viernes, 24 de febrero de 2012

Patricio Dean se anima a criticar la muestra Filtraciones de Pomarola Talk y Lucas Rubinich


Videoarte de Ophélie Dorgans, construído con elementos de las obras

http://vimeo.com/37674861

Galería de Fotos de la muestra


Filtraciones

Patricio Dean

La remisión a las filtraciones me había generado cierto prejuzgamiento sobre la muestra de Pomarola Talk y Lucas. En la tarjeta de presentación ambos sostienen que lo predominante “no es un cascote homogéneo y que aún en los momentos de mayor fortaleza en las formas de la dominación, siempre hay algunos intersticios por los que se producen filtraciones”.Mi impresión es que estas iniciativas que hablan de resistencias cuando no hay movimientos que avalen esas resistencias, tanto en el mundo del arte como en la política, se convierten en meros gestos voluntaristas, en retóricas con voluntad rebelde que terminan reproduciendo estéticas convencionales con un sesgo superficialmente diferente. Escaparse de las cárceles de un clima predominante no es un mero juego retórico. En un reportaje público que le hice hace un mes en la Tod University al sociólogo francés Loïc Wacquant, él sostiene hablando de su maestro Bourdieu, que “la sociedad moldea las disposiciones, las formas de ser, sentir y pensar característica de una clase de personas; las disposiciones guían las acciones por medio de las cuales las personas moldean la sociedad”.

Sin embargo con mis prejuicios sustentados teóricamente a cuestas, fui a la muestra uno de los días posteriores a la inauguración para poder mirar con tranquilidad. Y en verdad, me tranquilicé cuando pude observar que más que cantos extemporáneos de rebeldía, la obra conjunta intentaba decir algo sobre el peso de la cultura. Si se quiere sobre la ”tradición de todas las generaciones muertas que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”. Y sobre cómo se hace arte relacionándose imaginativamente con la vida en mundos que pueden resultar cosificadores. Cómo se hace para salir de la alienación y específicamente de la alienación erudita.

En el pequeño espacio del Gabinete de Arte y Política de la Galería Arcimboldo las dos paredes más largas albergaban las obras de Pomarola Talk y Lucas, cada uno en su pared. Y a un costado un plasma proyecta una obra construida sobre los trabajos de la muestra, de la artista audiovisual Ophelie Dorgans. Las obras de Lucas son tres láminas tamaño afiche con inscripciones en tipografía de vieja máquina de escribir mecánica e intervenciones en lapicera azul. En uno hay una frase sobre la mirada escolástica de JL Austin, en otro una mención de Bourdieu sobre la acumulación fetichizada de bienes culturales, y en el tercero, una serie de frases cortas que, tanto como las intervenciones en lapicera azul, también insisten sobre la cosificación de la cultura. Esos tres afiches austeros puestos simétricamente en el estilo conceptual art de galería, remitiendo al concepto de fetichización de la cultura, contrastan con la pared enfrentada en la que están las obras de Pomarola Talk. Los soportes son rollos de papel higiénico abiertos, cajitas de fósforos, hojas de diarios, sobres de cartas, tickets de laverrap, cartoncitos… Las imágenes construidas sobre ellos abundan en colores cercanos a la alegría de un mundo barrial con formas que remiten a tradiciones artísticas y a esos mismos objetos cotidianos que operan como parte de la obra. Y es verdad que ya hace más de medio siglo que nadie se asombra de ver estos materiales en una galería. Sin embargo, todavía tienen una potencia importante y en el caso de Pomarola, algunos son además muy pequeños y para decir una palabra arcaica, bellos. Una belleza extraña con colores y formas que caminan sobre convenciones, pero sin embargo dicen otra cosa, o parecen querer decir otra cosa. Una mención especial para su obra en sobre de carta clásico que en el medio soporta una muy pequeña obra-mapa donde se lee plaza constitución, rodeado de letras en lapicera azul que arman la poesía Vaivén, de Fernando No y que son cuatro versos distribuidos en cada pared del rectángulo del sobre: Tengo miedo/de caer del tiempo/ porque es el único/dios que nos queda”.

La obra de Ophelie se construye sobre los trabajos de Pomarola y Lucas y se convierte en una obra fuertemente autónoma y reflexiva. El sonido no es un Noise futurista a lo Luigi Russolo donde atronan los sonidos nuevos de la revolución industrial que debían ser celebrados. Es una obra que encuentra imágenes y sonidos tranquilos, en el sentido más literal, problematizadores, pero no por un sacudimiento que apela sin mediaciones a la emoción, sino, reflexivos. En el recorrido por los distintos materiales casi se detiene por un momento en el concepto que más remite a filtraciones de la obra filtraciones, preocupada por dar cuenta de los poderosos condicionamientos simbólicos marcados por la historia: es la palabra final del manifiesto hacia el erotismo de Pomarola, donde en escalones sucesivos aparecen como elementos con potencial revolucionario, el sexo, el arte, la política, y por fin, la ternura.

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