miércoles, 24 de marzo de 2021

DISPUTAS POR LA MEMORIA COLECTIVA. APUNTES SOCIOLÓGICOS

Disputas por la memoria colectiva. Apuntes sociológicos.

Lucas Rubinich

La ambigüedad que cargan las palabras que, como memoria, en las sociedades complejas resultan en  armas de luchas político culturales obliga, por lo menos a la sociología, a ubicarlas en su particular contexto de producción y a evitar la tentación de algunos de los distintos agentes inmersos en la lucha reivindicativa de subir la apuesta de la metaforización-frecuente quizás, y en el mejor de los casos cuando se refiere a situaciones de horror casi contemporáneo, por las dificultades de narrarlo-, ya que supone a veces menos un artefacto problematizador que  la construcción de un verdadero sentido común culto marcado por lo que podría llamarse un reduccionismo sociológico.

 

Sin lugar a dudas es seductor recurrir al conocido personaje de un escritor argentino, o al Funes real que estudió Alexandr Romanovich Luria (1), pero quizás hay en estas y otras analogías con la memoria individual una serie de problemas en los que ronda una perspectiva escencializadora y también una concepción individualista de la acción social.

Claro, más que un discurso coherente y organizado, este sentido común aparece como componente no necesariamente deseado de diferentes miradas que no actúan en un espacio híbrido, deshistorizado. Estas intervenciones se producen en un presente configurado y actuante, con presencias culturales dominantes que inficionan diferentes prácticas y discursos. Independientemente de la forma que adquieran los elementos que naturalizan e individualizan la acción social, parecen tener persistencia en distintos sentidos comúnes.

Si fuese posible "aislar" estos componentes tendrían más o menos las siguientes características:  A la pregunta porqué no se recuerda o no se recuerda todo lo que se debería recordar, aunque esa misma intervención sea una apuesta en la lucha por reforzar una detereminada visión de hechos ocurridos, se le responde con una implícita condena moral que encuentra más que imposiciones concretas de una visión del mundo en las que intervinieron distintas instituciones, enteros grupos sociales, agentes intelectuales, produciendo, reproduciendo, resignificando políticas, lesgilación, rituales, creencias populares, obras de arte, científicas, periodísticas, etc.; simplemente olvidos e indiferencias.

 

Los hombres y mujeres concretos que incluso compartieron un determinado período conflictivo ( el terrorismo de Estado en Argentina, por ejemplo) parecerían, en algunas ocasiones, de acuerdo a estas perspectivas, "no recordarlo" o en todo caso relacionarse con indiferencia ante esos hechos. Y entonces la relación entre la memoria y el olvido vía la analogía individualista pasa a convertirse en el eje de la explicación: que no todo puede recordarse, que el personaje  mencionado del escritor argentino es la metáfora de una imposibilidad y esta para conferirle un aspecto trágico, tiene su componente azaroso: solo se puede recordar algo. Ese algo cuando no es el algo requerido ( lo que debe ser) por la mirada ideológica que sustenta la intervención puede implícitamente explicarse por cierta escencialidad que adopta la forma no totalmente explícita de una especie de determinismo metafísico, caro a las miradas neorrománticas. Sin embargo, se puede dar cuenta de las personas individuales sin los límites de una concepción individualista de la acción social.

 

Baste para eso plantear las situaciones siguientes:esas mismas personas que pueden "olvidar" hechos recientes de la historia argentina, "recordarían" lo que le ocurrió a un santón judío hace dos mil años y quizás contarían con abundantes detalles los hechos ocurridos en su camino al Gólgota por las callejuelas de Jerusalen. En el mismo sentido, un descendiente en cuarta o quinta generación de un heroico capitanejo de Calfucurá caminará sus pasos de pobre por el bajo de Bernal ignorando la experiencia de su bisabuelo o tatarabuelo porque unas generaciones atrás visiones del mundo dominantes estigmatizaron ese tipo de arboles genealógicos hasta producir en algunos casos su total borramiento. Este hombre seguramente portará un apellido español y no tendrá recuerdos de otra lengua que no sea el castellano de los barrios bajos de General Roca ( en el cual presumiblemente queden marcas de la otra lengua aunque él lo ignore) que habrá enriquecido con el cosmopolitismo subordinado del Gran Buenos Aires. El mismo, que no recuerda más allá de la madre y sus ambiguedades acerca de la propia ascendencia, sería también capáz de "recordar" esos acontecimientos ocurridos hace dos mil años en una colonia romana. Como es obvio para la teoría social clásica no hay contradicción entre individuo y sociedad, sino entre concepciones de la acción social. Una, no determinada, portadora de una racionalidad autónoma y la que la piensa como un producto histórico cultural. Esto que no supone ningún alumbramiento y tiene el carácter de lo evidente para la sociología, aparece con la misma fuerza de la evidencia en el sentido común en la "naturalización" de los hechos sociales y su explicación a través de argumentos individualistas, tanta, que sobre todo cuando se producen discursos con profunda implicación moral, el bien y el mal parecen encarnarse en individualidades concretas.

 

Y claro, las luchas por lo que se llama la memoria colectiva en las sociedades complejas no es simplemente la pelea clara contra la censura de determinados hechos, aunque también. Sino que supone, sobre todo, una disputa por la "lectura" de esos hechos.  Quizás no haya ejemplos más contundentes que algunos productos culturales o artísticos para observar como estas cuestiones de la construcción de un relato sobre el mismo hecho con materiales culturales e ideológicos diferentes resultan en visiones del mundo opuestas hasta la contradicción, independientemente del sentido superficial mentado por el productor y las posibles lecturas homogeinizadoras de los "lectores". El cine con toda su complejidad industrial puede pensarse como un elemento no subestimable en estas disputas. La evidencia de ellas aparece con extrema claridad en el análisis que un cineasta que es también crítico realiza con motivo de el estreno de La lista de Schindler (Beceyro,1994). Raúl Beceyro en este artículo es un crítico en toda la densidad del término y por lo tanto interviene con agresividad en la lucha y además en su análisis de la recepción sugiere una buena sociología. La Lista de Schindler está inspirada en lo que llamaríamos una buena causa, aunque el crítico formula una incómoda pregunta para las buenas causas que consiste en indagar en los materiales culturales e ideológicos que construyen el producto y encuentra un tipo de "lectura" posible que no resulta independiente de esos materiales. Dice Beceyro " Y el final es feliz no sólo porque los judíos se salvan ( porque los judíos del film se salvan) sino porque a causa de ese escamoteo, los espectadores salen contentos del ver el film, sin ningún conflicto, prque el film los ha resuelto todos. El genocidio del pueblo judío ha sucedido en un época remota, en un país lejano. Los asesinos que vemos en el film, los asesinos y asesinados que vemos en el film, los judíos que se salvan en el film, quedan limitados a la sala en la que se proyecta loa película. Pertenecen como a veces se dice, al mundo del cine."..., y más adelante "todos los personajes individualizables del film se salvan. Quizás ese es el requisito necesario para ser un personaje de la película de Spielberg." La comparación con otros productos que abordaron también cuestiones relacionadas se convierte en un contundente elemento a la vez que de descalificación, en tanto el crítico es un actor evidente en esa disputa por la memoria colectiva, de argumentación sobre los procedimientos estéticos de cristalización o no cristalización del pasado. Dice Beceyro, ... "¿Y cómo termina Shoah?"( refiriéndose a la pelicula de Claude Lanzman) " El fragmento final es la imagen de un camión marca Saurer recorriendo las autopistas alemanas de hoy, mientras se escucha en off  una carta de los jefes nazis dirigida a la empresa Saurer indicándole las modificaciones necesarias que debían introducir los camiones que eran utilizados para matar gente con gas. El camión de hoy y el de ayer, lo que pasó hace tiempo y nuestro presente están en Shoah entrelazados. Para nosotros, espectadores de Shoah, no es posible fingir creer que eso pertenece a una sola época y a un solo país."

 

La sociología más que intentar zanjar superficialmente las luchas simbólicas como las implicadas en la memoria colectiva, debe recurrir a sus saberes específicos, para dar cuenta analíticamente de los distintos agentes que las llevan a cabo, debe desagregar los elementos que se utilizan para construir los argumentos. Fundamentalmente debe construir un estado de las relaciones de fuerza implicadas, y en ese mapa atender a las formas que adquieren las representaciones dominantes y su capacidad de "trabajar" sobre diferentes prácticas y discursos. Es en esa estrategia que puede reconocer que la memoria colectiva es antes que una abstracción metafísica, una disputa por la memoria colectiva, en donde la sociología encuentra toda su potencialidad intelectual y también su fidelidad a la responsabilidad pública.

 

Citas

 

1. Romanovich Luria, Alexandr, 1987:The mind of a Mnemonist, Harvard University press, Massachusets.

2. Beceyro, Raúl, 1994: Los límites. Sobre "la lista de Schindler", en Punto de Vista Nº 49 agosto, Buenos Aires.