lunes, 27 de abril de 2009

Muestras de Leon Ferrari en el MOMA y en Belleza y Felicidad, de Villa Fiorito






Muestras de Leon Ferrari en el MOMA y en Belleza y Felicidad, de Villa Fiorito

Como nos quedaba más a mano, nosotros fuimos a Villa Fiorito (Para cuestionar la canchereada anterior podríamos decir que muchos de nosotros vamos más seguido a N. York que a Fiorito). De todos modos, y más allá de las autochicanas, Sociocontraataca estuvo el domingo 26 a las once e la mañana, en una extraordinaria experiencia organizada y promovida por Fernanda Laguna y apoyada por Roberto Jacoby. Desde hace unos años en un predio de Larrazabal y Rivera Sur en Villa Fiorito Fernanda Laguna organizó, en ese lugar, un anexo de lo que fue su galería Belleza y Felicidad realizando diferente tipo de actividades culturales para los chicos y todos los vecinos del barrio. No es extraña entonces para los vecinos esa actividad del domingo. Es una fiesta en la que los protagonistas principales son los pibes, que dibujan, que hacen pines con tapitas de gaseosas, que juegan al fútbol y en la que hay tortas fritas, chocolate y unas rosquitas de antología. Los padres y los encargados de los talleres andan de un lado a otro en el medio de la actividad de los chicos. Todos están ya acostumbrados a la escultura que se levanta justo en la esquina separada por el alambrado del predio. Se trata ni más ni menos que de un pie que es el calco del pie del David donado por el Museo De la Cárcova. Y entonces todos hacemos la rápida asociación entre ese pie que es parte de la cultura clásica y el pie de ese pibe rebelde originario de Fiorito que ha gozado y goza de la celebridad contemporánea.
No hay a primera vista nada que no sea lo que ya se viene haciendo hace un tiempo. Sin embargo ese domingo a la mañana se estaba inaugurando una muestra y galería de arte que realmente es portadora de una potente originalidad. Y se convierte, de hecho, en un gesto político productivo imaginando formas de democratización de la circulación de obras de arte en las actuales condiciones de existencia. La muestra de la galería belleza y Felcicidad, de Villa Fiorito abría las puertas a dos formas de arte con alto reconocimiento en el mundo del arte internacional. Se trata de ocho heliografías del artista León Ferrari y de cuatro esculturas calcos que forman parte del capital de la cultura clásica universal.
No es necesario mencionar la inacabable lista de debates sobre las formas de relación entre el arte, (las formas que en un momento histórico las diversas zonas del campo artístico reconocen y valoran como tales) y vastos sectores de la población que debido a la organización económico-social, no tienen la posibilidad de encontrarse con este tipo de bienes culturales. Esta muestra interviene de la mejor manera en esos debates: colocando en la pared de un galpón de Villa Fiorito las obras originales de un artista argentino que en este mismo momento cuelga otras de sus obras en las paredes del MOMA de nueva York. Y esto se hace de una manera que está lejos de las ceremonias sacralizadoras de la cultura; se hace como parte de un fluir cotidiano en el que hay una fiesta, música, pibes jugando al fútbol y diversos objetos artísticos: los pìnes con tapitas de gaseosas, las papeles con obras de los pibes del taller de arte, las obras de León Ferrari y la modesta vitrina que guarda cuatro esculturas calcos ( cabeza de Afrodita-siglo IV A de C; cabeza de Buda,siglo II A de C; cabeza de Cristo, fin del siglo XII, siglo XII; cabeza de Palas Atenea con casco siglo IV A de C) donadas por el museo De la Cárcova.
Un tríptico que reproducimos aquí, hecho en simple papel fotocopiado, avisa de las actividades, de las cacaterísticas de las obras, y relata la biografía artística de Ferrari. En el momento de la inauguración, los chicos sentados en el piso, los padres, vecinos, talleristas e invitados escuchamos a quien además de artista y amigo, es el guía del Museo de la Cárcova, Gustavo Ríos. Gustavo hizo la visita guiada por esas esculturas. Gustavo hablaba sobre el arte griego y romano mientras dos chicos se reían del casco en la cabeza de Palas Atenea y un vecino del barrio y yo, a la par que atendíamos el relato, comíamos entusiasmados un par de tortas fritas, casi recostados sobre un espacio vacío de pared entre dos obras de Ferrari.
L.R

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