miércoles, 9 de octubre de 2024


MANIFIESTO CONTRA LA BARBARIE. Por la Universidad pública

Lucas Rubinich*

No. No se trata solamente de una pelea por el presupuesto.  Más allá de una derrota que avergonzará a los respresentantes del pueblo Que la posibilitaron, continúa siendo una relevante batalla parcial que forma parte- y ojalá que resulte ejemplificadora si se convierte en un productivo proceso generador de espacios deliberativos- de la lucha global contra la barbarie. Contra lo que en el presente se ha transformado en cultura predominante, la cultura del capital financiero. No hay en esta visión del mundo, un ciudadano como lo piensa la tradición liberal republicana, que es un ciudadano que se realiza si se realiza la ciudad. Lo que se reivindica es el individuo pragmático que se mueve con dos categorías básicas en su darwiniana la lucha por la vida: ganadores y perdedores.  En esa lucha no solo que no valen, sino que se desprecian, el debate argumentativo, la reflexividad, la vitalidad habilitadora de imaginación; y, por el contrario, en las intervenciones en el espacio público se esgrime un economicismo vulgar sostenido en una estética de talk sow televisivo. Un progresismo reaccionario amparado en una teoría desocializada y deshistorizada que solo forma en destrezas y habilidades técnicas, relegando entonces a un papel absolutamente secundario los aspectos referidos a la responsabilidad en relación a la historia del conocimiento y al papel público del profesional.

Ese es el capital de conocimiento de los ganadores, aquellos que despliegan una estrategia egoísta en procura de la maximización del lucro individual. Los que logran las posiciones más altas en una sociedad ideal construida sobre cimientos de seres humanos aplastados y una base subordinada y anómica, inhablitada de participar por estar sumida en violencia interna que cuando desborda su territorio es reprimida por una zona activa del estado: las fuerzas de seguridad. Ese modelo se puede autosustentar, como sostiene Martha Nussbaum que ocurre en algunos estados de la India, con bases analfabetas  y elites presas de una “codicia obtusa y de docilidad capacitada”

Para ello el programa político de esta perspectiva requiere la eliminación de los obstáculos administrativos institucionales y políticos que impidan el trazado de ese camino concebido como único, como verdadero, hacia esa cercana sociedad ideal. Uno de esos obstáculos centrales es el conjunto de instituciones de la educación pública y la universidad pública en particular. Y no porque en la universidad pública que es plural y fuertemente heterogénea no exista la presencia de esta mirada predominante. Existe en cátedras concretas, que no son pocas.  Pero, sobre todo, en formas organizativas de lo académico y científico producto de las transformaciones internacionales del mundo académico y científico, que, de hecho, promoviendo un carrerismo individualista, inhiben la posibilidad del diálogo comunitario e interdisciplinario y la relación vital con la propia sociedad. Pero claro, ocurre, que este espacio plural, en el que existe una práctica ciudadana en el gobierno universitario con participación de los distintos claustros y una institución fundamental de la herencia reformista como la libertad de cátedra, genera un extraordinario espacio potencial de debate que irrita a este autoritarismo vulgar. Autoritarismo vulgar que, en verdad, está recorriendo el mundo como un tenebroso fantasma portando las banderas de la barbarie.

En Estados Unidos la filósofa Martha Nussbaum, alarmada por el relegamiento y a veces la directa subestimación del pensamiento reflexivo y la cultura universal en favor de la absoluta preminencia de conocimientos técnicos que otorguen rentabilidad en el mercado por parte de elites con poder político y autoridades de prestigiosas instituciones universitarias, publica en el año 2010 un libro manifiesto. El libro se titula.” Sin fines de lucro. Porqué la democracia necesita de las humanidades”. Allí se relatan ejemplos concretos que muestran como las nuevas elites del capital financiero desprecian las artes y las humanidades. Su apuesta es reivindicar el imprescindible valor de estas para la existencia y la profundización de las democracias. En el año 2013 el filósofo italiano especialista en Giordano Bruno, Nuccio Ordine publica otro libro manifiesto con la misma preocupación y lo llamará “La utilidad de lo inútil”. Blandiendo un apasionado enojo ante el abandono de las letras clásicas en los programas de escuela media de la Comunidad Europea, emprende un recorrido dando clases en escuelas medias de Italia, Francia y España sobre el Dante, sobre El quijote y otros textos clásicos desde una perspectiva vital que en el fondo supone preguntarse cómo queremos formar a las nuevas generaciones, qué sociedad esperamos construir. Con el mismo espíritu Nussbaum dirá que la “ educación orientada principalmente a la obtención de renta en el mercado global... pone en riesgo la vida misma de la democracia, además de impedir la creación de una cultura mundial digna”. En el año 2003 en una entrevista publicada en el diario La Nación el científico argentino Rolando García, el apaleado rector de Ciencias exactas de la noche de los bastones largos sostenía, como era su costumbre sin ambigüedades, “quien rige hoy lo que se hace en ciencia no es la UNESCO, como debería ser, sino el Banco Mundial”. Y se preguntaba qué conocimiento apoya el Banco Mundial, para responder: “el que va dirigido a la empresa, al mercado”.

Por todo esto, la lucha de la universidad pública no se trata solo de un reclamo legítimo e imprescindible por el presupuesto y por mucho más presupuesto, sino que es una lucha político-cultural.  Una lucha que debe implicar a distintos sectores de la sociedad portadores de sensibilidad democrática que valoren los espacios donde es posible trabajar con la imaginación creativa, con el pensamiento reflexivo, desde las distintas profesiones, desde las artes y las ciencias, como condición potencial de construir sociedades que piensen en la inclusión del género humano. No es momento de diferencias políticas que ante esta situación se tornan claramente secundarias. Como en la lucha antifacista, el horror ante acciones que eran percibidas como atentados al género humano, la universidad en su conjunto y la sociedad que la sostiene y que se beneficia con sus conocimientos, debe ponerse de pie frente a esta nueva forma que asume la barbarie.

No estamos de cuerdo con la vulgarización del conocimiento reducido a pura técnica, no queremos ciudadanos que en el mejor de los casos sean técnicos dóciles a los deseos del poder. No queremos formar profesionales que legitimen una sociedad- como es posible atisbar en las medidas del presente- productora de poblaciones a las que se considera desechables, como los discapacitados, los enfermos terminales, simplemente los enfermos pobres, los viejos, y todos aquellos que por diferentes motivos provocados por políticas excluyentes quedan fuera del mapa integrado.

 

 

Sabemos que para esta perspectiva con peso cultural mundial, la forma más elemental de las democracias republicanas con sus conquistas inclusivas de posguerra se convierten en un obstáculo y se consideran una mera escenografía de cartón, a burlar o a derribar cuando sea pertinente.  Von Hayek un referente fuerte de esta perspectiva elogió a la dictadura de Pinochet como una verdadera democracia en tanto habilitaba la libertad de mercado.

Quienes estamos en la universidad pública en Argentina tenemos la oportunidad de reconocernos y resignificar productivamente un extraordinario capital que existe desde la fundación de la república moderna hasta el presente. Somos herederos de la Ley 1420 de 1884 que estableció la educación primaria común, laica, gratuita y obligatoria; los somos también de un hecho fundamental en las historia de las luchas contra los oscurantismos retrógrados que surgió de la universidad de córdoba y repercutió con fuerza política y cultural en toda américa latina, la llamada reforma del 18; están en nuestra memoria las luchas estudiantiles de la larga década del sesenta y  las imaginativas y breves experiencias universitarias de 1973-74; sabemos del enorme valor resistente que tuvo la Carpa blanca frente al avance arrollador del neoconservadorismo. Por eso estamos dispuestos a dar una lucha que irremediablemente para ser efectiva debe ser vitalizadora del demos universitario. Profesores, trabajadores no docentes, graduados, estudiantes, tenemos esta historia. Si con ella, que es un potente pertrecho, no podemos pararnos con fuerza frente a lo que es una ola de barbarie, para qué estamos.

 

*Lucas Rubinich, profesor consulto Carrera de Sociología UBA. Investigador Instituto de investigaciones Gino Germani UBA.

 


miércoles, 30 de marzo de 2022

BORGEANAS. CLASES TEÓRICAS DE SOCIOLOGÍA GENERAL. Lucas Rubinich


 

Borgeanas. Clases teóricas de Sociología General

Lucas Rubinich

Las clases teóricas de Sociología general se proponen relacionar a los estudiantes con conceptos básicos y centrales de la teoría del conocimiento de lo social que de alguna manera son compartidos por las tradiciones (distintas) que refieren a los grandes clásicos de la sociología. Y la propuesta no es simplemente explicar esos conceptos escolásticamente, sino hacerlo encontrando formas que permitan “verlos andando”. Se trata entonces de promover el encuentro activo con un capital de conocimiento para permitir construir una mirada sociológica pensándola, como sostendrá Ricardo Sidicaro- un maestro de la sociología argentina-, desde su aplicabilidad.

Así es que cada una de las diez o doce clases teóricas de este cuatrimestre, en empatía con las otras dos instancias de la cátedra (clases plenarias llamadas teórico prácticos y clases de grupos pequeños llamados prácticos) estarán dedicadas a pensar, tanto en los obstáculos que impiden acceder a un conocimiento denso de lo social, como los posibles usos de los recursos que permiten vencerlos.  El esfuerzo por ir más allá de la explicación en abstracto y recurrir a la aplicabilidad tiene como objetivo, por supuesto. no fetichizar la teoría, pelear contra las prácticas profesorales que transforman la tradición teórica en cultura cosa, y reivindicar una relación vital con el conocimiento; la cultura no como “opus operatum”, sino como herramienta, como “modus operandi”.

 Por eso la preocupación por construir situaciones, experiencias de la propia vida cotidiana, de la historia, y de la literatura, que den cuenta de la aplicabilidad de esos conceptos. Y allí es que, como se ha venido haciendo en distintas cursadas a lo largo de varios años, se recurra a la mirada que sobre algunos hechos y productos socioculturales se puede reconocer en la obra de Jorge Luis Borges. Por la simple y contundente razón de que en varios de sus textos se construyen imaginativamente situaciones que posibilitan una relación vital con elementos centrales de la teoría social. Solo que en este año las citas no aparecerán eventualmente en alguna que otra clase, sino que en cada una de las clases el problema central tomará como referencia una situación planteada en un texto de Borges, fundamentalmente algunos de los publicados en Discusión y en Otras inquisiciones

 

No obstante, es pertinente recordar para no eludir aspectos que a primera vista puedan oscurecer la anterior afirmación, que, con motivo del cambio en la currícula de la Carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, Borges emitió opiniones poco amables hacia la sociología. Ocurrió en esa ocasión- en el año 1984-, que se estaba dejando de lado la condición de obligatorias de las materias dedicadas a las literaturas extranjeras, transformándolas en optativas, por lo que los estudiantes las podrían reemplazar, entre otras, por materias como sociolingüística, psicolingüística, medios de comunicación, y también por sociología de la literatura. Y allí Borges, sinceramente angustiado por el hecho de que un estudiante de letras pudiese atravesar su carrera sin poner especial atención al Dante, A Conrad, o a Las mil y una noches, se preguntaba ¿Qué será la sociología de la literatura?” Es que eso que estaba sucediendo era vivido como un acto de banalización al que se debía responder contundentemente. Si efectivamente se estaban deshojando las mágicas formas del arte hasta equipararlo a simples objetos cotidianos, y se estaba permitiendo su evaluación recurriendo a herramientas percibidas como vulgares, era necesario volver a pronunciar palabras sagradas que le devolvieran su potencia, su ambigüedad, si se quiere, su misterio. Y es por eso que se habilitaba el recurso romántico afirmando, quizás con emoción, que “el hecho estético es un brusco milagro”, que “no puede ser previsto”. Se pronunciaban entonces, como en un ritual instituyente, casi a la manera de salmos, frases reiluminadoras, como la del pintor Whistler, quien sostenía pura y elementalmente que ”el arte sucede”; o, todavía con mayor pertinencia, la del místico alemán Angelus Silesius, quien afirmó “la rosa es sin porqué”.

 

En sociología queremos creer que los decires y los haceres de los seres humanos no son necesariamente explicables por una visión del mundo escencializada, sino que se hace imprescindible para intentar entenderlos, recurrir a las dimensiones histórica y relacional; y si bien esto es generalizable para el conjunto de las interacciones humanas, esto se hace muy evidente en los artistas empeñados en derribar los muros culturales de la convencionalidad. Ante lo que se percibe como una trivialización del hecho estético, como ocurre en el caso citado, se despliega como arma, una visión escencialista del arte. Pero si se está analizando la literatura y el imaginario lector es un par, lo relacional y lo histórico serán recursos manejados con tranquila seguridad. Y no es otra cosa lo que afirma Borges en” Notas sobre ( hacia) Bernard Shaw”, publicado en 1952 en Otras inquisiciones (Borges, 2005):“El libro no es un ente incomunicado; es una relación, es un eje de innumerables relaciones. Una literatura difiere de otra, menos por el texto que por la manera de ser leída: si me fuera otorgado leer cualquier página actual-ésta, por ejemplo- como la leerán el año 2000, yo sabría cómo será la literatura del año 2000” (Borges, 2005). Del mismo modo está presente esa manera de mirar el mundo social cuando define lo que es un libro clásico en “Sobre los clásicos”; o cuando sostiene que “cada escritor crea a sus precursores”, en “Kafka y sus precursores”, ambos ensayos también publicados en “Otras inquisiciones”. Y, por supuesto no se debería omitir por demasiado explícita; la cita que, en más de una ocasión, utiliza como cita de autoridad, del sociólogo norteamericano Thorstein Veblen, autor de “Teoría de la clase ociosa” (Veblen, 2005) quien supo incomodar al mundo académico de su país a fines del siglo XIX. Veblen, de padres noruegos, nacido en una granja de Wisconsin, identificado como de ascendencia sueca por Borges, habría dicho que la preponderancia de los ju­díos dentro de la cultura occidental, no se debe por supuesto a una cuestión racial, sino a que los judíos dentro de la cultura occidental están manejando una cultura que no es la suya. Es decir, hacia la cual no deben ninguna lealtad y dentro de la cual pueden obrar sin supersticiones y muchas veces de un modo revolucionario (Borges, 1960). Borges se valdrá de esa argumentación para explicar la preeminencia de los irlandeses en la cultura inglesa, y señalará que más allá que alguno de esos irlandeses tuvieran ascendencia inglesa, les basto sentirse irlandeses para saberse diferentes, y actuar entonces con mayor libertad en una cultura en la que se desenvuelven pero no sienten enteramente suya. Y también extenderá este razonamiento al caso sudamericano. Dirá Borges “Creo que los argentinos, los sudamericanos en general, estamos en una situación análoga; podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia, que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas” (Borges,2002). Lo anterior es sostenido por Borges tanto en el ensayo “El escritor argentino y la tradición”, de 1932, como en la conferencia sobre James Joyce en la Universidad de La Plata en 1960.

 

En cada una de estas afirmaciones y en otras más que incluyen a sus textos de ficción, y que se analizarán en las distintas clases, está presente el problema fundamental de la teoría social que es la compleja relación entre la determinación y la libertad en la acción humana. Problema que algunos textos más contemporáneos llaman la relación entre la estructura y la agencia, pero que muy tempranamente está planteado en toda su complejidad, y a la vez con una elegancia que resulta en amabilidad no condescendiente para con los lectores, cuando en el comienzo de “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte” (Marx, 1995), Karl Marx sostiene lo siguiente: “Los seres humanos hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”: Y para no subestimar el peso del poder reproductivo que no hace fácil la posibilidad de cambios significativos en el orden social, remata la argumentación anterior afirmando que la “tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”. ( Marx, 1995).

Por los argumentos anteriormente sostenidos, pero también porque se entiende que es posible mantener relaciones vitales con textos que plantean problemas complejos, aun cuando estos textos sean no solo objeto de una consagración acotada, sino también de un reconocimiento generalizado que amenaza con cosificaciones superficiales incluidas en estrategias de distinción, es que se realiza esta apuesta. Las clases teóricas de Sociología General se llaman este año Borgeanas porque creo fundadamente que cada estudiante que participe de este curso podrá apropiarse así de elementos profundos de la teoría social que le permitirán ir construyendo una mirada desacomodadora sobre el orden social.

Bibliografía citada

Borges, Jorge Luis, 2002   El escritor argentino y la tradición, en Discusión (1932), Obras completas, t 1 EMECE Buenos Aires.

Borges, Jorge Luis, 1960 Conferencia sobre James Joyce. Universidad nacional de La Plata

Borges, Jorge Luis, 2005   Notas sobre (hacia) Bernard Shaw, en Otras inquisiciones (1952), Obras completas, t II EMECE Buenos Aires

Borges, Jorge Luis, 2005   Kafka y sus precursores, en Otras inquisiciones (1952), Obras completas, t II EMECE Buenos Aires

Borges, Jorge Luis, 2005: Sobre los clásicos, en Otras inquisiciones (1952), Obras completas, t II EMECE

Borges, Jorge Luis, 2002, Las versiones homéricas en Discusión (1932), Obras completas, t 1 EMECE Buenos Aires

Marx, Karl, 1995: El dieciocho de Brumario de Bonaparte, Ediciones de la Comuna, Montevideo Uruguay.

Veblen Thorstein,2005: La teoría de la clase ociosa. FCE México

lunes, 25 de octubre de 2021

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ALEGRÍA EFÍMERA, sobre la obra "De como la pulsión de vida se enfrenta a la pulsión de muerte del capitalismo gore" , de Pomarola Talk

 

 

Muestra" DE COMO LA PULSION DE VIDA SE ENFRENTA A LA PULSIÓN DE MUERTE DEL CAPITALISMO GORE". POMAROLA TALK

 https://www.youtube.com/watch?v=oiy4yT9TDxc

Una reflexión sobre la alegría efímera

Por Patricio Dean

 Este trabajo de Pomarola Talk es una serie de 10 obras (once si contamos el título ) cada una de las cuales tiene formas singulares  y algunas constantes que le otorgan unidad como el tipo de color, la corporeidad que le da la superposición de distintas capas (fondo de marcador cubierto por pintura de uña transparente con brillos, por ejemplo), la presencia de dorados y plateados,  claro, los brillos y, por supuesto, los recursos con los que se construyen esas formas, esos brillos, y esos colores: lápiz de color- usado principalmente como fondos suaves-, birome de gel con brillantina, marcador de tinta, y pinturas de uñas con y sin brillos. Los colores son de celebración popular, de alegría que oculta dolores y por eso debe reafirmarse. Los que están en las manos con uñas brillantes y que asumen distintas tonalidades con el juego de luces en un boliche de Constitución; las estrellitas doradas que se adosan a una zapatilla, a un short con tela de jean; los brillos plateados desparramados en los cachetes. Los que están en las pinturas de labio de las chicas trans que trotean en la larga noche por la Avenida Brasil. Los que están en la fiesta de quince de una sociedad de fomento con escenografía armada valiéndose de los ornamentos comprados en la zona del barrio del Once: flecos multicolores, carrozas de princesas hechas de alambre y recubiertas por telas brillantes, tiras de lucecitas que se prenden y apagan- las que se usan en las fiestas de fin de año. Son los colores de la alegría siempre efímera que escapa del sin sentido, de la incertidumbre permanente, del sufrimiento cotidiano, que a veces toma la forma directa de violencia. Son los colores- es necesario precisar- de la alegría que se sabe efímera. Esa que, en distintos tonos, en formas y en sentimientos puede verse seguramente en “Soñar soñar” y “Gatica”, y quizás en gran parte de la obra de Leonardo Favio.

Y allí están entonces los materiales específicos del oficio y los materiales sociales y culturales de los que se vale Pomarola Talk para construir esta serie y quizás el conjunto de su obra. Pero claro, en este caso no es ni cerca un intento de reproducción mimética de esos mundos. Es el hacer algo, otra cosa, con los materiales de esos mundos, para dialogar productivamente con ellos y entonces, quizás, decir un poco sobre la vida. No sobre la vida de otros, sino sobre la vida de nosotros en tanto bichos sociales. Y no lo hace con la ironía irremediablemente creadora de distancia con que los espacios culturales suelen mirar otras zonas de la cultura, sino que, por el contrario, se trata de una apuesta explícita por construir objetos bellos, con despliegue de amorosidad, expresado en el cuidado; en la clara voluntad de evitar las formas del sentido común- pero no obstante entablando una relación familiar con ellas-; en la meticulosidad artesanal; en la delicadeza de trato que precisa la miniatura. Porque las obras realizadas sobre papel miden 15x 14 cm. Son decididamente miniaturas en comparación con los tamaños corrientes, y resultan entonces, consecuentemente, algo discordantes con la forma convencional de galerías. Por supuesto que hay un piso sólido, aunque relativamente reciente en el arte argentino, en donde pueden asentarse estas miniaturas que se arman con elementos constructivos de las culturas populares urbanas Y allí están entonces, claramente muchas de las obras de Marcelo Pombo, de Omar Schiliro, de algún modo también de Diana Aisenberg, de Benito Laren.

Es sin lugar a dudas una obra reflexiva la de Pomarola Talk. Y por supuesto, que también lo sería, aunque no tuviese el título largo y con voluntad de resumen al estilo del Quijote. (Y valga una cita pertinente por la empatía mencionada: modalidad de la que también se valió Favio para nombrar una de sus películas). Porque igual, sin título, es una obra que reflexiona sobre la alegría efímera. Claro que el título le agrega encanto, pero sobre todo un sentido denso que puede ser nombrado como prepolítico, o quizás como conjunto de variadas disposiciones que operan como voluntad vital inscrita en la naturaleza humana. La alegría efímera entonces, como pulsión de vida, como resistencia a un mundo que transparenta su agresividad generando enteras poblaciones desechables. Un mundo de glorificación de los ganadores a como sea. Un mundo, que Pomarola Talk eligió nombrar muy clara y simplemente, con las palabras de Sayak valencia, capitalismo gore; y al que le opuso, a manera de modestísimos davides, estas bellas miniaturas.

Buenos Aires, octubre 2021



miércoles, 24 de marzo de 2021

DISPUTAS POR LA MEMORIA COLECTIVA. APUNTES SOCIOLÓGICOS

Disputas por la memoria colectiva. Apuntes sociológicos.

Lucas Rubinich

La ambigüedad que cargan las palabras que, como memoria, en las sociedades complejas resultan en  armas de luchas político culturales obliga, por lo menos a la sociología, a ubicarlas en su particular contexto de producción y a evitar la tentación de algunos de los distintos agentes inmersos en la lucha reivindicativa de subir la apuesta de la metaforización-frecuente quizás, y en el mejor de los casos cuando se refiere a situaciones de horror casi contemporáneo, por las dificultades de narrarlo-, ya que supone a veces menos un artefacto problematizador que  la construcción de un verdadero sentido común culto marcado por lo que podría llamarse un reduccionismo sociológico.

 

Sin lugar a dudas es seductor recurrir al conocido personaje de un escritor argentino, o al Funes real que estudió Alexandr Romanovich Luria (1), pero quizás hay en estas y otras analogías con la memoria individual una serie de problemas en los que ronda una perspectiva escencializadora y también una concepción individualista de la acción social.

Claro, más que un discurso coherente y organizado, este sentido común aparece como componente no necesariamente deseado de diferentes miradas que no actúan en un espacio híbrido, deshistorizado. Estas intervenciones se producen en un presente configurado y actuante, con presencias culturales dominantes que inficionan diferentes prácticas y discursos. Independientemente de la forma que adquieran los elementos que naturalizan e individualizan la acción social, parecen tener persistencia en distintos sentidos comúnes.

Si fuese posible "aislar" estos componentes tendrían más o menos las siguientes características:  A la pregunta porqué no se recuerda o no se recuerda todo lo que se debería recordar, aunque esa misma intervención sea una apuesta en la lucha por reforzar una detereminada visión de hechos ocurridos, se le responde con una implícita condena moral que encuentra más que imposiciones concretas de una visión del mundo en las que intervinieron distintas instituciones, enteros grupos sociales, agentes intelectuales, produciendo, reproduciendo, resignificando políticas, lesgilación, rituales, creencias populares, obras de arte, científicas, periodísticas, etc.; simplemente olvidos e indiferencias.

 

Los hombres y mujeres concretos que incluso compartieron un determinado período conflictivo ( el terrorismo de Estado en Argentina, por ejemplo) parecerían, en algunas ocasiones, de acuerdo a estas perspectivas, "no recordarlo" o en todo caso relacionarse con indiferencia ante esos hechos. Y entonces la relación entre la memoria y el olvido vía la analogía individualista pasa a convertirse en el eje de la explicación: que no todo puede recordarse, que el personaje  mencionado del escritor argentino es la metáfora de una imposibilidad y esta para conferirle un aspecto trágico, tiene su componente azaroso: solo se puede recordar algo. Ese algo cuando no es el algo requerido ( lo que debe ser) por la mirada ideológica que sustenta la intervención puede implícitamente explicarse por cierta escencialidad que adopta la forma no totalmente explícita de una especie de determinismo metafísico, caro a las miradas neorrománticas. Sin embargo, se puede dar cuenta de las personas individuales sin los límites de una concepción individualista de la acción social.

 

Baste para eso plantear las situaciones siguientes:esas mismas personas que pueden "olvidar" hechos recientes de la historia argentina, "recordarían" lo que le ocurrió a un santón judío hace dos mil años y quizás contarían con abundantes detalles los hechos ocurridos en su camino al Gólgota por las callejuelas de Jerusalen. En el mismo sentido, un descendiente en cuarta o quinta generación de un heroico capitanejo de Calfucurá caminará sus pasos de pobre por el bajo de Bernal ignorando la experiencia de su bisabuelo o tatarabuelo porque unas generaciones atrás visiones del mundo dominantes estigmatizaron ese tipo de arboles genealógicos hasta producir en algunos casos su total borramiento. Este hombre seguramente portará un apellido español y no tendrá recuerdos de otra lengua que no sea el castellano de los barrios bajos de General Roca ( en el cual presumiblemente queden marcas de la otra lengua aunque él lo ignore) que habrá enriquecido con el cosmopolitismo subordinado del Gran Buenos Aires. El mismo, que no recuerda más allá de la madre y sus ambiguedades acerca de la propia ascendencia, sería también capáz de "recordar" esos acontecimientos ocurridos hace dos mil años en una colonia romana. Como es obvio para la teoría social clásica no hay contradicción entre individuo y sociedad, sino entre concepciones de la acción social. Una, no determinada, portadora de una racionalidad autónoma y la que la piensa como un producto histórico cultural. Esto que no supone ningún alumbramiento y tiene el carácter de lo evidente para la sociología, aparece con la misma fuerza de la evidencia en el sentido común en la "naturalización" de los hechos sociales y su explicación a través de argumentos individualistas, tanta, que sobre todo cuando se producen discursos con profunda implicación moral, el bien y el mal parecen encarnarse en individualidades concretas.

 

Y claro, las luchas por lo que se llama la memoria colectiva en las sociedades complejas no es simplemente la pelea clara contra la censura de determinados hechos, aunque también. Sino que supone, sobre todo, una disputa por la "lectura" de esos hechos.  Quizás no haya ejemplos más contundentes que algunos productos culturales o artísticos para observar como estas cuestiones de la construcción de un relato sobre el mismo hecho con materiales culturales e ideológicos diferentes resultan en visiones del mundo opuestas hasta la contradicción, independientemente del sentido superficial mentado por el productor y las posibles lecturas homogeinizadoras de los "lectores". El cine con toda su complejidad industrial puede pensarse como un elemento no subestimable en estas disputas. La evidencia de ellas aparece con extrema claridad en el análisis que un cineasta que es también crítico realiza con motivo de el estreno de La lista de Schindler (Beceyro,1994). Raúl Beceyro en este artículo es un crítico en toda la densidad del término y por lo tanto interviene con agresividad en la lucha y además en su análisis de la recepción sugiere una buena sociología. La Lista de Schindler está inspirada en lo que llamaríamos una buena causa, aunque el crítico formula una incómoda pregunta para las buenas causas que consiste en indagar en los materiales culturales e ideológicos que construyen el producto y encuentra un tipo de "lectura" posible que no resulta independiente de esos materiales. Dice Beceyro " Y el final es feliz no sólo porque los judíos se salvan ( porque los judíos del film se salvan) sino porque a causa de ese escamoteo, los espectadores salen contentos del ver el film, sin ningún conflicto, prque el film los ha resuelto todos. El genocidio del pueblo judío ha sucedido en un época remota, en un país lejano. Los asesinos que vemos en el film, los asesinos y asesinados que vemos en el film, los judíos que se salvan en el film, quedan limitados a la sala en la que se proyecta loa película. Pertenecen como a veces se dice, al mundo del cine."..., y más adelante "todos los personajes individualizables del film se salvan. Quizás ese es el requisito necesario para ser un personaje de la película de Spielberg." La comparación con otros productos que abordaron también cuestiones relacionadas se convierte en un contundente elemento a la vez que de descalificación, en tanto el crítico es un actor evidente en esa disputa por la memoria colectiva, de argumentación sobre los procedimientos estéticos de cristalización o no cristalización del pasado. Dice Beceyro, ... "¿Y cómo termina Shoah?"( refiriéndose a la pelicula de Claude Lanzman) " El fragmento final es la imagen de un camión marca Saurer recorriendo las autopistas alemanas de hoy, mientras se escucha en off  una carta de los jefes nazis dirigida a la empresa Saurer indicándole las modificaciones necesarias que debían introducir los camiones que eran utilizados para matar gente con gas. El camión de hoy y el de ayer, lo que pasó hace tiempo y nuestro presente están en Shoah entrelazados. Para nosotros, espectadores de Shoah, no es posible fingir creer que eso pertenece a una sola época y a un solo país."

 

La sociología más que intentar zanjar superficialmente las luchas simbólicas como las implicadas en la memoria colectiva, debe recurrir a sus saberes específicos, para dar cuenta analíticamente de los distintos agentes que las llevan a cabo, debe desagregar los elementos que se utilizan para construir los argumentos. Fundamentalmente debe construir un estado de las relaciones de fuerza implicadas, y en ese mapa atender a las formas que adquieren las representaciones dominantes y su capacidad de "trabajar" sobre diferentes prácticas y discursos. Es en esa estrategia que puede reconocer que la memoria colectiva es antes que una abstracción metafísica, una disputa por la memoria colectiva, en donde la sociología encuentra toda su potencialidad intelectual y también su fidelidad a la responsabilidad pública.

 

Citas

 

1. Romanovich Luria, Alexandr, 1987:The mind of a Mnemonist, Harvard University press, Massachusets.

2. Beceyro, Raúl, 1994: Los límites. Sobre "la lista de Schindler", en Punto de Vista Nº 49 agosto, Buenos Aires.

 

 

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Un libertario en los orígenes del peronismo revolucionario


 

ABRAHAM GUILLÉN: LOS REMOTOS ORÍGENES DE LA GUERRILLA PERONISTA 1955-1960. Por Guillermo Daniel Ñáñez
http://www.elortiba.org/old/guillen.html

lunes, 23 de septiembre de 2019


REBELDE E INCONFORMISTA
Entrevista a Guillermo Almeyra realizada por Marcelo Langieri
 Comparto a modo de homenaje una entrevista que le realicé a Guillermo Almeyra en el año 2016. Fue publicada en el libro "Rebeldes e inconformistas" coordinado por Pablo Pozzi y publicado por CLACSO e IMAGO MUNDI.
Tuve el honor de compartir durante la gestión de Emir Sader varios años con Guillermo. Recuerdo muy afectuosamente nuestras charlas. A su calidez y experiencia le sumaba una gran formación y cultura. Además de una vida militante de muchos años.
En los últimos tiempos, ya en Marsella, nos deleitaba con sus imperdibles posteros en Facebook. Guillermo fue un querido y gran maestro.
Con estas líneas honramos y despedimos a un gran revolucionario.
Entrevista a Guillermo Almeyra
La historia sería de naturaleza muy mística si el ‘azar’
no desempeñase ningún papel.”
Carlos Marx; La comuna de París
Pregunta: ¿cuáles fueron los debates de los años 60 en torno a la lucha revolucionaria y, específicamente, en torno a la lucha armada? ¿Y cuáles fueron los actores principales en esas discusiones, en esas luchas ideológicas?
Guillermo Almeyra (GA): Yo iría un poquito más atrás para ver la transformación social, porque una vez que se produce la revolución libertadora se derrumba todo el aparato del Partido Peronista, al cual nadie le había dado bola, salvo Nahuel Moreno que se relacionó con el Comando Superior del Consejo Peronista. Y la gente empieza la resistencia. ¿Cómo empieza la resistencia? Algunos poniendo caños o intentando el levantamiento, como el General Valle que planteaba una insurrección militar con apoyo popular. Después poniendo caños. Eran los sectores obreros, se ponían caños en todo el país, desde Jujuy hasta Buenos Aires.
Se inicia una resistencia que aunque estaba totalmente aislada tenía un apoyo muy grande, la gente no tenía cómo pelear porque no encontraba un centro; te pongo un ejemplo: cuando la CGT llama al paro general inmediatamente después del 55, es aplastada y meten a diez mil dirigentes sindicales presos, queda todo vacío, no hay quién organice. Entonces, la clase media que había creído que Perón era fascista, que se había opuesto incluso armas en mano al gobierno peronista, sectores que después confluirían en el frondicismo, harían alianza con el peronismo. Eran anti peronistas gorilas. Entonces, todo dependía del movimiento obrero. El movimiento obrero empezó a organizarse sin saber bien cómo, pero había un deseo grande de reorganizarse. Había un grupo de gente muy pequeño, estaban los comunistas, Rubens Iscaro, los dirigentes comunistas de gastronómicos, yo por aceiteros, ninguno representaba a nadie, estaban todos los gremios intervenidos, ninguno de nosotros estaba trabajando, ni los comunistas, ni yo ni nadie, organizamos un Comité Intersindical, que en el año 57 consiguió parar dos millones de trabajadores en el Gran Buenos Aires, con una huelga de dos horas de protesta, nadie sabía quién era el Comité Intersindical, no representaba a nadie el Comité Intersindical, pero la gente quería pelear y cuando encontró un punto donde apoyarse lo hizo. En todas las fábricas comenzaron a surgir tendencias. Hubo una efervescencia muy importante que tenía características diferentes según la provincia. En la Capital eran tendencias que trataban de recuperar los sindicatos intervenidos y como el sindicato estaba en manos de militares y no funcionaban, funcionaban directamente clandestinamente, hicieron una experiencia clandestina. Empieza la experiencia clandestina alrededor de los años 56, 57 y resistiendo por los problemas de las fábricas, porque inmediatamente por supuesto hubo un retroceso social enorme, las fábricas aumentaron el ritmo de trabajo, aumentaron el número de máquinas a atender. Entonces empieza una resistencia clandestina. En alguna provincia, como en Tucumán donde los sindicatos habían nacido al mismo tiempo que como instrumento peronista, obrero, la FOTIA por ejemplo, los sindicatos azucareros, esos van más lejos en la resistencia, se transforma también en grupos que están hablando de lucha armada y de otras cosas. Eso explicará por qué en Tucumán cuando Perón llama a votar por Frondizi los sindicatos sacan un partido local y no votan por Frondizi, mantienen la independencia de clase ¿no? En Córdoba, que era una provincia muy particular, donde había estado ese pre peronista que era Sabattini, el Gringo Sabattini, un radicalismo de clase media, reformista, con aspectos democráticos, laico, se produce la confluencia de un proceso donde todos los sectores de la clase media que había apoyado al golpe militar, porque era antiperonista y porque creía que Perón era un fascista, etc., etc., empieza a darse cuenta en un par de años que está apoyando un gobierno de la oligarquía, eso se expresó en el fracaso completo de la Constituyente y en el repudio al PC que entró en la Constituyente, en la fragmentación del PS, en ese tipo de cosas. Pero, simultáneamente sectores obreros no peronistas, pero que tenían muy buena relación, por ejemplo Atilio López de UTA de Córdoba. Los comunistas, una izquierda peronista incluso con tradiciones sindicalistas revolucionarias como eran los de Luz y Fuerza, sectores de un nuevo proletariado de origen obrero estudiantil, surgido de la industria automotor, que era absolutamente nueva y que concentra en Córdoba, gente de Rosario, de Buenos Aires de un montón de otros lugares y que eran obreros estudiantes o técnicos obreros u obreros intelectualizados, matriceros, y se generaliza la figura del obrero estudiante o del estudiante obrero, el estudiante pobre que trabaja en la fábrica y que después sigue estudiando. Entonces surge en Córdoba un proceso nuevo que es lo que permitió que en el 57 la CGT de Córdoba, una de las intervenidas convocase a la CGT del interior hiciera el programa de Huerta Grande y La Falda y luchara para la recuperación de la CGT, ¿no?, pero no eran peronistas, tenían una base entre los obreros peronistas todos ellos, ni Garzón Maceda el de prensa que estaba ligado al Partido Socialista Nacional, ni López, ni Tosco, ni yo que estaba por los metalúrgicos, ninguno era peronista, pero todos entendían el peronismo. Entonces surge eso. Cuando Frondizi en el 58 decide hacer un acuerdo con los yanquis, con la Standard Oil y con la iglesia, la protesta de los radicales es enorme, el laicismo, la protesta estudiantil, el laicismo de los sectores socialistas, radicales, que se sentían estafados por la llamada Libertadora confluye en torno a un eje obrero. Yo me acuerdo que había en Córdoba, concretamente, en el plenario de la CGT habíamos dicho los estudiantes tomaron por asalto esta CGT hace dos años, y trataron de romper la huelga de UTA, todo eso, pero en esta ocasión estaban peleando por un derecho que es el de todos, que es el derecho a la educación libre, laica y contra la iglesia y hay que apoyarlos y entonces la CGT salió a dirigir la huelga estudiantil y a la ocupación de fábricas y confluyeron obreros y estudiantes. De ahí surgió la idea de que dejen la clandestinidad, grupos ¿no?, en Córdoba, en Buenos Aires, de que había que organizar resistencia clandestina, ligados al movimiento de masas en primer lugar. El Lisandro de la Torre fue la expresión más directa ¿no?, Borro y la explosión del Lisandro de la Torre, la resistencia a toda costa adentro de la fábrica, largarle los bueyes contra la policía, las vacas contra la policía, todas esas cosas. La resistencia que unía todos métodos de lucha fabriles, barriales y semi insurreccionales. El gobierno no se engañó y declaró inmediatamente el CONINTES y con eso hizo dar una escalada a la lucha, porque si antes de la resistencia estalla la represión puntal militar y policial, la resistencia que ya era oculta pero con métodos gremiales, con huelgas que no se sabía quién las organizaba, pero que tenían un éxito bárbaro, luchas que imponían cambios en las fábricas, etc., etc., tenía que pasar a ser un instrumento ya, tenía que tener una coordinación. Eso impone una nueva dirección en el peronismo, una nueva dirección que será la 62, las 62 organizaciones, que nace en realidad de gente que estaba influenciada por posiciones revolucionarias, los acusaba de trotskistas, los trotskistas, Amado Olmos, Framini, sobre todo a Olmos lo acusaban de trotskista, porque la vieja burocracia peronista o estaba borrada, se había escapado o estaba presa, o no tenía volundad de lucha. Hay un cambio de generación en la burocracia sindical. Surgen dirigentes de gremios, incluso importantes, que eran muy combativos, muy derechos como Vandor en su momento. Surgen así y surgen en una resistencia y surgen como resistencia peronista. Y en el movimiento estudiantil como no estaban ligados a ese movimiento obrero sino empezaban a estar ligados, algunos sectores empiezan a pensar y lo pensarán después, y lo pensarán sobre todo a partir del 59, con la mala interpretación de la revolución cubana, de que el asunto era darle una forma de grupo revolucionario para la lucha ¿no? La revolución cubana impacto distintos a los obreros que a los estudiantes y a las clases medias. A los obreros al principio los confundió porque como eran peronistas y habían visto como al gobierno peronista lo derrocaban en nombre de la democracia, de la libertad, que sé yo, creyeron que el amigo de Perón Batista había sido derrocado del mismo modo, tanto es así que al principio los obreros rechazaron la revolución cubana, creyendo que eran gorilas. Cuando vino la delegación cubana acá, el primer país que visitó fue la Argentina, no pudieron pasar por la Gral. Paz porque los apedrearon, tuvieron que ir a alojarse en el Alvear Palace Hotel donde los metió el gobierno, yo me acuerdo haber discutido en ese momento con Dorticós, haberle dicho mire la gente que los apedrea a ustedes son sus amigos y la gente que los recibe a ustedes el PC y que los aplaude y el gobierno son sus enemigos, entonces pónganse en contacto con estos que los están apedreando, expliquen y no se vayan con estos tipos. Entonces, te digo que para entrar al Hotel Alvear recibimos tantas patadas en los tobillos…
P: Esto ¿a quién se lo dijiste?
GA: A Dorticós, porque él estaba rodeado por el PC de aquí, que se había opuesto a la revolución cubana y que estaba ligado también a Frondizi. Cuando ganó Frondizi en el periódico decían: El pueblo está en la Rosada, eran frondicistas. Entonces los trabajadores al principio tomaron a la revolución cubana hostilmente, porque a Perón le había pasado algo parecido según ellos, Batista era amigo de Perón, ese tipo de cosas. Pero después empezaron a ver de que no, que fusilaban a los torturadores, a los canas, que se tomaban medidas que fueron ganando confianza, pero no se hicieron cubanistas fidelistas, como sectores importantes de las juventudes de las clases medias, y del PS, el PS, Palacios a la cabeza. Palacios había sido embajador de la Libertadora y pasó a ser pro cubano, escisiones en el PS, sucesivas escisiones en torno al problema cubano y algunas de ellas con una mentalidad de puchistas o de insurrección, no sabían muy bien si organizar un puch u organizar un apoyo de más largo plazo y no es casual que esas escisiones del PS alguna de ellas después se transforman en maoístas. La revolución cubana, entonces, determinó eso y hubo quién sacó sus conclusiones. Ya en el año estallaron los Uturuncos. Los Uturuncos eran un grupo de tucumanos, simpatizantes trotskistas varios de ellos, uno de ellos dirigente. Unían a campesinos y a uno que otro cuatrero de burros, eran gente popular, campesinos tucumanos que se alzan en armas, es la primera guerrilla que se alza en armas, tenía una mezcla de obrerismo socialista o socializante y de peronismo, son los primeros. Después estuve preso con ellos y te digo que en parte me salvaron la vida, incidentalmente, yo estaba preso con los comunistas que me hacían la vida imposible porque decían que yo era agente del imperialismo, porque decía que Cuba tenía que romper completamente con la unidad con los antibatistianos. Y un buen día cae preso un dirigente del Comité Central del PC, un hombre viejo, de unos setenta y pico de años, polaco, o sea extranjero, comunista, judío, sastre, artesano y ninguno le quería dar su cucheta. Y estaban los nacionalistas, había dos o tres nacionalistas de la Alianza Libertadora que andaban con unos cuchillos hechos con flejes de cama diciendo que lo iban a matar, entonces yo les dije a los comunistas: ustedes son unos hijos de puta, este hombre es dirigente de ustedes, es viejo, es obrero, es un inmigrante y ninguno de ustedes jóvenes quiere desafiar a los tipos estos, yo le doy mi cama y yo me voy abajo con los nacionalistas, vamos a ver qué pasa. Entonces, lo primero que hice me junté con los Uturuncos y les dije estos dos tipos que andan ahí amenazando con el cuchillo se me van a venir esta noche, yo voy a dormir con una mano arriba del banquito cuando ustedes oigan boing vengan porque me achuran y entonces cuando los tipos vieron que éramos siete, ya no era uno solo, reflexionaron. Los Uturuncos eran así, los primeros que nacieron, incluso gente muy de derecha, como Masetti que venía del nacionalismo más reaccionario, de la Alianza, semi fachista, es influenciado por la revolución cubana y gente del aparato peronista también como Cooke, es influenciado. Pero la posición insurreccional de ellos, no de Cooke, pero de Masetti por ejemplo no era compartida por los sectores mayoritarios peronistas, éstos creían con justa razón que al gobierno lo iban a tirar con su resistencia organizada, con su resistencia de fábrica, con su resistencia política, y cada vez que Perón mandaba una orden que no les gustaba, no la acataban y además le votaban por otras direcciones sindicales y le hacían ese tipo de cosas. Entonces se fue formando en el movimiento obrero una idea de independencia y de auto organización frente al peronismo, eran peronistas sin dudas.
P: ¿Quiénes son los dirigentes que expresan esto?
GA: Mirá, Olmos, Framini. Framini venía de un peronismo conservador, pero que después de las elecciones, cuando gana en la provincia de Buenos Aires, aparece como un dirigente acusado de trotskista, porque se apoya en las conclusiones sociales que estaban explicadas del modo mejor posible en el Programa de Huerta Grande y La Falda, que era un programa a la vez nacionalista, obrero, y combatía al capital monopólico.
P: ¿El programa de transición?
GA: Sí, ahí había participado un muchacho en la redacción, su nombre era Saúl Hecker, que venía del PS con nosotros, después se murió. Hubo un obrero argentino-alemán, Pablo Schulz, que después combatió en Argelia, que era de nuestro partido y que había participado también, él era fruto de la CGT de Córdoba. La CGT de Córdoba hizo el Programa sin darse cuenta de la importancia que tenía, no lo mantuvo durante mucho tiempo y lo tuvimos que reanimar diez veces, veinte veces, en cuanto Congreso de la CGT había. Hay que sacar nuevamente el programa, no hay que rechazar el programa, no hay que esconder el programa, decíamos!!!.
Había figuras visibles, en Córdoba la cabeza era el Consejo Directivo de la CGT, Atilio López, que lo asesinó las Tres A cuando era vice gobernador. López era un radical pero estaba muy cercano a los peronistas, en su gremio lo elegían y cantaban la marcha peronista y él no era peronista. Yo nunca fui peronista pero me elegían los peronista, teníamos un bloque en la UOM con el apoyo de la izquierda peronista más los comunistas cordobeses que eran muy poquitos y dos o tres fabriquitas que eran muy chiquitas. Entonces se forma un núcleo colectivo, Tosco era el ideólogo de eso pero había otros ideólogos de ese mismo grupo, uno era Garzón Maceda, abogado, él venía de una familia de abogados defensores de los derechos democráticos, un tipo de la Reforma, todo eso. Entonces ese grupo, ligaba algunos aspectos como preparar la guerrilla en el norte con la evolución del movimiento obrero, porque le daba mucha importancia, por ejemplo, a la resistencia al CONINTES. En Córdoba se resistió muchísimo y después se sucedieron las grandes protestas como el Cordobazo, el Rosariazo, entre otras.
P: Cómo se desarrolla esta tensión entre el núcleo obrero y aquél otro que empieza a plantear otra forma de lucha que se despega un poco de la lucha obrera
GA: Claro, porque en el núcleo obrero lo que aparecía cada tanto, aparecían, nunca faltaba algún tenientito o sargentito que aparecía por ahí, porque hay que recordar también que el ejército fue muy depurado de los oficiales y suboficiales que venían de clases populares ¿no? que habían sido peronistas. Tanco por ejemplo o Valle, pero también depuraron un montón de otros tipos, mayores, capitanes que conspiraban a lo milico. Veían la salida pero como resultado de una cosa castrense o semi castrense, de discutir, de buscar apoyos civiles y militares, con la diferencia de que los sargentos estaban en los barrios populares, sobre todo cuando los habían echado. Entonces sargentos, cabos, todos ellos daban bastante manija a poner caños, a la resistencia. Pero el otro proyecto, porque en realidad no había un proyecto claro para nadie, pero había un proyecto instintivo del movimiento obrero “a éstos los vamos a echar con la huelga, con el movimiento, con la resistencia, con la movilización”.
Había una disputa con los que buscaban la solución por su propia cuenta, desvinculados en parte de las masas. Hay que tener en cuenta también que el movimiento obrero clandestino hacía tareas políticas clandestinas, por ejemplo nosotros pasamos a guerrilleros brasileños para que entrasen a su país, los pasamos a través de redes. Eran dirigentes sindicales, cuadros sindicales, que pasaban por Tucumán, Salta, Bolivia. Hacían también la experiencia política de hacer pasar militares brasileños o gente de Brizola que iba a realizar la guerrilla, no rechazaban la guerrilla, es más apoyaban guerrillas en otros lugares, pero no tenían como centro hacer una guerrilla aquí.
P: Y qué vinculación se establece con las organizaciones armadas de esta experiencia
GA: Las organizaciones armadas son posteriores, ¿no? en todos esos años no hay, te digo la primera es la de los Uturuncos, primera y por un rato única, después ya viene el guerrillerismo, no tanto por la Argentina pero viene porque con la influencia de la revolución cubana surge la idea absolutamente criminal de Régis Debray. El apoyo a Fidel, de generalizar el ejemplo cubano que era totalmente atípico, entonces se hacen guerrillas en México, algunas tienen cosas resonantes, lo mismo los brasileños, se hacen guerrillas después de los años 60, porque el golpe en Brasil fue en el 64 y ya había surgido la idea de Brizola de resistirlo con los llamados grupos de Once. Los grupos de once eran grupos, células político militares pero independientes que realizaban pequeñas acciones, pero había habido intentos anteriores en el 64, por ejemplo los infantes de marina brasileños y el cuerpo de tanques ya se habían opuesto armas en mano al golpe y fueron torturados, encarcelados.
Se generalizaron las guerrillas en buena parte de América Latina peros los obreros no se informaban demasiado sobre eso, pero la clase media aquí sí, los sectores que querían hacer algo, y sobre todo que querían acercarse a los obreros peronistas porque se habían dado cuenta que la visión primitiva que habían tenido hasta el 55 los centros estudiantiles, los estudiantes, de que Perón era igual a fascismo, era falsa. Perón podía ser todo lo derechista que quisieran pero la gente lo apoyaba a Perón por otras razones, por las conquistas obtenidas, estos sectores vieron que después del 55 pasaban años y la gente seguía resistiendo, seguía peleando, entonces se empezaron a dar cuenta de que había un problema político social y empezaron a respetar, a acercase, sobre todo cuando había coincidencias en algunos problemas como por ejemplo en la lucha contra la enseñanza religiosa, en la defensa de los derechos democráticos y el deseo de sacarse de encima la dictadura. Entonces comenzaron a acercarse, ese acercamiento hizo que muchos que habían sido anti peronistas creyeran que para estar junto a los obreros peronistas había que hacerse peronistas. El caso más claro fue el del PC, que había sido gorilas, que pasaron a una posición diferente ¿no?, es decir atraídos por la resistencia de los trabajadores y por la influencia de la revolución cubana y de la revolución china, que también en esos años 50, 60, la revolución china puso la idea guerrillerista en la clase media. Los obreros no sabían ni que existía la revolución China, imaginate vos, no es que fueran insensibles a lo internacional, yo me acuerdo muy bien, estaba trabajando en una fábrica textil cuando el primer Sputnik, eran las 10 de la noche estaba en plena dictadura y se supo lo del Sputnik y paramos espontáneamente, la fábrica a la noche paró, de alegría, fue un triunfo que aparecía como un triunfo anti imperialista, era un triunfo científico lo del Sputnik y la gente era peronista no comunista, no quería saber nada con el PC que había participado en el golpe del 55 dos años antes. Entonces la gente tomaba las cosas con beneficio de inventario, tomaba esta y te dejaba otra cosa, pero la revolución china no la tomó, en cambio la clase media sí. Surgieron importantes sectores pro chinos del PS, del PC, con la idea de que el partido es el que tiene que dirigir el proceso revolucionario, en consecuencia surgieron tendencias sustitucionistas. Siempre hubo resistencias parciales en los barrios, de repente desarmar algún policía, reunirse clandestinamente para organizar movimientos, todas esas cosas, eso había, había un gran conocimiento. Entonces eso pegó un salto cualitativo y se comunicó a sectores de clase media que ya empezaron a pensar en una lucha armada. El ERP en el sector de la izquierda nació precisamente de eso ¿no?, era un sector que venía influenciado más o menos por el trotskismo, Santucho por ejemplo, yo era dirigente entonces del único partido trotskista que se decía, del único que existía, porque Moreno se había borrado, se decía peronista, vino a vernos para una confluencia y nosotros le dijimos que podíamos actuar conjuntamente lo que quisieran, porque él tenía un Frente en Santiago, Indoamericano, solamente en Santiago podían pensar en indios porque en la Capital no había, ni en Córdoba tampoco, que podíamos llegar a confluir pero que no teníamos nada que ver programáticamente porque no era socialista, él creía que se podía hacer una mezcla y eso lo plasmó en el IV Congreso del PRT, una mezcla, él hablaba de algo sincrético, pero era una ensalada rusa, entre el maoísmo, tal como lo entendía él, lo que él aceptaba de Trotsky, que era la lucha contra la burocracia, el resto no lo aceptaba y un pensamiento nacionalista radical, bueno, y la lucha armada como conclusión para imponer eso.
P: Esto ya es, ya son los 70
GA: Los 70
P: Previo a eso está la muerte del Vasco Bengoechea, ¿no?
GA: El Vasco Bengoechea era uno que dejó de pensar como Moreno, que la cosa era entrar por la ventana, Moreno era un maniobrero de tomo y lomo, el que había dicho que el peronismo era agente del imperialismo inglés, lo había dicho en el 48 y lo siguió diciendo hasta el 50, en el 52 es uno de los fundadores del Partido Socialista de la Revolución Nacional con Abelardo Ramos, con el viejo Dickman y con Esteban Rey. Es más, él organiza la provincia de Buenos Aires. Ese Partido Socialista lo había inventado Perón ante la crisis de izquierda que tenía en el movimiento con los obreros había tratado de hacer un partido socialista peronista para impedir que los obreros peronistas fueran al socialismo y entonces él se mete ahí en ese peronismo a lo bruto, como siempre, mimetizándose de peronista y lo agarra el golpe siendo peronista, y sigue siendo peronista, saca un periódico clandestino, bajo la conducción del Comando Superior Peronista, con Perón y Evita en la foto. Mientras tanto hace mil maniobras, hubo un grupo importante que había sacado en cierto momento bastantes concejales en la Capital, que era Concentración Obrera, una escisión del PC de derecha, una escisión de los años 29, hace entrar a su gente en Concentración Obrera, como los otros eran diez, quince, no quedaban más, se apodera de todo, se queda con los bienes, se queda con los aparatos, lo mismo con el Partido Socialista de Coral. Entonces Bengoechea estaba harto de esa cosas, Bengoechea era un hombre de acción y decide crear una célula, él era un dirigente, él era el segundo después de Moreno, pero decide crear una célula propia de acción sin decirle a Moreno y empiezan a prepararla y ahí saltan por el aire antes de poder entrar en acción.
P: La famosa calle Posadas…
GA: En la calle Posadas vuelan por los aires, pero ya era una expresión de búsqueda en ese sector del morenismo de la lucha armada. Santucho se unirá antes con Moreno, antes de empezar la lucha armada, se une con Moreno y otros conocidos incluso por la IV Internacional de Paris que reconoce cualquier cosa ¿no? y en ese período la división es: Santucho que quiere ir a la lucha armada y Moreno que quiera mantener una acción legal, política, sindical con el PST. Santucho entonces después dará origen al ERP. Hubo un intento de cristianos como García Elorrio., un sector de Cristianismo y Revolución, sectores cristianos influenciados por el Concilio Vaticano II y por el Concilio de Medellín, sectores que evolucionan hacia la izquierda. Uno de los que todavía anda por ahí Enrique Dussel, el filósofo, era jesuita y después fue obispo y fue uno de los que intervinieron en darle forma al Concilio de Medellín, todos sectores cristianos. Camilo Torres en Colombia, el obispo de Cuernavaca (Méndez Arceo), cristianos que estuvieron en las guerrillas centroamericanas que optan por el camino de la insurrección, un poco por la idea cristiana, la prueba, el compromiso cristiano se lo tomaban en serio, era gente seria y otro poco porque pertenecían todos ellos a una intelectualidad muy influenciada por la revolución cubana, eran todos intelectuales de mucho valor, Camilo Torres era un intelectual de Lovaina, jesuita muy preparado.
P: Camilo Torres era sociólogo
GA: Claro, había un montón de esos. Entonces hay diversos sectores que van llevando a la idea de la guerrilla y por diversas razones también ¿no?, unos por la idea del foco otros por la idea medio maoísta, Argentina no tanto, porque Argentina no es un país de campesinos, pero en otros países sí y otros simplemente por la idea cristiana del acto de fe, del compromiso, de ese tipo de cosas así. Así que por esos años se va formando esa idea, todo eso confluirá con el derrumbe paulatino de la dictadura y al debilitarse políticamente la dictadura, sobre todo con tipos como Onganía que se echa encima a toda la universidad, con la noche de los bastones largos, va a crecer mucho el terreno para la idea de la insurrección armada y también por la influencia internacional que estaba en la época de eso, por todos lados había guerrillas y lucha armada lo que le dará un nuevo puntapié pero ya en los 70 es el fracaso de la salida democrática de la Unidad Popular y el gobierno de Torres en Bolivia y cuando la asamblea popular de Bolivia que era una verdadera constituyente fracasa y viene la dictadura y cuando la Unidad Popular chilena, fracasa y viene la dictadura, empieza la lucha guerrillera, esa es más o menos la conclusión y fomentada incluso por los cubanos de una modo irresponsable.
Los cubanos querían controlar todas esas guerrillas y apoyaban a todo el mundo que les fuera fiel y tienen un cierto eco y no hay nadie que le diga que hay que ver la característica de cada país, y lo que se puede hacer y cómo, combinar la lucha de masas con acciones militares, pero viendo los momentos. irresponsablemente la misma IV Internacional en su 9º Congreso Mundial cree que se acercará a los cubanos diciendo que la vía cubana y el ejemplo cubano es fundamental y adopta la idea guerrillerista para toda América Latina. Entonces se generaliza en Bolivia, en Perú y se generaliza en otros lugares de un modo irresponsable. Yo conocí a varios de los que empezaron la guerrilla antes de que las empezaran, por ejemplo Luis de la Puente Uceda en Perú. De la Puente Uceda venía del APRA, que era un movimiento masivo, nacionalista, incluso obrero en el norte. Él llega casi por exigencia cubana, porque él no quería hacer guerrilla, él quería hacer la experiencia aprista, la experiencia aprista era una experiencia que había tenido un levantamiento armado, un levantamiento armado de los marineros del Callao y otros, pero que no era una experiencia de guerrilla era una experiencia de movimiento de masas, él quería hacer eso pero le dicen que vaya a hacer la guerrilla y ahí muere trágicamente en el Cuzco, era el hombre menos apto para una guerrilla que yo conocí, tenía un asma espantoso, peor todavía que el del Che, era flaco y alto, parecía un poste de luz en medio de los cuzqueños que tienen un metro sesenta, este tipo del norte, mestizo de la oligarquía norteña, flaco, alto, lo veían a seis cuadras, no duraría mucho. Había un voluntarismo espantoso, a mí mismo me vinieron los cubanos a plantear que me sumara, me cita Pedro Asquini, del teatro independiente, muy buen director de teatro en el café de La Paz y me dice que estaba el Che en Bolivia y que había pensado que yo fuera para allá y llevara unos compañeros y que buscaban a Juan también para ver si iba alguno para allá, yo le dije Juan en estos momentos aparte de que lo debe estar buscando la policía, lo debe estar buscando el PC, en cuanto a mí vos venís a este café parece el Clarín el de mayor tiraje de la Ciudad de Buenos Aires, es irresponsable totalmente lo que me venís a decir y aquí, te agradezco la confianza, yo voy a transmitir, pero estás loco, absolutamente loco, las cosas no son así y si están preparados así, si es donde vos me decís y con esta preparación, pero eso va al muere, yo voy a informar y un consejo al Che que se raje de ahí, bueno la cuestión es que no sé si llegó a ponerse en contacto este, la cuestión es que era muy irresponsable la cosa, pero se basaba en un sentimiento que había que hacer alguna cosa indispensable, pasar a la acción ¿no? tenía una buena base porque la dictadura era frágil, desprestigiada, muy combatida.

miércoles, 12 de junio de 2019

Los sentidos comunes ante la metamorfosis de los políticos y la política


 Publicado en Revista Ciencias Sociales, facultad de Ciencias Sociales UBA Buenos Aires N 85 Marzo 2014

Imagen: Mujer embarazada cayendo dentro de un tacho de basura, Pomarola Talk, 2010

Los sentidos comunes ante la metamorfosis de los políticos y la política
Lucas Rubinich*
I
Quizás la desestructuración de los partidos políticos y el debilitamiento de las tradiciones hace que las miradas comunes sobre los cambios de lo que queda de los partidos en relación a su tradición y de los agentes políticos en relación a sus partidos, sea de alguna indiferencia mezclada con cierta percepción de un nuevo estado de cosas. No obstante, se podría aventurar que los sentidos comunes circulantes en el presente miran con tranquila desconfianza, aunque también descalifican,  por lo menos en el murmullo retórico, a aquellos agentes políticos que dan un salto de una a otra institución partidaria, de uno a otro agrupamiento político. También existe el mismo gesto de desconfianza hacia aquellos que dentro de un mismo espacio son los encargados de producir maniobras que llevan a lugares que parecen diferentes a los que marcaba una tradición proporcionadora de identidad. Sin embargo, el que se esos cambios se hayan vuelto más corrientes con la crisis del sistema de partidos, no inhibe las evaluaciones críticas, pero quizás las hace menos dramáticas y casi ausente de consecuencias prácticas.
II
¿Cuales son los elementos que conforman los sentidos comunes frente a estos cambios y cómo se estructuran? ¿Hay alguna regularidad en cuanto a las maneras de pararse frente a estas situaciones influenciados por creencias, sector social, genero, nivel educativo, etc? Claro que seguramente hay diferencias si se contemplan esas distintas variables. No obstante, lo que se quiere plantear aquí, es que la crisis de las identidades políticas probablemente habiliten formas de pararse frente a esas situaciones que coinciden, aún en las diferencias, en no asombrase frente a los cambios. Y también que es posible pensar estas transformaciones de una manera  conceptual apelando a dos tipos ideales antagónicos en las maneras de explicar la salida del individuo de un grupo. A partir de allí se podrían considerar las situaciones que harían más o menos intensas cada una de las posibilidades.
Simplemente porque son parte del capital moderno para explicar la acción humana, es posible imaginar, que en los elementos desplegados por esos sentidos comunes para dar cuenta de estos recorridos dinámicos, de estos cambios, pueden encontrarse dos formas que flexiblemente y en un ejercicio de condensación pueden describirse de la siguiente manera: las que se detienen en la singularidad del agente concreto que los ha llevado adelante, y las que le otorgan un valor determinante en relación a esa conducta individual a  alguna característica de identidad del agrupamiento.
De alguna manera pueden pensarse como los tipos ideales opuestos, como las concepciones puras ubicadas en cada punto extremo en relación a la indeterminación-determinación social de la acción humana  que han construido tradiciones diferentes en la teoría social. En un caso la acción social fuertemente influenciada por el individuo y en el otro la cultura marcando casi a fuego a ese individuo. Y es verdad que estas miradas opuestas en la teoría social pueden convivir en un mismo grupo cultural e inclusive en un mismo individuo en las evaluaciones cotidianas, porque forman parte de ese capital explicativo moderno de la acción humana, porque las miradas cotidianas sobre el mundo no se organizan necesariamente de manera orgánica en función de una ideología y menos de una teoría y, sobre todo, porque en momentos deshilachamiento de  instituciones y tradiciones que fueron productivas en un momento anterior y de ausencia o falta de legitimidad de las nuevas, las acciones y las miradas tienen menos contención y se entremezclan con retazos de distintas morales fragmentadas. De todos modos, elementos de estas dos formas  de explicar acciones de cambio presentadas como un tipo ideal, pueden encontrarse en la cultura de nuestras sociedades.
III
Por supuesto que hubieron sentidos comunes fuertemente legitimados en la modernidad occidental que pensaron al individuo como una determinación social. Sobre todo cuando algunas miradas modernas se preocupaban por consecuencias alienantes de los cambios que se producían. Ellos, los cambios, y entonces la entera sociedad, caían con un peso abrumador sobre ese sujeto de la época que era el individuo
Hay imágenes contundentes que refieren al individuo alienado que ha ingresado  en la soledad de la sociedad de masas y pierde su humanidad. Una pérdida que está en la soledad de la sociedad de masas que preanuncia una literatura de segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX. Los hombres solos en la multitud de las nuevas grandes ciudades, en los sistemas que son vistos con nostalgia de comunidad como “individualistas”, y que deterioran su humanidad hasta transformarlo en un mero insecto. La metamorfosis que la sociedad produce en los individuos, no el individuo que cambia, que se metamorfosea a sí mismo. Es, si se quiere una mirada con sensibilidad sociológica, la idea de la metamorfosis afectando al individuo, si se quiere a la humanidad del individuo como el resultado quizás irremediable de los cambios de época cuando se caen viejas instituciones y con ellas modelos de autoridad  que no son reemplazados inmediatamente. Desacomodamientos productores de seres desmembrados que potencialmente pueden conformar la tasa de suicidio anómico
Esta miradas junto a las grandes tradiciones de la teoría social contemporánea podrían acercarse sin esfuerzo a aquella máxima platónica que dice “nadie es malvado voluntariamente” . Efectivamente Marx puede sostener que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con las que se encuentran directamente, que existen y les  han sido legadas por el pasado” . Y una cita libre de Durkheim podría construirse de la siguiente manera: cuando se quiebran las instituciones los seres humanos que a ellas pertenecían, son más individuos
Pero es cierto que si se atiende a la variedad, seguramente no infinita, de sentidos comunes que evalúan a los individuos en relación a sus cambios de identidad grupal o institucional en la mayoría de los casos prima el sesgo que fuertemente  atribuye poder explicativo a la voluntad individual. Ya sea para saludar ese cambio, ya para condenarlo. La glorificación de la voluntad individual es un gesto de las miradas herederas de la tradición moderna, cuando el individuo abandona instituciones tradicionales: iglesias, estructuras familiares, identidades de género. Son menos complacientes y aun condenatorios, los sentidos comunes, también los provenientes de esa misma tradición, que se actualizan para juzgar a aquellos que abandonan una identidad política. El sentido común que refiere a los cambios de los políticos se asocia, fundadamente, a una voluntad individual violadora de un pacto de delegación de autoridad colectiva, y en tanto ese cambio es evaluado como respondiendo al interés personal hay una descalificación. Y son distintas las intensidades de la evaluación generalmente descalificadora, de acuerdo sea la fortaleza de la tradición y el espacio institucional abandonado. Entre los tipos ideales extremos de alta y baja  productividad cultural de un espacio portador de una tradición, los gradientes  de la actitud descalificadora van desde el uso pasional del calificativo traición, hasta la mirada tranquilamente crítica de los que miran algo sobre lo que todavía puede pesar el calificativo de incorrecto, pero de algún modo perciben como irremediable.
IV
Los sentidos comunes se construyen de manera compleja siempre, y más todavía en épocas de cambio donde hay deterioro de viejas miradas. Lo viejo no termina de morir y simbólicamente persiste, porque dicho quizás de manera un tanto exagerada, en este mundo contemporáneo, lo nuevo ya llegó, pero sin ninguna bandera trascendente. Es el predominio del individuo, pero no del individuo trascendente equilibrado por las consignas de la revolución francesa, es el individuo crudo, pragmático, moviéndose sobre la escenografía de un republicanismo liberal sin fuerza. Entonces hay que recurrir a las hilachas de alguna tradición para darle por lo menos la ilusión retórica de algo parecido a la trascendencia hasta que quizás se apague esa necesidad construida socialmente o probablemente resurja resignificada alguna tradición castigada por los nuevos aires de época.
En la política argentina elementos de estas dos formas mencionadas de explicar los cambios parecen actualizarse simultáneamente. En la que recurre a variables culturales atribuibles al colectivo (actuó así, porque los peronistas son así), el desfasaje en relación al deterioro de las instituciones políticas que informarían ese “ser así”, debería ser pensado como evidente. Porque, en verdad, ¿es posible actuar como peronista o como radical en el sentido fuerte cuando hay una importante fragmentación institucional y una poderosa debilidad simbólica? Para hacer esa evaluación se presume la existencia de ese colectivo con sostenes institucionales y culturales. Dadas las condiciones del presente, sería saludable, por lo menos dudar, sino sobre su existencia, sobre su efectividad, sobre su capacidad de ejercer fuerza simbólica. Del mismo modo ocurre cuando el cambio se atribuye al individuo y ese gesto es calificado como traición (traicionó o, quizás, decepcionó, al radicalismo) lo que presupone, del mismo modo que en el caso anterior, la existencia de un colectivo realmente existente o una tradición fuerte que se abandonan. Cuando lo que existen son instituciones y tradiciones que sobreviven como fantasmas agujereados hasta tanto se las suplante o eventualmente revivan bajo otras formas, el abandono de esas instituciones y de esas tradiciones, es apenas caminar hacia otro lado, y está bastante alejado del tipo de la relación que presupone el gesto fuerte y dramático de la traición.
Desde ya que no se trata de pensar en la existencia anterior de instituciones o tradiciones impermeables a los cambios, cristalizadas y poderosas. Si hay algo que no pueden pensarse así son los partidos políticos en Argentina que como corresponde han sufrido modificaciones en el tiempo y además han carecido de continuidad de funcionamiento en el marco de tranquilidades republicanas. No obstante hubo momentos que, con la ambigüedad de los grandes partidos y en el marco de esa inestabilidad republicana, tuvieron mayor organicidad y sus tradiciones flexibles pesaron sobre quienes estrictamente conformaban sus filas y también sobre sus adherentes. Lo cierto es que en el corto tiempo de los últimos veinte años estos gestos dinámicos (cambios de un grupo a otro, movimientos contrarios a núcleos de la tradición) han sobreabundado y en algunos casos han resultado significativos para el conjunto del sistema político.
”Peor que la traición es el llano” es la frase que según algunos viejos políticos habría pronunciado en un espacio de coloquialidad, un también veterano operador político de uno de los dos grandes partidos. Seguramente refería  en tono de broma, en una mesa nocturna y luego de alguna batalla electoral, a los reacomodamientos resultado de una interna partidaria. Elementos de la picaresca política que podía manifestarse de ese modo en el reconocimiento de seguir habitando un espacio más o menos común, con algunos elementos conformadores de la tradición que no era fácil ignorar y que seguramente no se encontraban en la letra escrita. Había solidaridades tejidas entre sectores heterogéneos en base a lazos armados en la experiencia que podían evitar, por ejemplo, el abandono total del derrotado en una interna o algún otro gesto que con tribuía a la reproducción del espacio. No se trataba de partidos ideológicos, pero si con algunas marcas culturales compartidas que podían atravesar heterogeneidades sociales, religiosas y hasta estilos de hacer política, contenidos en el amplio mundo de una historia y de flexibles banderas que sin embargo podían pensarse como aglutinantes de algo en común que se actualizaba en la confrontación con el otro.
Por supuesto no hay historia armónica, y hay momentos de quiebres y de confrontaciones dramáticas. Así y todo, hay prácticas relevantes en términos simbólicos y cuantitativamente extendidas, con capacidad de cohesión y reproducción de esos heterogéneos mundos. Por eso la frase que usa una palabra como traición, más corriente en el mundo peronista que en el radical, solo es posible de ser pronunciada, en un grupo de pares que forman parte tanto como él de ese algo flexible pero real que es su partido, de manera irónica. Y la ironía no inhibe que exista una referencia real. Los abandonos de unos y reacomodamientos con otros se hacen bajo la protección de esa difusa cultura común.
V
Claro que los cambios operados en los gobiernos de Carlos Menem, iban a resultar en transformaciones significativas en la economía, la política y la cultura. Cambios fortísimos que eran parte de una verdadera revolución neoconservadora a nivel internacional y que en términos político culturales construía una extraordinaria hegemonía que lograba inficionar a los partidos convencionales, por supuesto  al estado, al mundo de los negocios, y al campo cultural y científico. Y en términos de transformación simbólica quizás eran tanto o más relevante que los cambios impulsados por los nuevos aliados del peronismo en el ministerio de economía, los que pensaban e implementaban funcionarios técnicos y funcionarios intelectuales que se habían formado en los procesos de radicalización del mundo universitario de los años sesentas y setentas, y que formaban parte de las zonas más dinámicas del mundo académico y cultural. Uno de esos grupos llevaría a cabo en el ámbito de la educación la reforma  más regresiva que afectó a la educación pública argentina y que se armaba como parte de un proceso latinoamericano de reformas (que habían contribuido a diseñar ) implementado por un organismo financiero como el Banco Mundial La habilitación y continuidad de estas experiencias, primero con uno y luego con el otro gran partido, se asentaban, entre otras cosas en la percepción generalizada, construida desde la fortaleza política, cultural y económica, de estar ante un cambio de época irremediable.
A partir de esos momentos, no es que masivamente desertan las tropas y caen estrepitosamente banderas y otros símbolos. Hay situaciones inerciales que producen una paulatina dilución. Se continua marchando pero quienes lo hacen, a medida que las prácticas concretas van reafirmando esa nueva visión del mundo que ahora unifica a ambos partidos y a la centro izquierda, son cada vez menos peronistas o radicales, o ( lo que es más fácil) frepasistas,  y se convierten en individuos que hacen carrera política. Retóricas que refieren a la sensibilidad nacional popular o la ética republicana se pronuncian, no necesariamente de forma cínica, acompañando prácticas que son más deudoras del clima de época que coloca al individuo pragmático en el centro de la escena, que a las tradiciones que aquellas refieren.
VI
Y a medida que pasa el tiempo hay cada vez mayor habilitación para reafirmar esas prácticas y transformar esa retórica en meras guirnaldas de una escenografía de ritual cristalizado. Un hecho relevante para pensar en los quiebres de tradiciones ocurre un día de fines de setiembre de 1999 en el estadio Monumental de Nuñez donde se cerraba la campaña de los candidatos Eduardo Duhalde y Ramón Palito Ortega. Habló primero el cantante Ortega y luego Duhalde en medio de una lluvia primaveral que caía sobre 50.000 personas provenientes en su mayoría del conurbano bonaerense.El candidato habló centralmente a los empresarios. Carteles que referían a las intendencias del conurbano y a distintos gremios se levantaban en medio de la multitud. El final del acto, cuando ya amainaba la lluvia subió al escenario la actriz y cantante Nacha Guevara que había protagonizado una de las versiones del musical Evita y caracterizada domo Eva Perón cantó No llores por mi Argentina.
Ese ritual protagonizado por Nacha Guevara es en verdad fundacional en relación al la conformación de nuevos elementos de la cultura política que producirán un desfasaje entre la tradición hecha cosa pintoresca por un lado y la vida política práctica ( lo que verdaderamente hay que hacer más allá de las identidades) por el otro. Cuando los cambios operados en la política impiden la recuperación de aspectos de una tradición y sobre todo los aspectos  más rebeldes de esa tradición, ocurre que a la vez se hace necesario no desprenderse de indicadores de la pertenencia a esa tradición porque, al fin y al cabo, es sobre esas banderas descoloridas sobre los que se mantienen las formas organizacionales concretas que, aunque deterioradas, permiten seguir andando. Entonces se produce ese hecho de incorporación del ícono de la manera más despolitizada posible negando cualquier aspecto  de relaciones con el presente, de la lucha política, en tanto lucha.
El ritual del acto político es un ritual en que lo escenográfico y performático cumplen un papel relevante. Tiene algo de instituyente ya que se reafirma una diferencia entre el o los líderes y los seguidores, se confirma el papel del líder, de algún modo es un escenario de revalidación y fortalecimiento de la autoridad. Y las tradiciones están allí en la forma de interpelar en la misma escenografía, en las imágenes en las banderas. Pero el centro vital del ritual está en la performance del líder que cita nombres y frases familiares a la tradición  nombrando al presente, y así la actualiza, reafirma su autoridad y vivifica la identidad del espacio.  El cierre con una performance hecha por una actriz que es la actualización de un producto de la industria cultural internacional pone al ícono en una situación de extremo desfasaje con el núcleo conceptual de un ritual político, sobe todo porque es una performance en un escenario donde la performance ocupa un lugar central en la revivificación de la tradición. La performance allí, aun la menos eficiente simbólicamente, es siempre vital o se propone serlo. En este caso se desvitaliza de manera radical porque se trata de algún modo de un producto seriado, cosificado, producto de la industria (legítimo en un  teatro, pero no allí) que además , a diferencia de unas remera con imágen o un afiche, se propone generar emoción, ilusión de vitalidad. Y además en tradiciones sensibles a los liderazgos carismáticos, ocupa el escenario donde debe estar el líder 
Se podría abundar en situaciones de ambos partidos y en gestos sociales que con mayor o menor intensidad puedan pensarse como indicadores de la debilidad extrema de tradiciones que tuvieron potencia en la historia argentina en distintos momentos del siglo XX.  Y entonces vendría a cuenta citar lo que algunos veteranos del radicalismo comentaban con incomodidad en relación a uno de los jóvenes viceministros del presidente De La Rua, ex militante de la juventud universitaria,que al renunciar el ministro se negaba a abandonar su cargo de vice alegando que significaría un deterioro de su posición económica. Y aunque esto fuera solamente un murmullo el hecho de que resonara fuerte, lo convertía en un dato. Quizás tampoco sería irrelevante atender como un restaurante de la zona de Palermo en Buenos Aires se habilitó a jugar con los símbolos de la tradición peronista, desde el nombre del lugar, hasta las denominaciones del menú en donde se puede encontrar cerveza roja montonera y, traspasando los límites cualquier parámetro del buen gusto, una tabla de fiambres que se llama Pedro Eugenio.
VII
Sin apelar a un esfuerzo desmedido, es posible inferir que algo debe pasar en las organizaciones, en los grupos, en sus identidades, para que ocurran estas cosas que se parecen bastante a un fin de época que encima no promete alboradas gloriosas en reemplazo. Y quizás no sea demasiado difícil de ver. No obstante decretar la transparencia del mundo, aun ante los indicadores de la evidencia, suele convertirse en un movimiento arriesgado. Sobre todo porque hay una porción no desdeñable de voces diferentes, social y culturalmente hablando, que con sus respectivas estéticas,  parecen creer, o quizás hacen un esfuerzo por creer para no quedar al descubierto, que existen activamente algunas tradiciones que se encarnan en algunos individuos, en los restos de uno u otro partido, e inclusive en algún grupo social, y que las acciones, los movimientos de la política concreta, pueden ser explicadas en relación con ellos. Además es verdad que en el mundo dinámico de la política más allá de situaciones de verdadera hegemonía cultural, hay momentos de significativos desacomodamientos y siempre, filtraciones. Allí están las poderosas experiencias disruptivas de algunos países latinoamericanos. Y, específicamente en el caso argentino, los gobiernos de los Kirchner restituyendo gran parte de la autonomía perdida a la política e intentando con fuerza y consecuencias reales, la resignificación de aspectos de una tradición, aunque sin poder modificar la situación de extrema  fragmentación del propio espacio. Pero aun con estos movimientos que parecen negar lo anteriormente mencionado, algunas de las condiciones estructurales que generan los debilitamientos continúan teniendo presencia. Quizás en algún momento  se manifestarán con escasa fuerza y en otros con clara potencia, pero en verdad continúan actualizándose bajo formas diversas en la vida cotidiana  y no deberían subestimarse.
 VIII
Los sentidos comunes arman su mochila con los residuos de las tradiciones incorporadas, pero también producen procesos de adaptación creativa a los cambios, también a los no declarados y percibidos como tales. Somos moneda, dirá Norbert Elías, pero también acuñamos.
Porque es cierto, que en todo momento hay formas del sentido común que, de algún modo u otro, y en el medio de dinámicos idas y vueltas, dan cuenta de los cambios menos explícitos. Aunque sea de manera confusa y mezclando elementos de la receta aprendida junto con el sentido práctico que descubre  la legitimidad potencial de algunas nuevas prácticas. Que, en fin, resultan más compatibles con el clima de época o, si se quiere, con las nuevas formas de dominación. La explicación del que atiende a los movimientos del individuo saltando de unos a otros de los restos del sistema político y que retóricamente hace un gesto de descalificación frente al abandono de una identidad, también percibe que, aunque de ese lugar cuelguen guirnaldas que hacen referencia a una tradición, ya no tiene el poder culturalmente coercitivo de los espacios simbólicamente fuertes.
Porque tanto el agente concreto que produce ese cambio mayor o menor, como el que lo descalifica desde algún espacio social y cultural determinado, están participando en instituciones débiles y de algún modo u otro pueden percibir y vivir esa debilidad. Es lo que potencialmente harían otros que juegan el mismo juego de darse circunstancias similares y aun los ciudadanos que no participan directamente de ese juego y que inclusive pueden actuar alguna individualista retórica condenatoria. Más allá de los aires revitalizadores de la ultima década,  dadas las condiciones institucionales del sistema político en el presente, de un clima cultural asentado en prácticas cotidianas y en transformaciones estructurales profundas, no hay que forzar demasiado el análisis para dar cuenta, entonces, de que el cambio de bandera política no es algo que los distintos sentidos comunes circulantes puedan percibir como extraordinario.  Por el contrario, la relativa indiferencia parece volverlos gestos de algún modo consabidos, quizás dotados de alguna racionalidad y, acaso, cada vez más justificables socialmente.

*Lucas Rubinich es sociólogo, profesor titular de la Carrera de Sociología la FSOC UBA, investigador del Instituto de investigaciones Gino Germani. Fue director durante cuatro períodos de la Carrera de Sociología. Desde hace 14 años dirige la revista Apuntes de Investigación