiempo, se ven a sí mismos como parte de una elite.
¿Qué pasaría si se abrieran las compuertas del Colón y el Gobierno declarara un «Opera para
todos»? No sé si les gustaría.
-¿Se sienten como una especie de refugiados culturales?
-Yo digo que hay un «efecto Asterix». Ellos hablan mucho de la decadencia cultural argentina y, en
esta narrativa, se ponen a sí mismos como la última aldea que resiste al invasor. Muchos son
antifutboleros, pero mucho más que eso critican la cultura basura, a Marcelo Tinelli. A Tinelli le pegan
con todo lo que hay. .
viernes, 20 de abril de 2012
Artículo de Effy Save sobre la performance
http://effymia.blogspot.com.ar/
La performance, hija desaparecida de las artes visuales

sábado, 14 de abril de 2012
Los intelectuales y "el efecto Don Quijote"
Los intelectuales y “el efecto Don Quijote”.
Hay al fin, un efecto Don Quijote, pero debilitado, porque quienes llevamos adelante estas acciones estamos estructuralmente habitando una zona desde donde los molinos no dejan de verse como tales, pero a veces los imaginamos subsumidos en una niebla en la que nos esforzamos por adivinar viejos fantasmas, gigantes de algún modo añorados, que no terminan de conformarse y terminan diluyéndose.
Y si, pese a todo, continuamos con la ilusión de su presencia, avanzamos con dudas, con voluntad sobreactuada, con desconciertos, por supuesto con errores, y, lo que es peor, como consecuencia de la creencia débil, con la ausencia clara de pasión.
"Revista Ñ" 14.4.2012/ página 21
martes, 6 de marzo de 2012
BABEL ICÓNICA: muestra en El Once, a un año ¿la misma muestra?
Babel icónica Muestra en el Once
Curador: Pomarola Talk Patricio Dean
Concepto Lucas
…”¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?”
Graciela Borges
Nuestro amigo de
Los santos de la cultura afrobrasileña están junto a San Jorge y San Expédito. Un mediano buda dorado, en un estante arriba de una máscara china, un Gauchito Gil a un costado, libros de santos y oraciones. Collares multicolores colgados del techo, mates tornasolados rojos y azules y dorados. Velas perfumadas rojas, velas verdes, velas amarillas, doradas y azules, Sahumerios de todos los colores, plumas violetas, amarillas. Vírgen de Luján de yeso con manto dorado. Otra vírgen con escote seductor. San Roque con perro y todo. Todos de yeso y las capas de las vírgenes con rojos y dorados. Carteles fileteados ( toilette, damas, princesa, etc.), vasos rojos, posavelas. Elefantes dorados. Muñequitos bailando el tango. Cartel que anuncia Carreras de sortija. Productos Corona da Bahia. Libros del tarot egipcio. Cristos chicos, cristos más grandes. Una bandera de Italia con San Jorge en la lista blanca. Móviles azules, vioiletas, rojos, colgando del techo. ……”el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial de un conjunto infinito.”…
Todos los días hábiles en Corrientes 2228, de
viernes, 24 de febrero de 2012
Patricio Dean se anima a criticar la muestra Filtraciones de Pomarola Talk y Lucas Rubinich
Videoarte de Ophélie Dorgans, construído con elementos de las obras
Filtraciones
Patricio Dean
La remisión a las filtraciones me había generado cierto prejuzgamiento sobre la muestra de Pomarola Talk y Lucas. En la tarjeta de presentación ambos sostienen que lo predominante “no es un cascote homogéneo y que aún en los momentos de mayor fortaleza en las formas de la dominación, siempre hay algunos intersticios por los que se producen filtraciones”.Mi impresión es que estas iniciativas que hablan de resistencias cuando no hay movimientos que avalen esas resistencias, tanto en el mundo del arte como en la política, se convierten en meros gestos voluntaristas, en retóricas con voluntad rebelde que terminan reproduciendo estéticas convencionales con un sesgo superficialmente diferente. Escaparse de las cárceles de un clima predominante no es un mero juego retórico. En un reportaje público que le hice hace un mes en